Hay abrazos que asfixian. Esto le ocurrió a la Plaza Botero de Medellín, que luego de liberarse de un controvertido “abrazo” de vallas que se extendió por 334 días, ahora está revitalizada. Con gastrobares, cafés y otros establecimientos de alta gama, este espacio se está transformando para muchos, incluso, en el “nuevo Provenza”.
Los turistas que van por conocer las obras del maestro Fernando Botero se encuentran con un espacio en el que ya hay una vida más allá de las esculturas y del temor por la delincuencia que por décadas ha atemorizado la zona. Un ambiente más acogedor que antoja a quienes van para quedarse por más horas forma parte de una nueva realidad de este lugar, que durante gran parte del 2023 estuvo cercado.
Douglas Monsalve, propietario del establecimiento El Paradito de Uri, que opera hace 25 años en la esquina del costado derecho del Museo de Antioquia, es uno de los que más ha sentido esta transformación, por el cambio de clientes que ha visto y, por ende, por el aumento de sus ingresos.
“Después del cerramiento se aprecia la tranquilidad de la gente, se ve el proceso de mejoramiento en cuanto a que vienen con más libertad, con mucha seguridad. Los visitantes llegan con más tranquilidad a comprar aquí en este lugar. Esto ha aumentado la dinámica nocturna”, explicó este veterano comerciante.
Con la llegada de nuevos vecinos como La Tasca o El Social, dos reconocidos establecimientos que decidieron embarcarse en la aventura de transformar la Plaza Botero, este espacio no queda en la penumbra desde las 6:00 p.m., como ocurrió durante décadas, sino que sus noches son mucho más extensas y hasta cuenta con una nueva vida los domingos.
Ricardo Rincón, jefe de Seguridad de El Social del Centro, cuya sede queda en uno de los costados del Museo de Antioquia, señaló que en días ordinarios de la semana la actividad llega a las 8:00 p.m., pero los viernes y sábado hay gente disfrutando de este sitio hasta las 11:00 p.m., sin el temor de terminar siendo víctimas de los delincuentes que en antaño, a quienes se aventuraran a transitar por el sector a esa hora, les quitaban sus celulares, el dinero y lo que más pudieran.
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“El visitante colombiano y extranjero ha notado que es más seguro, tanto por la presencia de la Policía constante en la plaza, como también con el estilo de estos restaurantes, que se sale del estilo clásico de los establecimientos tipo cafetería y ya pasa al estilo del gastrobar”, expresó Rincón.
La nueva cara
En el recorrido que realizó EL COLOMBIANO este viernes por la zona encontró el aumento de visitantes y la percepción de tranquilidad, muchos de ellos sacando sus celulares para tomar fotos sin sentir el miedo de que en cualquier momento un delincuente se los arrebatara o que llegara con un arma blanca para llevárseles su equipo y demás pertenencias.
Además, mientras avanzaba la jornada, los dueños de los establecimientos comerciales, que actualmente tienen el control del costado occidental de la plaza, fueron sacando sus mesas, las cuales rápidamente eran ocupadas por personas que llegaban para pedir una cerveza o algún pasaboca después de ver cada una de las obras de arte de uno de los sitios más visitados tanto por quienes vienen de otras regiones de Colombia como por extranjeros.
Una realidad totalmente opuesta a la de junio de 2023, cuando este periodista visitó el sector, en medio del cerco impuesto por la alcaldía de Daniel Quintero, donde si bien se apreciaban visitantes, el espacio se caracterizaba por su penumbra. Hoy el lugar está lleno de mesas, antes era solitario y sus puertas se encontraban cerradas. El único que estaba ofreciendo sus productos era El Paraido de Uri, quien vio golpeada sus finanzas por este cercamiento y la menor cantidad de visitantes.
“La transformación realmente ha sido bastante, bastante el flujo de gente, como te digo ha sido mayor, se ha triplicado y no solo el flujo sino el tipo de gente, ya viene gente de muchas categorías y eso obviamente se ha visto en los ingresos”, explicó Douglas.
Las intervenciones
El trabajo de transformación de la Plaza Botero comenzó el 1 de enero, cuando en medio de la posesión del alcalde Federico Gutiérrez se retiraron las vallas que había instalado su antecesor, Daniel Quintero, el 1 de febrero de 2023.
Sin embargo, entre sus primeras palabras como alcalde, Gutiérrez aseguró que su estrategia de recuperación de este espacio no solo pasaba por reabrir el lugar, sino por empezar a realizar un trabajo integral con autoridades y el sector privado para que después de este abrazo no se viviera como antes del cerramiento, pero tampoco como durante el mismo.
Desde la Secretaría de Seguridad y Convivencia señalaron que este año se han realizado 122 jornadas de sensibilización a los vendedores no regulados de la zona, además de 30 intervenciones en los alrededores de la plaza, en la que se han desmontado 140 cambuches y se retiraron 37 toneladas de residuos sólidos.
En cuanto a los hurtos, el subsecretario de Espacio Público de Medellín, David Ramírez, manifestó que esta dinámica no se ha erradicado por completo, como tampoco se logró con el cerramiento, pero sí se ha minimizado en comparación con los tiempos previos a la determinación de la anterior administración de instalar vallas como si fuera un muro de Berlín.
“En el territorio han surgido dinámicas en las cuales evidentemente nosotros no hemos logrado llevar a un indicador a cero, como sería el propósito, pero sí han mejorado notablemente los indicadores”, expresó el funcionario.
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Toda esta labor va de la mano con la sostenida presencia de la Policía, con cerca de 20 unidades en los puntos más estratégicos que realiza patrullajes todo el tiempo y, en ocasiones, hasta aprovechan para tomarse fotos con los turistas que se les acercan, admirando su labor en la transformación del lugar.
“Hemos realizado múltiples ejercicios, articulados con varias dependencias, para recuperar la plaza de aquellos fenómenos que se dan alrededor, o principalmente en el interior de la Plaza Botero, pero que también nos van permitiendo entender cómo a los alrededores se puede afectar positivamente”, aseguró el subsecretario Ramírez.
A esto se complementa el trabajo que realizan los comerciantes que se están adueñando de la plaza, con jornadas de limpieza y ornato diarias y semanales, según la necesidad, para que el lugar se vea siempre limpio y sus olores cambien radicalmente.
“Cuando llegamos comenzaron a retirar esas ramas altas que había por fuera y eso de inmediato alejó a las personas que se tomaban el espacio para hacer sus necesidades fisiológicas. Además, todas las mañanas, antes de abrir, salimos con mangueras y limpiamos el entorno”, contó el jefe de seguridad de la sede de El Social en la plaza, la cual abrió hace cinco meses.
Además del proceso que se lleva dentro de la plaza, en los alrededores también se está desarrollando un cambio urbanístico, liderado por el Hotel Nutibara, que desde el año pasado viene cambiando la cara de su edificación y, de paso, otros hoteles del sector han seguidosu ejemplo.
Los visitantes lo sienten
Tanto los habitantes de Medellín, que la han visto toda la vida, como quienes apenas la están conociendo sienten que, de a poco, está dejando de ser solo las esculturas y el museo, para convertirse en un epicentro cultural y de entretenimiento.
“Se ve mucho más organizada, con seguridad porque hay militares, hay policía y gente en los negocios. Ya se puede sacar el celular para tomarse una foto sin sentir el miedo de que le pueda pasar algo a uno”, relató Diana Mawth, una medellinense que estaba llevando a tres amigos que venían de Cali, quienes también expresaron sentirse tranquilos en la renovada Plaza Botero.
Además, con la apertura de estos nuevos espacios se han generado nuevas oportunidades de empleo y quienes aceptan trabajar en estos cafés y gatrobares lo hacen con la tranquilidad de que no es la plaza de antaño, rodeada de delincuentes y venta de estupefacientes.
“Este cambio hizo que también yo decidiera venir a trabajar acá, porque realmente es un espacio que cuando lo conocí era muy feo, pero ahora ha cambiado mucho, se ve mucho más limpio, más bonito y la gente que viene a este lugar lo ha notado y se ha sentido más cómoda”, relató Karyaleth Gamero, mesera de otro de los establecimientos recién instalados en la zona.
Y si la economía del sector ha sentido el cambio después de que quitaran las vallas, tanto el Museo de Antioquia como el Palacio de la Cultura han sentido que más visitantes han ingresado durante este 2024, con la esperanza de que durante los próximos años el público sea mayor, no solo por los turistas curiosos de conocer uno de los epicentros culturales de Medellín, sino para volver a atraer a los locales que se alejaron por el miedo del pasado.
De acuerdo con las cifras entregadas por el Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia, en los 365 días del año pasado, con el cercamiento, fueron al Palacio de la Cultura — aledaño al Museo de Antioquia— 141.800 personas, mientras que en 2024, en apenas ocho meses, ya van 163.627 personas que se han registrado en las dos entradas de este edificio patrimonial.
Los comerciantes del lugar aseguran que si bien esto ha hecho ganar la confianza de quienes han visitado la plaza en los últimos meses, el camino aún es largo y culebrero por la desconfianza histórica que ha rondado el lugar.
“Acá viene gente todo el tiempo y se ha notado, sobre todo por parte de los turistas, pero todavía falta mucho, que la gente de la ciudad se sienta tranquila y encuentre en la plaza un nuevo lugar para el disfrute y el entretenimiento, pero estamos avanzando a buen paso”, explicó Rincón.