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La historia de Óscar y Nany: un amor de 48 años que ni el Alzheimer puede acabar

Óscar y Nany, que han compartido toda una vida juntos, enfrentan firmes desde hace 3 años una batalla que no pueden ganar, pero que tampoco están dispuestos a perder: el Alzheimer.

  • Nany pintaba, cantaba y tocaba guitarra. Ahora ella señala con desconocimiento los cuadros que pintó. FOTO Manuel Saldarriaga
    Nany pintaba, cantaba y tocaba guitarra. Ahora ella señala con desconocimiento los cuadros que pintó. FOTO Manuel Saldarriaga
23 de septiembre de 2024
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Dicen que la vida es como un río, y en su cauce, algunas piedras se erosionan mientras el agua sigue fluyendo. Precisamente, para la vida que se va en un abrir y cerrar de ojos, a veces el tiempo parece cruel cuando lo que se lleva consigo es la memoria. Así lo vive Óscar, quien cuida tiempo completo de Nany, su esposa, desde que el Alzheimer apareció en sus vidas hace tres años.

A Óscar se le encharcan los ojos cuando recuerda con nostalgia la mujer que un día fue Nany. “Mi esposa siempre ha sido una mujer trabajadora, docente de toda la vida, y con una mente brillante; captaba todo rapidito”. Como si describiera una obra de arte, Óscar narra con orgullo cómo su esposa no solo fue maestra en las aulas, sino también en las artes. “Ella tocaba guitarra, cantaba y pintaba... todos esos cuadros que ves ahí en las paredes, los pintó ella”.

La realidad del Alzheimer se presentó de manera sutil, casi como un ladrón silencioso que entra en casa sin ser visto y se lleva lo más preciado. Óscar recuerda con claridad el día que notó algo diferente. “Nos íbamos para Barranquilla, pero los vuelos estaban cancelados. Llegamos a Cartagena y de ahí tomamos un transporte. Ese día, mi esposa me preguntaba la hora cada cinco minutos. Al principio no le presté mucha atención, pero luego empezó a olvidar otras cosas, las más sencillas”.

Con el paso de los días, los pequeños olvidos se convirtieron en una bola de nieve que arrasaba con recuerdos más valiosos. “Mi esposa empezó a botar sus cosas: prendas, cadenas, anillos (como el de matrimonio)... todo desaparecía”, comenta Óscar.

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“El Alzheimer es como el comején, destruye poco a poco, sin que te des cuenta”, dice Óscar, y continúa narrando cómo el impacto emocional ha sido tan fuerte que hasta su salud se ha visto afectada. Confundido y agotado, el estrés lo llevó a perderse en las calles de Medellín. “Salí del banco y no sabía si coger a la derecha o a la izquierda. Caminé y caminé hasta que ya no supe dónde estaba. Me senté, lloré y le pedí a Dios”, confiesa.

Óscar, quien además es pastor evangélico, ve en su fe un ancla en medio del caos. “Dios es el único que puede hacer que mi esposa recupere su mente. Aunque esta enfermedad sea tan destructiva, yo confío en que Él nos va a dar la fortaleza para seguir adelante”. El peso del cuidado se ha transformado en una lucha diaria por mantener el control sobre las cosas que se desvanecen, no solo en la memoria de su esposa, sino también en el hogar.

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“Tuve que ponerle candado a la nevera porque mi esposa la abría, se comía las arepas crudas y le producían diarrea. También le puse mallas a las ventanas, porque botaba cosas, desde papeles rasgados hasta su ropa y zapatos”, dice Óscar, caminando por la casa mientras juega con un manojo de llaves para cada pieza, clóset y candado, unas 10 como mínimo.Incluso, una de las habitaciones que mantiene bajo llave tuvo que ser adecuada como zona de ropas, porque Nany recogía la ropa aún húmeda y la guardaba en el clóset.

Pero alguien más tuvo que adaptarse a las adecuaciones de esta casa. En el hogar de Óscar y Nany los acompañan sus cuidadoras permanentes: la enfermera, María, y la perrita Pinscher de Nany, Brownie. Esta fiel compañera perruna, que la sigue a todas partes, ha demostrado que, aunque la enfermedad le ha arrebatado bastante, no es suficiente para borrar su vínculo con Brownie.

Cuando llega un desconocido a su casa, Nany deja de llamarse Denis María o Nany para presentarse con dulzura como “la mamá de Brownie”.

Y en medio de esta borrasca que parece no cesar, Óscar menciona que han tenido múltiples momentos de bienestar gracias al apoyo que reciben del centro AtardeSer y la Alcaldía de Envigado, con clases de arte y apoyo en salud integral. “Viene una cuidadora tres veces a la semana, y también nos visitan médicos, psicólogos, nutricionistas, pero todos dicen lo mismo: esto no tiene cura”.A pesar de las malas noticias, Óscar sigue aferrándose a cada pequeña victoria, como cuando su esposa lo reconoce. “Antes me decía que era su papá, ahora recuerda que soy su esposo y cómo me llamo”.

Estos momentos de lucidez y tranquilidad llegaron gracias a la recomendación de un pastor amigo de Óscar, creyente en la medicina tradicional, que les sugirió unas gotas de CBD (Cannabidiol), una sustancia derivada del cannabis que no tiene efectos psicoactivos. Dosificadas en la mañana y en la noche, Óscar ha notado que su esposa está más tranquila. Y aunque el CBD no cure la enfermedad, parece ayudar a que Nany esté más serena y, en algunos momentos, pueda reconocerlo sin ser agresiva.

Además, son cuidados y atenciones las 24 horas, como los que requiere un menor. “Es como cuidar a un niño pequeño”, comenta Óscar, sabiendo que cada salida al supermercado o paseo exige la misma atención que se le daría a un niño, mientras recuerda el momento en que, por un descuido, Nany se perdió en una salida al Centro Comercial Mayorca y, como un milagro, apareció horas más tarde en la casa.

Óscar, aunque dolido, mantiene la calma, sabiendo que es la enfermedad la que habla a través de su esposa. Ha aprendido a navegar en este mar incierto, y concluye: “Yo le prometí a Dios que sería fiel en la salud y en la enfermedad, y aquí sigo, cumpliendo esa promesa, sin estresarme. Porque si me estreso, me enfermo, y un enfermo no puede cuidar a otro”.

El Alzheimer, más allá de ser un desafío personal y familiar, es un problema de salud pública a nivel global. En Colombia, especialmente en Antioquia, se ha identificado una comunidad clave en la investigación de la enfermedad. Concretamente, se trata del grupo poblacional más grande del mundo con Alzheimer genético, compuesto por más de 6.000 personas heredando la mutación, y 1.200 ya portadoras de la misma.

Durante más de 30 años, el Grupo de Neurociencias de Antioquia (GNA), liderado por el fallecido doctor Francisco Lopera, siguió paso a paso la evolución de estas familias, con el respaldo de Colciencias y la Universidad de Antioquia.

Este trastorno cerebral ataca de manera progresiva y, eventualmente, lleva a la pérdida de autonomía e independencia, obligando a que la persona dependa completamente de un cuidador, como es el caso de Nany.

Y aunque el Alzheimer ha robado muchos recuerdos y momentos de lucidez, Óscar sigue guiando el cauce del agua, asegurándose de que, aun con las piedras erosionadas por la enfermedad; el amor y la dedicación siguen fluyendo, como el río que nunca deja de avanzar.

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