Las versiones contradictorias que un hombre les entregó a amigos y vecinos sobre el paradero de su pareja sentimental llevaron a las autoridades a investigarlo por la desaparición de esta, pero además, esos mismos elementos y otros convencieron al juez del caso para que le ordenara la privación de la libertad en establecimiento carcelario.
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La medida afecta a Braihan Alexander Marín Parra por su presunta responsabilidad en el delito de desaparición forzada de su pareja sentimental.
La última vez que alguien diferente a Marín supo de la mujer perdida fue entre el 9 y el 10 de noviembre del año pasado y según testimonios, ella fue vista por última vez en el domicilio del corregimiento San Antonio de Prado, de Medellín, donde convivía con Marín.
Entonces, al ser preguntado por personas allegadas, este habría tratado de desviar la atención de lo que realmente había ocurrido, con versiones diferentes y que presentarían contradicciones. Como los allegados a la mujer la reportaron como desaparecida, la Fiscalía activó el Mecanismo de Búsqueda Urgente (MBU).
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En algún momento, Marín aseguró que ella había muerto y que él la enterró, en otro instante dijo que había sufrido un accidente de tránsito y que estaba hospitalizada y, como tercera explicación, dijo que estaba de paseo en una finca del nordeste antioqueño.
Según registros consignados en el expediente judicial, en la labor investigativa, los agentes de la policía judicial pudieron establecer que horas después de la desaparición, al hombre lo vieron bajando de un cerro cercano a su casa, en el mismo corregimiento, cubierto de lodo y con una pala en las manos. Así mismo, de acuerdo con los testimonios recogidos por los investigadores, habría estado botando a la basura la ropa y otras pertenencias de la víctima.
Otro elemento que lo incrimina fueron los testimonios de que el procesado agredía física y emocionalmente a la mujer y que al parecer la obligaba a ejercer la mendicidad.
La orden de captura fue ejecutada hace una semana, el 20 de octubre, cuando Marín estaba en un hotel del occidente de la ciudad en compañía de una mujer que portaba una tarjeta del metro personalizada con el nombre de la desaparecida.
Para la diligencia de aprehensión fue necesario el apoyo de un intérprete de señas, pues un elemento particular en esta historia es que el procesado, de 28 años, presenta una discapacidad auditiva, y la víctima, de 41, también la tenía.
Aunque Marín no aceptó los cargos que le imputó la Fiscalía, el acompañamiento y la información que dio permitieron la exhumación de un cuerpo que aparentemente es de la misma mujer a la que se buscaba. Los expertos en investigación forense están en el análisis del cadáver para hacer la identificación y darle tranquilidad a los familiares.