Siempre han sido ellas las que han estado al frente de la búsqueda. Resistiendo, exigiendo, esperando, sufriendo, clamando, plantando las siluetas negras con los nombres de sus seres queridos desaparecidos, portando en el pecho las imágenes de hijos, hijas, esposos, sobrinos, nietos, padres, madres que un día se llevaron y no volvieron a ver nunca; gritándole a una ciudad, a veces indolente, que no han podido hacer un duelo, que no han podido sepultar con dignidad a sus familiares; que en La Escombrera, en la comuna 13 de Medellín, era posible que hubiera restos de muchos de ellos o tal vez de personas desaparecidas en otros lugares de Antioquia, que no importaba quiénes eran, pero que tenían que buscarlos.
Ahora, este 18 de diciembre, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) confirmaron el hallazgo de las primeras estructuras óseas y prendas de vestir en La Escombrera que podrían corresponder a por lo menos dos personas víctimas de desaparición forzada. Los encontraron los equipos forenses mientras removían tierra en medio de las excavaciones que comenzaron en julio pasado, durante la quinta fase de intervención en ese lugar, y que desde entonces ha dejado 36.450 metros cúbicos de tierra removida.
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Ahora, este 18 de diciembre, las mujeres buscadoras, que llevan casi dos décadas de lucha para que busquen a los desaparecidos, para que se removiera esa tierra, vuelven a alzar su voz, entre sonrisas y lágrimas, para decir: “No estábamos locas, siempre hemos dicho la verdad”. No lo podía expresar mejor Luz Elena Galeano, que busca desde diciembre de 2008 a su esposo Luis Javier Laverde, desaparecido en la comuna 13 por hombres armados cuando iba para el trabajo; ella ha estado agrupada con otras mujeres buscadoras y ha sabido lo que es que la institucionalidad no les prestara atención, que les dijeran que allá en esa montaña de escombros no encontrarían nada y que por años siguieran depositando material pese a que pedían una y otra vez que no lo hicieran más.
“Son sentimientos encontrados”, dijo por su lado Margarita Restrepo, quien no ha cesado la búsqueda de su hija Carol Vanessa, desaparecida a los 17 años, hace dos décadas. Sentimientos encontrados porque en medio de tanto dolor que ha soportado y siguen soportando, el hallazgo de las estructuras óseas son una esperanza para tan siquiera dos familias que podrían recibir a sus seres queridos y ponerlos en un sitio digno, para saber dónde están. Porque todas esas mujeres se han conformado como una familia y si una sola recupera un cuerpo o parte de él, todas se van a abrazar en la alegría. Y, por eso también, expresó Margarita una vez más como lo han señalado hace tantos años: “Si nos toca amanecer en La Escombrera hoy, vamos a amanecer hasta que se acaben de recuperar esos otros cuerpos”.
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No es una exageración. Muchas de esas mujeres empezaron a reunirse desde 2001, para hacer convites, sancochos comunitarios, talleres de panadería y repostería o confecciones. Querían recuperar espacios públicos de la comuna 13, en medio de una violencia que imperaba. Fue un momento de resistencia anticipado, que luego se convirtió en una lucha que lleva 22 años, tras las operaciones Mariscal y Orión, el 21 de mayo y el 16 de octubre 2002, respectivamente, las más conocidas, sangrientas y duras de varias que ocurrieron allí.
La hermana Rosa Cadavid, de la Fundación Madre Laura, las acompañó desde el principio; recuerda siempre que hicieron un comedor comunitario, crearon bibliotecas, hicieron vigilias y programas culturales, jugaban fútbol con los jóvenes y niños. La Corporación Jurídica Libertad les brindó desde el inicio asesoría jurídica y les ayudó a llevar los casos a la justicia, incluidos los llamados a buscar en La Escombrera.
Han sido muchas las jornadas en las que las buscadoras, hoy reunidas en el colectivo Mujeres Caminando por la Verdad y en el Movice, han permanecido en esa montaña alimentada de escombros. Hubieran escarbado con sus mismas uñas la tierra de haber sido posible. Hasta que lograron que en 2015 se hicieran las primeras intervenciones forenses, las primeras exacavaciones. Esa primera esperanza terminó como uno de los golpes más duros porque no hubo ningún hallazgo, pero más que todo porque después de eso las búsquedas se suspendieron por casi siete años.
Se retomaron en noviembre de 2022, en un polígono distinto al de 2015, con unos pocos días de búsqueda, luego de que la JEP y la UBPD lo hicieran oficial. Y allí estuvieron las mujeres buscadoras, con sus flores y velas, jarrones y fotos, camisetas estampadas con las caras de sus familiares, las siluetas negras emblemáticas y los actos simbólicos que ya las caracterizan. Y este 2024, tras ser ordenada en julio, se dio la intervención más duradera, que a este 18 de diciembre llevaba 146 días, que les permite celebrar el hallazgo reciente.
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“El polígono protegido con medidas cautelares tiene un área de 6.912 metros cuadrados. Dentro de esta zona, hay un área de 2.417 metros que fue priorizada para la búsqueda de personas desaparecidas en la fase 5. Esta fase consiste en la prospección, excavación y revisión de material mediante procedimientos de tamizajes con el propósito de ubicar evidencia forense. A la fecha, el cumplimiento del cronograma de excavación va de acuerdo con lo planeado y presenta un avance del 83 % previa al punto de interés forense”, indicaron las dos entidades.
El hallazgo es un hecho histórico, sin precedentes, que por eso es tan importante para las víctimas, quienes no cesan en su exigencia de que sigan buscando. De acuerdo con los datos de la UBPD y la JEP, la recuperación de esas estructuras óseas corresponde a las denuncias de las personas buscadoras, quienes llevan años diciendo, respaldadas por testimonios de exparamilitares, como Diego Fernando Murillo, alias Don Berna; Luis Adrián Palacios, “Diomedes”; José Miguel Gil, “Federico”; Juan Carlos Villa, “Móvil 8”; y Enrique Aguilar, “Aguilar”; entre otros, que La Escombrera fue escenario de desapariciones forzadas en la década de 2000. En la comuna 13, San Javier, hay un universo de 502 personas dadas por desaparecidas, según los registros de la Unidad de Búsqueda, una cifra que está dentro de las 5.912 personas desaparecidas en todo Medellín.
“Ese hallazgo es una muestra de que siempre hemos dicho la verdad y de que hay que escuchar la voz de las víctimas y atender las denuncias que hacemos”, expresa también Luz Elena en representación de todas esas personas con las que ha transitado, incluidas las casi 30 que se han muerto esperando, que partieron de este mundo sin saber nunca una noticia de lo que pasó con sus seres queridos desaparecidos.
Las que quedan seguirán buscando no solo a sus propios familiares, sino también a los de las que ya fallecieron, como Blanca Arango, Carmenza Celis, Luz Miriam Montoya, Blanca Cardona, Carmen Escobar, María Eloína Gaviria, María Cecilia Puerta, Eucaris Arango, Inés Durán, Mariela Narváez, Berta Echeverry, María Judith Fernández, Ligia Castaño, Virgelina Ibarra, Virgelina Agudelo, Victoria Eugenia Sánchez, María Teresa Uribe, María Ofelia González, María Rosa Zapata, Amparo Cano, Rubiela Tejada, Marta López y Argiro Pineda, que no pudieron seguir aferrados a la vida, pero que tienen quienes sigan luchando en su nombre.