Quien por décadas ha sido el máximo exponente de la investigación sobre el Alzhéimer a nivel nacional, el doctor Francisco Lopera, anunció este jueves, 15 de agosto, que se retira de sus labores profesionales como científico y coordinador del Grupo de Neurociencias de Antioquia, un cargo en el que ocupó durante los últimos 40 años de su vida.
“Estoy increíblemente orgulloso de lo que hemos logrado juntos. Aunque esta decisión ha sido difícil, creo que es lo mejor para mi salud y para el futuro del Grupo”. Estas fueron las palabras con las que se despidió de su equipo.
En su reemplazo fue nombrado hace poco más de un mes, con el fin de que se facilitara el empalme, quien venía desempeñándose como director médico del GNA, David Aguillón Niño, y que estuvo junto a Lopera durante la última década.
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Lopera informó que le fue diagnosticado un melanoma -un tipo de cáncer de piel- y se dedicará junto con su familia a realizarse el tratamiento de esta enfermedad, lo cual lo obliga a dejar la que ha sido la pasión de su vida y que lo convirtió en una figura mundial en el campo de las ciencias.
El último reconocimiento internacional en su palmarés fue el Potamkin Prize for Research in Pick’s, Alzheimer’s, and Related Diseases, que le otorgaron el 14 de abril pasado en Estados Unidos la Academia Americana de Neurología y la Fundación Americana del Cerebro, siendo el primer latinoamericano en recibir este galardón, considerado el más prestigioso en el campo de la investigación de las enfermedades neurodegenerativas en el mundo, al nivel casi de un premio Nóbel.
“El trabajo liderado por el doctor Lopera con familias de Colombia con enfermedad de Alzheimer, por casi 40 años, ha contribuido de manera significativa al conocimiento que se tiene en el mundo sobre esta enfermedad y las enfermedades neurodegenerativas”, apuntó entonces dentro de la ceremonia de entrega Yakeel T. Quiroz, profesora de la Facultad de Medicina de Harvard y directora del Laboratorio de Neuroimágenes de Demencia Familiar y del Programa Multicultural para la Prevención del Alzheimer en el Hospital General de Massachusetts.
Esta destacó además el aporte de Lopera para identificar formas de predecir el deterioro cognitivo en individuos con riesgo de demencia, a desarrollar herramientas de diagnóstico y pronóstico para el tratamiento y a la prevención temprana de las demencias.
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El camino de Lopera para alcanzar el sitial de continuos honores, según le contó al editor de El Colombiano, Daniel Rivera, para un reportaje publicado en mayo del año pasado, comenzó cuando era residente de Neurología y le llegó un paciente de 47 años que había perdido la memoria. Resulta que el padre del hombre había padecido de lo mismo y que esto podría deberse a aspectos hereditarios.
El acucioso alumno, que todavía no debía tener el cabello tan blanco como en la actualidad, se fue hacia Belmira (occidente antioqueño) a seguirle el rastro a este caso y siendo la década de 1980, se dio cuenta que era una tipología de Alzhéimer de carácter hereditario y a mediados del decenio siguiente identificaron que se trataba de una mutación en el cromosoma 14. De ahí en adelante apareció una segunda familia en Yarumal (norte del departamento) con un relato similar y otras adicionales en el vecino municipio de Angostura, y siguieron otras más hasta completar por lo menos 25 grupos parentales portadoras de la internacionalmente conocida “mutación paisa”. Coincidían en la aparición precoz de la enfermedad del olvido.
Resulta que en la Tierra se cuentan alrededor de 47 millones de personas que padecen Alzhéimer; entre ellas unas 500 familias sufren del tipo genético de la enfermedad y las familias estudiadas en Antioquia por Lopera y sus discípulos representan la muestra más grande en el planeta, lo cual significa algo malo, pero también una oportunidad para descubrir los misterios de este padecimiento y, tal vez, encontrar una “contra” o una cura, que ha sido el objetivo del GNA y de su longevo orientador.
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El retiro de Lopera llega si se quiere, en un mal momento, pues podría estar a la vuelta de la esquina de ese gran anhelo ya que el año pasado justamente publicó un estudio en la revista Nature Medicine, de EE. UU. que retumbó en el plano científico internacional: se trataba de un hombre portador de dos genes contradictorios: el de la mutación paisa del Alzhéimer y otro que lo cura. Aunque ya había el antecedente de una mujer que, con todas las probabilidades de desarrollar la enfermedad llegó a los 70 años sin hacerlo, el caso anterior sería definitivo para desarrollar una terapia, bien sea genética o farmacológica para detener o borrar el Alzhéimer. La meta es que sea en cinco años.
En varias ocasiones se han hecho cábalas de que Lopera podría ser candidato al Nobel de Medicina, pero de lo que él y su equipo más se enorgullecen es del trabajo social que han realizado como complemento de la acción investigativa, buscando el bienestar de los pacientes y sus familias, al punto de que muchos de ellos lo consideran como un ángel. En el año 2013, esta cada editorial le dio el premio al Colombiano Ejemplar en categoría de Ciencia y Tecnología.
El sucesor del “ángel” de los pacientes de Alzhéimer
David Aguillón Niño, quien entra a reemplazar a Lopera en la dirección del GNA, hace parte de la camada de científicos que se han formado a su lado y que están llamados a continuar su legado.
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Aguillón ha sido profesor de Fisiología y Neurociencias en la Facultad de Medicina de la U. de A. durante ocho años. Además, de acuerdo con un informe de prensa de la alma máter, ha participado activamente en estudios observacionales y ensayos clínicos de prevención primaria y secundaria en pacientes con enfermedad de Alzheimer autosómica dominante y en el descubrimiento de nuevas variantes genéticas en PSEN1 para enfermedad de Alzhéimer autosómico dominante en Colombia y otras variantes genéticas causales y de riesgo para otras demencias.
Igualmente, tiene experiencia en la evaluación e investigación de pacientes con Alzhéimer, Párkinson, Huntington y demencia frontotemporal, ELA, entre otros; y participa en la formación de estudiantes de pregrado y de la especialidad de neurología y psiquiatría, así como estudiantes de maestría y doctorado en neurociencias.
La Universidad, en un comunicado, aseguró que con el retiro de Lopera el GNA seguirá atendiendo a los pacientes y sus familias “con la misma calidad y esmero, manteniendo todas las iniciativas sociales que se han propuesto hasta hoy, por medio del Plan Social y de Salud Mental”.