x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

language COL arrow_drop_down

La ferretería más famosa del Centro de Medellín cumple 100 años

La Luneta, ubicada a pocos metros del cruce de la carrera Bolívar con la calle Amador, fue fundada en 1923. Ha sido testigo de la transformación en Medellín.

  • La Ferretería La Luneta se mantiene tras 100 años como uno de los negocios más tradicionales del centro de Medellín. En sus estanterías hay más de 10.000 productos, según apunta Andrea Vélez. FOTO camilo suárez
    La Ferretería La Luneta se mantiene tras 100 años como uno de los negocios más tradicionales del centro de Medellín. En sus estanterías hay más de 10.000 productos, según apunta Andrea Vélez. FOTO camilo suárez
  • Los empleados de la ferretería celebran el primer centenario de La Luneta.
    Los empleados de la ferretería celebran el primer centenario de La Luneta.
26 de noviembre de 2023
bookmark

Ocho años antes de que la catedral de Villanueva fuera inaugurada por el obispo Manuel José Caicedo o tres antes de que se construyeran hacia al norte las primeras casas que darían forma al barrio Prado, la Ferretería La Luneta ya estaba instalada en el centro de Medellín y vendía sus productos a una ciudad que para entonces tenía poco más de 80.000 habitantes.

Ubicado en el corazón del viejo Guayaquil, en un primer local que se asentó en el cruce entre la calle San Juan y la carrera Carabobo, de donde luego fue desplazado por el ensanche, este negocio familiar es uno de los pocos que ha logrado sobrevivir a un siglo de historia en un centro de Medellín; una suerte de milagro en una ciudad que a base de ampliaciones viales, incendios y sucesivas oleadas constructivas poco ha conservado de su memoria.

Lea también: El pasaje comercial del Centro de Medellín que es una pequeña Venezuela

A las tres generaciones de la familia Vélez, que se han mantenido al frente de los mostradores de La Luneta desde noviembre de 1923 les tocó ser testigos del nacimiento y la muerte del ferrocarril de Antioquia y el tranvía eléctrico, el esplendor y la demolición de la plaza de mercado cubierta de Guayaquil, el ensanche de la calle San Juan, la construcción del viaducto del metro por la carrera Bolívar, que partió en dos al centro, entre muchos otros hechos.

Sentada desde un computador escondido tras las estanterías, sobre las que reposan más de 10.000 productos de los más varios tipos, Andrea Vélez, quien como integrante de la tercera generación de su familia asumió la gerencia de la ferretería desde 2014, advierte no tener una respuesta exacta que explique el milagro de que el negocio haya perdurado por un siglo. Sin embargo, cree que una de las claves ha sido tejer una relación de confianza con los clientes que se ha mantenido en el tiempo.

“Todos los días viene gente aquí que dice: ‘Ay, mi papá me traía’, o ‘yo recuerdo que chiquito venía a este negocio’. Así ha pasado de los padres a hijos, e hijos a nietos. Ha sido una tradición, porque para nosotros los clientes son como una familia y nos volvemos amigos, entonces los mismos clientes se encargan de recomendarnos a sus hijos y a sus nietos”, dice Andrea.

Herencia centenaria

Aunque la familia no conserva una fecha exacta, Andrea explica que el nacimiento de La Luneta incluso se remonta antes de 1923, cuando funcionaba como una cacharrería en la que se vendía principalmente productos para las cocinas.

Le puede interesar: El edificio La Naviera se transformó en un museo que revive la historia de la medicina antioqueña

Durante sus primeros años, Vélez señala que La Luneta era administrada por un comerciante llamado Luis Uribe Ochoa. En un floreciente Guayaquil que en 1894 ya había puesto a funcionar su plaza de mercado cubierto y en 1914 la estación central del ferrocarril, el abuelo de Vélez tocó las puertas de la cacharrería en busca de trabajo.

“Mi abuelo se convirtió en el empleado y la mano derecha de Luis Uribe. Como fue tan buen empleado, se convirtió casi que en un hijo, al punto de que el señor, que no pudo tener hijos, decidió cederle el 50% del negocio”, reconstruye Andrea. “Con el paso del tiempo, el señor enfermó y mi abuelo le compró el otro 50%”, añade la nieta.

Si bien durante sus primeros años el negocio siguió funcionando como una cacharrería, Andrea cuenta que su abuelo comenzó a expandir la oferta de productos conforme a los pedidos de los clientes, incorporando gradualmente serruchos, martillos, entre otros, hasta que decidió que el sitio pasaría de ser una cacharrería a una ferretería.

En una familia compuesta por cuatro hombres y dos mujeres, la posta del negocio la terminaría tomando el papá de Andrea, Óscar Vélez, quien desde los 15 años empezó a trabajar en la ferretería y terminó conociéndola por dentro hasta apersonarse del negocio.

Aunque Andrea no tiene claro el año, señala que la ferretería terminó abandonado la histórica casona de un piso ubicada diagonalmente a la estación Medellín precisamente por los años en el que el sector aledaño a la plaza de mercado de Guayaquil entró en decadencia.

Siga leyendo: Moni, la vendedora de obleas que graduó a su hijo de medicina y lleva tres décadas alimentando a los futuros médicos de Medellín

Al incendio de la plaza en agosto de 1968 y su posterior demolición en 1975, se sumaron otros factores como el fin de la empresa ferrocarril de Antioquia en 1978 y la ampliación de la avenida San Juan, que terminó borrando del mapa no solo a edificios históricos como el Tobón Uribe, en el que funcionaba la farmacia Pasteur, sino a la misma Plaza de Cisneros.

Del cruce de San Juan con Carabobo, la Luneta se trasladó a un nuevo local en la calle Amador donde funcionó por algunos años y luego se trasteó para el local que hoy ocupa, ubicado a pocos metros del cruce entre Amador y la carrera Bolívar.

En este último espacio, que se compone de tres pisos y un sótano, la ferretería ha funcionado desde la década de 1980. Además del padre de Andrea, Óscar Vélez, el negocio también fue manejado por su hermana mayor María Eugenia Vélez, quien se jubiló en 2021 y que, junto a toda la familia, tuvo que sortear los embates de la crisis financiera de finales de la década de 1990 y la pandemia, que amenazaron con quebrar el negocio.

Además de la tradición familiar, Andrea plantea que la ferretería misma se ha vuelto una especie de familia, ya que ha logrado consolidar a lo largo de las décadas un equipo de trabajo compuesto por empleados que acumulan 8, 28 y hasta 30 años, construyendo una relación de confianza con clientes que han seguido viniendo sin falta.

Si bien Vélez es cauta y señala no saber qué pasará durante los próximos años, advirtiendo no saber si el negocio podrá sobrevivir otro siglo, coincide en que no deja de ser un milagro que por más de 100 años los clientes sigan llegando a los mostradores en busca de un martillo, una chapa, un clavo o ayuda para todo tipo de problemas, tal como lo hicieron sus bisabuelos.

El empleo que buscas
está a un clic
Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD