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Donación de óvulos en Medellín: ¿práctica que convierten en negocio?

EL COLOMBIANO conoció que hay intermediarios que les ayudan a parejas extranjeras a encontrar donantes de óvulos en la ciudad, el problema es que ofrecen dinero para obtenerlos, lo que lo constituye como un delito.

  • La donación de óvulos no está regulada por una ley.Foto Shutterstock
    La donación de óvulos no está regulada por una ley.
    Foto
    Shutterstock
26 de diciembre de 2024
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En una feria de exposiciones en Medellín en la que fue contratada para servicios de logística, a Isabella Acosta la abordó una mujer. Figura esbelta, serena, con porte de aquellas señoras que en sus años más mozos aparecían en campañas de televisión o revistas de moda. Se acercó con un interés que nada tenía que ver con el evento al que Acosta, una joven de 20 años, estudiante universitaria, había asistido. Buscaba a una chica como ella, de su mismo prototipo, de las que se roban las miradas en Provenza o aparecen en videos de reguetoneros paisas, para hacerle una propuesta. Indagó un poco sobre su vida y le planteó la oferta: ayudar a una familia a concebir un hijo. Un “pago” de cuatro millones a cambio de donar óvulos. ¿Los requisitos? Ser mayor de edad, no tener más de 29 años, una buena condición de salud y estilo de vida sano.

La propuesta no se presentó como un negocio, por supuesto, porque eso está prohibido por la legislación colombiana, sino como un intercambio de favores, uno en el que ambas partes se beneficiaría: la familia cumpliría el sueño de sumar un nuevo integrante y la joven recibiría una buena suma de dinero de someterse a un procedimiento sencillo, sin mayores riesgos. La oferta le pareció atractiva a Isabella, pero en segundos una oleada de dudas se coló en su mente. Desconfió de repente. “¿Es seguro? ¿Podré tener hijos? ¿Es riesgoso? ¿Duele?”, pensó, mientras la mujer que la abordó seguía hablando y le ofrecía ampliarle la información y responder sus preguntas en una próxima conversación, a través de WhatsApp.

Días después, un mensaje sobre la propuesta —que le parecía como renunciar a alguna parte de su cuerpo— llegó a su celular. Isabella decidió preguntar por curiosidad. Le pidieron llenar un formulario, enviar fotografías de su rostro, le dijeron que una clínica se contactaría con ella; sin embargo, el miedo la inundó y decidió no continuar.

La mujer que puso la oferta sobre la mesa se había presentado en nombre de una clínica de salud reproductiva, gestión subrogada y reproducción asistida con servicios en Colombia y Argentina. En su página web, según consultó EL COLOMBIANO, esa clínica se anuncia como especialista, desde hace más de 10 años, en tratamientos de fertilidad para familias heterosexuales, homoparentales y monoparentales. Lo curioso es que sus sedes están en Bogotá y Colombia, pero no en Medellín. Además, el centro médico no aparece registrado en la Asociación Colombiana de Centros de Reproducción (ACCER).

En el país, la donación de óvulos, también llamada ovodonación, no está regulada por una ley específica, pero se encuentra enmarcada en la Ley 73 de 1988, que regula la donación y trasplante de órganos. La Ley 919 de 2004 prohíbe explícitamente la comercialización de componentes humanos, incluyendo gametos como los óvulos. La norma es clara: La donación de componentes anatómicos; órganos, tejidos y fluidos corporales deberá hacerse siempre por razones humanitarias. Se prohíbe, además, cualquier forma de compensación, pago en dinero o en especie por los componentes anatómicos.

Según esa normatividad, quien done o suministre un órgano, tejido o fluido corporal deberá hacerlo a título gratuito, sin recibir ningún tipo de remuneración por el componente anatómico. Ni el beneficiario del componente, ni sus familiares, ni cualquier otra persona podrá pagar por el mismo, o recibir algún tipo de compensación.

Lo único que se permite de acuerdo con la legislación es que las instituciones que funcionen con la debida autorización como bancos de tejido y de médula ósea y las instituciones prestadoras de servicios de salud con programas de trasplantes habilitados, podrán cobrar los costos ocasionados por la hospitalización del donante vivo, el cuidado médico del mismo, el diagnóstico, la extracción, la preservación, las pruebas o exámenes requeridos previamente para la donación o el suministro, el transporte, el valor de las pruebas inmunológicas y de histocompatibilidad indispensables para la realización del trasplante, el valor del trasplante, gastos de hospitalización, cirugía y cuidado médico postoperatorio del paciente trasplantado y del donante, el suministro de medicamentos y los controles subsiguientes a dicho procedimiento.

Además, de acuerdo con Profamilia Fertilidad, la principal organización de salud sexual y reproductiva del país afiliada a la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida – RED LARA y a ACCER, la donación tanto de óvulos como de semen es un acto voluntario, altruista y anónimo mediante el cual, un hombre o una mujer, sanos, respaldados por el derecho a decidir sobre su cuerpo, ceden parte de sus gametos (óvulos y espermatozoides), para contribuir a que mujeres o parejas logren el sueño de tener un hijo, ya que, por edad, cirugía u otras patologías no tienen óvulos o espermatozoides, o su calidad no les permite conseguir un embarazo usando sus propias células. En resumen, convertirse en donante “es sobre todo un acto de solidaridad”, según señala la entidad.

Según expertos contactados por EL COLOMBIANO, ofrecimientos de dinero banalizan este procedimiento que, además de ayudar a una familia a tener hijos, también tiene valiosas ventajas para las donantes en la detección de enfermedades ginecológicas.

Juan Luis Giraldo Moreno, médico ginecólogo graduado de la Universidad Pontificia Bolivariana con especialización en reproducción humana de la Universidad de Yale, le explicó a EL COLOMBIANO que este programa “es supremamente activo, ya que muchas mujeres necesitan y tiene un fin muy loable cuando se maneja de manera adecuada”.

Clínicas como el Instituto de Fertilidad Humana (Inser) —donde Giraldo se desempeña como director del departamento internacional de la clínica— manejan aproximadamente 2.000 casos anuales de fertilización in vitro, de los cuales un 20% incluyen la donación de óvulos. El centro médico, con sedes en Barranquilla, Cartagena, Bogotá, Pereira y Medellín, indica que la demanda de donación de óvulos en la capital antioqueña ha aumentado “significativamente” y es una de las “opciones más buscadas” para recurrir a este procedimiento.

Sin embargo, en el transcurso de la investigación periodística, EL COLOMBIANO identificó que en el sitio web de Inser, la única clínica ubicada en Medellín de los 16 centros asociados a la Red Lara en Colombia, tenía en su información disponible sobre la donación de óvulos el alarmante término de “venta”, un uso que contradice la legislación colombiana que prohíbe explícitamente la comercialización de componentes anatómicos humanos.

“Aquellos que buscan opciones para vender óvulos en Medellín también encuentran una gran cantidad de información y asesoramiento en clínicas especializadas que ofrecen este tipo de servicios”, señalaba el apartado que fue removido de la página de Inser tras los cuestionamientos de este diario al doctor Juan Luis Giraldo Moreno sobre la forma en que la clínica promovía su programa de donación de óvulos.

Giraldo, director del departamento internacional del grupo Inser Colombia, reafirmó que cualquier compensación económica otorgada a las donantes debe limitarse a cubrir los costos asociados con su participación en el procedimiento, como el transporte o el tiempo dedicado al proceso, sin considerarse como una transacción económica de los óvulos, línea que se vuelve difusa a falta de los entes reguladores que le pongan la lupa a los centros médicos de fertilidad.

El proceso de reclutamiento de las jóvenes como Isabella inicia con un mensaje que incluía instrucciones específicas: llenar un formulario con datos personales, adjuntar una fotografía de rostro (donde los atributos como ojos o cabello claro, que según la intermediaria “llaman la atención “, sean especialmente visibles) y mencionar el nombre de la persona que las refirió. Posteriormente, son contactadas desde Bogotá, donde se corrobora su apariencia mediante una videollamada.

De acuerdo con uno de los audios revisados por este medio, se enfatiza en enviar un mensaje, que permanece anónimo, a las familias receptoras explicando que la decisión de donar se fundamenta supuestamente en el deseo de ayudarlas a cumplir su sueño de ser madres, instruyendo a las jóvenes no mencionar la compensación económica, cuando fue el motivo por el cual fueron contactadas.

Según Julieth Rincones Campo, abogada experta en responsabilidad médica, especialista en Derecho Médico y Derecho Procesal, recuerda que “quien trafique, compre, venda o comercialice componentes anatómicos humanos incluidas las muestras biológicas humanas e información asociada, incurrirá en pena de tres (3) a seis (6) años de prisión”.

Por lo tanto, Rincones enfatiza que la donación de óvulos “no puede darse bajo la idea de recibir algún tipo de contraprestación económica ni por el donante, receptor ni otra persona natural o jurídica relacionada, ya que cualquier remuneración sería considerada como una venta”.

Sin embargo, el esfuerzo que requiere el procedimiento es compensado económicamente por las clínicas por el tiempo invertido, aunque ambos expertos coinciden que los montos no deben considerarse como pago por los óvulos.

La especialista en Derecho Médico y Derecho Procesal consideró que “las IPS podrán argumentar que ellos no realizan ningún tipo de transacción económica con los pacientes o que desconocen aquellos terceros que utilizan su nombre para reclutar algunas jóvenes para tales fines, por ello, esto es algo que debe estar bajo la lupa de los entes de control, pues este tipo de prácticas podría generar graves problemas de salud pública, abrir las puertas a redes de tráfico que inducen o coaccionan a las personas a someterse a un proceso invasivo como lo es la donación de óvulos a cambio de dinero en vez de hacerlo de manera voluntaria y altruista, evitando que las personas sean explotadas por algún tipo de necesidad económica”.

Por su parte, Giraldo advirtió que “es una compensación que no llega a los $4 millones, creo que no llega ni a la mitad, que no es un dinero muy grande para todo el esfuerzo que tienen que hacer, entonces hay que tener cuidado con eso”.

Finalmente, el médico ginecólogo recomienda a las posibles donantes acudir únicamente a centros avalados por la Asociación Colombiana de Centros de Reproducción (Accer). “Es la manera más segura de garantizar un proceso ético y transparente”, afirmó.

¿Cómo funciona?

El proceso de donación de óvulos, según el doctor Giraldo, se trata de un proceso riguroso que requiere el compromiso de la donante durante varias semanas o meses.

Para ser donante, la mujer debe cumplir con ciertos criterios de salud y bienestar como tener entre 18 y 29 años, no presentar antecedentes familiares de enfermedades hereditarias o psiquiátricas, gozar de buena salud física y ginecológica, pasar una evaluación psicológica y una evaluación genética, que implica pruebas de cariotipo y un perfil de portador genético para prevenir riesgos de consanguinidad.

El médico también explica que “un estilo de vida sano, que no haya promiscuidad, que no haya abuso de sustancias, ojalá que no haya cigarrillos” son factores importantes en las potenciales donantes.

La donación ayuda a mujeres que no pueden tener hijos por distintas razones, ya sea por cirugías de extirpación de los ovarios, un tumor, mujeres jóvenes (25-30 años) con falla ovárica prematura, porque tienen óvulos de pobre calidad que no permiten la formación de embriones que den lugar un embarazo o porque cada vez la edad en que las mujeres empiezan a buscar su embarazo va en un aumento constante, detalló el ginecólogo especialista.

Durante las fases del proceso de donación, la mujer que va a donar sus óvulos pasa por una ardua evaluación de su salud física, ginecológica, psicológica y genética.

“Estas mujeres tienen una evaluación supremamente profunda (...) Entonces muchas veces nos hemos encontrado a mujeres con cáncer de tiroides, con tumores de ovario, endometriosis, ovarios poliquísticos, que no se habían dado cuenta y que por los procesos de estudio tras la donación lo han podido encontrar”, contó el médico especialista de Inser.

“Tienen un gran beneficio porque la evaluación genética les ayuda mucho. Nos hemos encontrado temas en la evaluación que son muy relevantes, (enfermedades) que no las habían encontrado de alguna otra manera y que más adelante habrían desarrollado una patología”, añadió.

Según el grupo Inser, por recomendación de la Sociedad Interamericana de Reproducción Humana, una mujer donante puede donar sus óvulos en máximo 10 ciclos para evitar la consanguinidad inadvertida.

“No les pasamos fotografías porque es anónimo, así lo sugiere la ley en Colombia. Hay muy poquita legislación sobre reproducción, pero la donación de óvulos quedó incluida en la ley de donación de órganos y tejidos”, precisó el ginecólogo especialista.

Posteriormente, en el momento de la donación, las mujeres deben someterse a tratamientos hormonales y pasar por la extracción de los óvulos bajo sedación, un proceso que, indica Giraldo, no afecta la reserva ovárica de la donante, es decir la cantidad de óvulos que tiene una mujer en sus ovarios a lo largo de su vida reproductiva.

Tras su primera menstruación, una mujer tiene aproximadamente 300.000 óvulos. “Cada mes se reactivan unos mil óvulos y se mueren todos menos uno, que es el que se ovula cada mes”, indica Giraldo para asegurar que durante el procedimiento se “utilizan óvulos que de todas maneras se van a perder en ese mes, que a esa mujer se le van a morir en el ovario ese mes, no nos estamos gastando la reserva de óvulos de la mujer. Eso es muy importante porque en la donación de óvulos, hay que ser claro, uno no está haciendo algo que le vaya a generar un daño a la donante”, explicó el médico.

Cabe destacar que aunque el proceso es considerado seguro, debido a la administración de medicación hormonal y el paso por el quirófano, también existen riesgos leves y poco frecuentes para la mujer donante como el síndrome de la hiperestimulación ovárica.

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