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Así son los malabares de la campaña de Quintero por Upegui

El exalcalde no quiere que nadie sepa cuál va a ser su próximo movimiento de campaña.

  • El exalcalde Daniel Quintero durante uno de sus volanteos en la ciudad. FOTO: imagen tomada de redes.
    El exalcalde Daniel Quintero durante uno de sus volanteos en la ciudad. FOTO: imagen tomada de redes.
  • Las dos facetas del exalcalde durante sus días de campaña. Por la noche ora y por el día difama. FOTO: imágenes tomadas de redes sociales.
    Las dos facetas del exalcalde durante sus días de campaña. Por la noche ora y por el día difama. FOTO: imágenes tomadas de redes sociales.
07 de octubre de 2023
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El exalcalde Daniel Quintero completó su primera semana de campaña después de convertirse en el primer mandatario de Medellín escogido democráticamente en renunciar a su cargo.

Desde el momento en que anunció que dejaba la ciudad al garete, Quintero dijo que estaría de lleno haciéndole campaña a Juan Carlos Upegui, el primo hermano de su esposa.

Por ahora, sus días como candidato a la alcaldía por interpuesta persona han sido, en buena parte, una copia de lo que fue su campaña hace cuatro años: en los bajos de las estaciones del Metro ha repartido volantes con cartas escritas a mano, ha visitado casas en los barrios más periféricos, ha recordado su historia de pobreza y también se ha grabado y fotografiado orando.

La promesa imposible de congelar las tarifas de los servicios públicos apareció ahora en forma de Metro gratis.

Pero Quintero, que hace cuatro años denunciaba ser víctima de campañas negras, ahora aparece como victimario. Esta versión de candidato parece no tener líneas rojas: es violenta, desesperada dirán algunos.

El primer día de campaña imprimió unas fotos de sus opositores políticos a blanco y negro, las levantó y se las mostró al público (que bien podían ser 10 o 100 personas) y, micrófono en mano, les preguntó: “¿Esta (foto) a dónde la tiramos, a la basura o a las urnas?” Y arrugó y tiró a una caneca la foto de cada uno. Solo al final, tomó un volante de Upegui, ese sí a color, y lo metió en una caja de cartón.

Dos días después, el pasado martes 3 de octubre, hizo su primera correría por las estaciones del Metro. En la mañana estuvo en El Poblado y al final de la tarde, en Tricentenario y Acevedo. El viernes madrugó a Exposiciones. Siempre con un micrófono puesto y con una cámara siguiéndolo para captar el momento en que alguien lo abrace o lo felicite o le diga que va a votar por Upegui.


En Tricentenario, Norela, una vendedora ambulante de empanadas quiso darle las gracias porque durante su alcaldía los funcionarios de Espacio Público no le pusieron problema, como le había ocurrido en otras administraciones.

Lo buscó y le regaló un par de empanadas. Quintero supo que la pelota le había quedado rebotando al frente de la línea de gol, una oportunidad que no se podía perder: “Yo fui el mejor Alcalde para los venteros, ¿sabe por qué? Porque yo fui ventero”, le dijo.

Luego fue hasta el puesto y le compró las 20 empanadas que le quedaban, fueron $30.000. “¿Qué hace un exalcalde desocupado?, se pone a vender empanadas”, así empieza el video que hizo con Norela. Después, con cinco o seis flashes encima, Quintero le pregunta: ¿vos crees lo que dice Fico que los venteros ambulantes son delincuentes? “¡No hombre! Si uno lucha es por la familia. Entonces él no cree en la familia, porque detrás de cada ventero hay una familia”, le respondió.

—¿Entonces vas a votar por Upegui? —le pregunto a Norela tres días después del video.
—No sé...
—¿Y eso?
—Lo estoy pensando, el último día ahí en el puesto decido. Yo no soy petrista, pero uno también piensa: ah, que robe otro, no siempre los mismos.

Las dos facetas del exalcalde durante sus días de campaña. Por la noche ora y por el día difama. FOTO: imágenes tomadas de redes sociales.
Las dos facetas del exalcalde durante sus días de campaña. Por la noche ora y por el día difama. FOTO: imágenes tomadas de redes sociales.

Pero quizá el rasgo más característico de estos primeros días de campaña del exalcalde ha sido la fugacidad. De repente aparece y desaparece repartiendo volantes sin previo aviso, sin hacer invitaciones, sin parafernalia, sin periodistas, sin su esposa, sin el mismo Upegui la mayoría de las veces.

Solo, con su esquema de seguridad y un par de voluntarios cercanos. Horas o días después de las actividades, sube videos en los que se ve abrazando y tomándose fotos con gente que parece que lo quisiera mucho. También mandando muchas bendiciones. Dios, y las palmas de las manos bien juntas en posición de oración están en casi todas las piezas de campaña. “Muchas bendiciones”, le dice a todo el que lo saluda.

Las jornadas matutinas empiezan con un saludo al aire: “Muy buenos días, muchas bendiciones, que sea un día lindo, bonito, en victoria”. Horas antes de anunciar su renuncia publicó en su Instagram un pasaje del profeta Samuel en el Antiguo Testamento: “Y hubo un tiempo donde los gobernantes salían al campo de batalla”. El día que renunció se fue a abrazar una cruz con los ojos cerrados mientras le tomaban fotos.

Una transformación de 180 grados si se compara con el Quintero de los últimos días en La Alpujarra que insultaba a los gritos a concejales y medios de comunicación. Sin embargo, el exalcalde no necesita días o semanas para conseguir esa metamorfosis, puede hacerlo en horas, en minutos si se lo propone: en la mañana se graba tirando las fotos de sus opositores a la basura y en la noche comprándole todas las empanadas a una vendedora ambulante.


Aunque sus publicaciones muestran lo contrario, no todo el que se lo encuentra lo saluda y lo bendice. Hay quienes aunque le piden fotos lo aborrecen, como el vendedor de confites de la estación Acevedo, al que le compró dos paquetes de galletas cuando lo visitó. Quintero se fue de la Alcaldía como el exalcalde más impopular del que se tenga registro en Medellín, y en la calle se nota.

—Es que tiene la ciudad muy abandonada. No es sino que uno vaya al centro pa’ que sienta ese olor a mierda por todas partes. Dice el confitero.
—¿Y entonces por qué se tomó fotos con él?
—Ah, porque así soy yo.

Quienes se lo han encontrado haciendo campaña confirman que lo han visto solo, tranquilo, con un equipo pequeño, sin hacer mucha bulla. Dicen que hay gente que lo saluda y otra que muy de vez en cuando, le hace reclamos o lo insulta. La reacción que predomina, cuentan, es la indiferencia: “la mayoría de la gente pasa y ni se de cuenta de que está, ni le para bolas”, agregó un testigo.

Donde sí le pararon bolas fue en la Plaza Minorista este viernes. Allá también se apareció de sopetón pero se llevó una madreada bíblica. Por eso es que Quintero no avisa para dónde va a hacer campaña, ni con quien ni hasta qué horas. Cada movimiento suyo, por más improvisado que parezca, está bien calculado. Aún así, las cosas no le salen siempre como espera.

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