Como si se tratara de una celebridad o un aparato venido del espacio, decenas de medellinenses se abalanzaron esta semana sobre una camioneta plateada que apareció rodando por la Avenida El Poblado a la altura del Hotel Dann Carlton.
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El carro se trata del nuevo Cybertruck fabricado compañía estadounidense Tesla, que a menos de un año de empezar a ser entregado a sus compradores ya rodó por la capital antioqueña y volvió a despertar la fascinación y curiosidad de muchos por los autos importados.
Aunque en Estado Unidos el vehículo es desde diciembre de 2023 un rotundo éxito en ventas, casi cuatro años después de que Elon Musk lo presentara, aquella controvertida caja metálica sigue siendo un aparato exótico en el mercado colombiano.
Y es que más allá de su precio, que dependiendo de su versión oscila entre los US$79.990 y los US$99.990 (entre unos $335 y $418 millones aproximadamente al cambio de hoy), comprar el vehículo no es asunto fácil, ya que la compañía aún no lo vende directamente en Latinoamérica.
Sobre la llegada de Tesla a Colombia mucho se ha especulado. Tan solo en marzo pasado, se filtró a la opinión pública que la empresa ya había gestionado un registro en la Cámara de Comercio de Bogotá en enero de 2024, para poder eventualmente vender sus productos en el mercado nacional.
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A finales de ese mismo mes, en la red social LinkedIn, la compañía también publicó una oferta de empleo buscando un country general manager para el país, que tendrá la misión de liderar esa incursión en el mercado.
Sin embargo, la empresa aún no ofrece sus productos al público, lo que ha despertado entre muchos la intriga de cómo es posible traerse al país un carro que solo se vende por fuera, en este caso en países como Estados Unidos.
Carlos Jaramillo, quien desde hace más de cuatro décadas lidera la empresa Poblautos, especializada en la venta de vehículos de alta gama, explica que aunque para el grueso de la población pueda ser desconocido hay todo un mercado especializado en la importación de vehículos, que tiene en Medellín una de sus más competidas plazas.
Aunque en días recientes la atención se ha centrado sobre el Cybertruck de Tesla, la importación de vehículos es una actividad de larga data en país y la ciudad.
Según explica Jaramillo, empresas como la suya se dedican a llenar el vacío que dejan en el mercado las casas fabricantes a las que no les resulta rentable abrir operaciones en un país en donde sus vehículos no tendrían mayor rotación.
Para los pocos Cybertruck que ya están rodando en Colombia, Jaramillo explica que en todos esos casos la compra seguramente comenzó en Estados Unidos.
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Desde allí cualquier persona natural o cualquier empresa puede comprarle a Tesla el vehículo, que solo son comercializados a través de la página web de la compañía, desde donde desde hace varios años empezaron a hacerse las reservas.
Como con cualquier otro consumidor, luego de que el vehículo sea producido, Tesla se contacta con el comprador y acuerda la entrega en Estados Unidos.
Aquí entran los importadores, que luego de hacerse al carro pueden facturarlo para Colombia; es decir, revenderlo y sacarle un margen de ganancia.
Además de la obligación de tener una empresa con un objeto social de exportación, quien desee venderlo en el país también debe tener bajo regla el título del vehículo, que en Estados Unidos es el que acredita al comprador como propietario legítimo del mismo.
La obtención de dichos títulos pueden tardar de entre tres a seis meses, un margen que explica la tardanza para que muchos de esos lanzamientos se vean en las calles de la ciudad.
“Cuando la venta ya está concretada, la vitrina que exporta se va para una naviera, pide turno y lo despacha para Colombia. Cuando ocurre eso hay un número VIN, que es la identificación del vehículo, algo así como su cédula de ciudadanía. Con ese VIN se saca la declaración de importación, que es el documento que expide la Dian con el que se pueden tramitar los documentos para entrar el vehículo”, explica Jaramillo.
Al valor de todos esos trámites, añade, se le suman también los impuestos de nacionalización, que incluyen el arancel, el IVA e impoconsumo, más los gastos de movimientos en puerto, estampillas, entre otros.
“Los impuestos también varían dependiendo del tipo de vehículos; es decir, si son a gasolina, híbridos, eléctricos y dependiendo del valor. Si es un vehículo de menos de $30.000 dólares tiene un tipo de arancel, y si vale más tiene otro”, explica.
A raíz de la complejidad de estos trámites, y los costos que van sumando a los vehículos, Jaramillo explica que lo más usual es que precisamente se usen para la comercialización de vehículos de alta gama.