El fuego emergió en el centro del círculo y convocó los recuerdos de las personas alrededor. También sus dolor. Los versos de un antiguo poema irlandés sobre una vida que ya no responde a las palabras ni a las misas de los domingos, y que se marchó con las hadas y con los espíritus del bosque todavía estaban suspendidos en el aire y se clavaban en los presentes como se clava un viento entre las costillas y el pecho.
Acaban de cumplirse cuatro años desde que el covid arrebató las primeras vidas de las más de 19.000 que se extinguieron en medio de las cuatro olas pandémicas en Antioquia. Y esta fue la manera en la que decenas de familias les rindieron homenaje este lunes 29 de abril, en el Cementerio San Pedro, a los seres queridos que perdieron en medio de la pandemia.
El Ritual del Fuego a los fallecidos por covid hace parte del Programa de Acompañamiento al Duelo del Cementerio San Pedro, un espacio con el cual la entidad ha logrado lo impensado: crear un vínculo con decenas de familias que nace de la muerte de sus seres queridos. Ana María Cortés, coordinadora del Programa de Acompañamiento al Duelo, lo explicó en unas cuantas palabras antes de comenzar el ritual: “Cuando usted trae a su familiar acá no es el último día, es el primer día de un proceso largo que toma no semanas, ni mesecitos, sino que toma años”.
Esta vez fue el fuego, pero otras veces han sido caminatas en el silencio nocturno del camposanto, o una fiesta de imágenes, un ejercicio de escritura, la música o las conversaciones directas y difíciles en torno a la muerte y al calor de un tinto. Todos esos espacios que ha creado el San Pedro le han permitido construir una comunidad de familias que se reúne, principalmente, en torno a dos objetivos: sanar y aprender a convivir con la muerte como realidad cotidiana.
Claudia Cecilia Villa Álvarez llegó al ritual en el que quiso buscar en el fuego el rostro y la voz de su papá. Juan de Dios, o Lunita llena, como ella lo bautizó por la generosa panza que tanto le gustaba abrazar, tenía 88 años y le encantaba la música a todo taco.
En noviembre de 2021 se enfermó, al principio parecía una gripa, pero después su salud empezó a deteriorarse rápidamente. Lo ingresaron al hospital. A partir de ese momento, cuenta Claudia, todo ocurrió muy rápido. De habitación pasó rápido a aislamiento, donde solo podían ingresar un rato a acompañarlo y ataviados con botas, batas, tapabocas, todas esas cosas que en aquel entonces les recordaban con crueldad a las personas el valor insuperable del contacto físico en momentos difíciles.
Claudia lo tranquilizaba con su voz y las historias de los nietos y bisnietos. Pero una semana después del aislamiento Juan de Dios falleció. Claudia estuvo ahí. Cuando supo que era el momento empezó a hablarle para tranquilizarlo de cada uno de los integrantes de la familia, desde el más viejo hasta el más niño, recordándole su legado; el modelo de dedicación y disciplina que dejó como trabajador ejemplar de Fabricato y luego como voceador de EL COLOMBIANO durante años en Andalucía; su alegría al ver reunida a su familia, su vitalidad, sus ganas de bailar y escuchar música a todo volumen. Eso que hizo en vida, le dijo Claudia en esa despedida, sería su continuidad en el mundo ahora que su presencia física se extinguía.
Otras pérdidas que ha tenido Claudia en estos años la acercaron al San Pedro, no como un mero lugar donde se entierran seres queridos, sino como un refugio para encontrar algunas respuestas a las preguntas tan difíciles que impone una pérdida. Por eso, cumplió la cita con el Ritual del Fuego para recordarle que sigue vivo en toda la familia y que aunque pase el tiempo sigue anhelando volver a bailar con él.
Según han señalado los expertos en salud mental, una de las principales conversaciones postergadas en la sociedad colombiana es el duelo aplazado que dejó la pandemia en miles de familias que perdieron a sus seres queridos. La despersonalización de esa pérdida, la imposibilidad de los rituales de despedida, las desapariciones prematuras.
Tal vez por eso sigan faltando más rituales del fuego para tratar de hacer el duelo de esos dos años de pandemia y de la estela de dolor que dejó en miles de familias.