Una de las cosas que más hace sentir orgullosos a los habitantes de Laureles y que es una de las razones para que este sector sea uno de los más apetecidos para vivir es el “techo verde” que se sobrepone a las casas de sus habitantes. Las copas de los árboles llegan a ser tan frondosas que anchos corredores del barrio están convertidos en túneles de ramas que protegen del sol en los días más calurosos y mantienen en él un aire fresco con cierta esencia a monte.
Sin embargo, tras lo ocurrido hace siete días, más de uno mira constantemente hacia arriba, pues así esperan evitar que una pesada rama de alguno de los antiguos árboles de la zona les caiga encima.
Y es que el pasado sábado un centenario árbol de gran envergadura –y cuyo tronco tenía casi un metro de diámetro– cayó sobre un costado del primer parque de Laureles, afectando tres vehículos y dejando al encargado de las celdas de parqueo con una pierna fracturada. Las pesadas ramas quedaron a centímetros de un apartamento, lo que causó pánico en los vecinos, el que aún se mantiene, al igual que los restos de la planta que todavía no han sido recogidos.
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Pero este caso no ha sido el único, Según el Dagrd en lo que va de 2023 son 107 los incidentes de caída de árboles –sobre todo en zonas residenciales del occidente– que se han presentado en Medellín más que todo cuando la ciudad es sacudida por fuertes tormentas como la ocurrida el pasado 7 de marzo. Ese día, cerca de la estación Bicentenario del Tranvía otro árbol cayó sobre tres taxis, mientras que en Campo Valdés ocurrió lo mismo afectando a otro grupo de automotores. En 2022 se presentaron 934 caídas de árboles, en 2021 fueron 1.073 y en 2020 1.058.
Pero ¿porqué se están cayendo los árboles de la ciudad? De acuerdo con Guillermo Vásquez Velásquez, decano de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional sede Medellín, si bien cada uno de los 424.910 árboles que hay en Medellín –independiente de su estado de salud– es susceptible de caída, el académico enfatizó en que lo que comenzó con una buena intención de los habitantes de la villa para arborizar un valle que más parecía un potrero, nos está pasando factura hoy.
“Los ciudadanos de tiempo atrás, entre 150 y 50 años, sembraron con mucho amor en el antejardín o en los alrededores de sus casas varias maticas que por años han cuidado mucho, incluso de generación en generación. Pero varias de esas matas se volvieron árboles que no son adecuados para los espacios en los que fueron sembrados, ya sea por su sistema de raíces o porque con el paso del tiempo presentan ahuecamientos o patologías que los ponen en riesgo de caída”, añadió el catedrático.
Según Vásquez, a los factores de riesgo inherentes a dichas plantas ahora hay que sumar su longevidad, su crecimiento en espacios que hoy ya están urbanizados, así como la falta de poda y cuidado. Todo esto aumenta los riesgos de que terminen derribados sobre personas y vehículos.
¿Visitas suficientes?
Ante la importancia que radica el mantenimiento constante de los árboles, de acuerdo con la Alcaldía de Medellín varias entidades intervienen el arbolado público de la ciudad dependiendo de dónde se encuentren. Dentro de estas se registran EPM, el Metro, Emvarias, Inder, Metroparques así como las secretarías de Medio Ambiente y de Infraestructura.
“El mantenimiento de árboles en zonas verdes públicas se realiza de manera diferencial ya sea a través de la Subsecretaría de Construcción y Mantenimiento o la Subsecretaría de Recursos Naturales”, señaló la municipalidad indicando que para ello se contratan operadores privados.
De otro lado, sin precisar la periodicidad, frente al tema de las visitas, la administración le dijo a EL COLOMBIANO que los árboles son objeto de revisión mediante recorridos en el que se que identifican la necesidad de revisión ya sea por algún factor externo o por reportes previos.
Aún así, “la evaluación del componente arbóreo, por ser de carácter visual es limitada, y no evita que posteriormente se puedan presentar situaciones que se escapan del alcance de una inspección, toda vez que los árboles son seres vivos y pueden verse afectados por situaciones medio ambientales no previsibles en muchos casos”, reconoció la Alcaldía.
Sin embargo, pese a lo que señala el distrito, en la falta de mantenimiento radican las quejas de varios ciudadanos. Por ejemplo, en el cruce de la circular 74 con la transversal 39B se encuentran bellas plantas que crecen gracias a la buena mano de don Ángel Cardona. Sin embargo, en toda la esquina hay un frondoso árbol de cheflera que pese a los cuidados de este jardinero agoniza, ya que un grupo de insectos lo invadió. Mientras que las ramas altas “acarician” los cables de alta tensión que surten de energía el sector, en su base una montaña de aserrín producida por la plaga ya esconde algunas raíces, por lo que se vaticina que su caída –casi inminente– por lo menos dejará a oscuras la zona.
“El árbol está enfermo, ya qué le vamos hacer, por eso le estamos rogando hace días a la alcaldía para que vengan a cortarlo, pero no nos hacen caso. Ni vienen a verlo porque dicen que eso es parte de un edificio, ni tampoco dan el permiso para nosotros cortarlo. Hasta que no se caiga y haga daños, no va a pasar nada”, apuntó un vecino.
En la misma línea de Laureles opinaron en Buenos Aires tras la caída del árbol. Allí un vecino dijo que en los cinco años que lleva en la zona, solo vio en una ocasión a los operarios haciéndole poda a lo que hoy son leños sin recoger. “Acá solo vinieron rápido a colgar la pancarta del alcalde que decía que redujeron las tarifas de los servicios”, apuntó.
Los hombres tiene razón en el sentido de que algunas herramientas para que los ciudadanos reporten los árboles afectados no funcionan tan bien como esperan las autoridades. Por ejemplo el Área Metropolitana ofrece un número en el que no contestan; mientras que la plataforma del Sistema de Árbol Urbano SUA requiere registro y no es fácil de manejar.
Ante este panorama el decano Vásquez es enfático en señalar que, si bien la existencia de un árbol trae un riesgo inherente de caída, la única forma de minimizarlo es brindarle los mejores cuidados.
“Y para eso se requieren equipos especializados, tomógrafos e inspecciones oculares. Entendemos que en una ciudad que tiene cientos de miles de árboles puede resultar en un trabajo dispendioso y que requiere todo un proyecto permanente de evaluación fitosanitaria para que se minimice el riesgo”.
Los árboles de la ciudad cumplen un importante papel pues no solo reducen la temperatura del Valle, mitigan los riesgos del clima, y se convierten en el hogar de varias especies de animales y otras plantas a la vez que contribuyen con un urbanismo más armónico. Sin embargo, de no ponérsele cuidado a este tema, todo podría irse al traste y la ciudad perdería las motas verdes que se ven entre tanto color ladrillo.
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mil árboles tiene el Aburrá en su área urbana. El 65% de ellos están en Medellín.