Los 125 árboles de acacias amarillas que hace 60 años fueron sembradas para ayudar a darle vida a lo que posteriormente se conocería como Provenza, llevan años sometidos a todo tipo de maltratos: desde kilos de basura apilados en su base hasta todo tipo de intervenciones, perforaciones, mutilaciones para instalar letreros y todo tipo de elementos.
Pero, por fin, los comerciantes y el Área Metropolitana sellaron un compromiso para proteger a estos árboles que tienen declaratoria patrimonial en Medellín. La preservación de estos árboles no es un tema menos. De hecho, la conservación de las características que hacen de Provenza lo que es, está estrechamente ligado a que estos árboles sigan en pie, pues en los 50, cuando el Instituto de Crédito Territorial compró los predios de la entonces llamada finca Provenza, mantuvo los árboles que los propietarios de la finca habían sembrado en sus antejardines y que con el paso de los años se convirtieron en un imponente mini bosque urbano.
Por su historia e importancia, el municipio elevó estos árboles a la categoría de patrimoniales, pues no solo cumplen embellecen la zona y regulan la temperatura, sino que cumplen una función vital en el ecosistema, brindando refugio a especies como aves y lechuzas, las cuales ayudan a controlar la población de roedores en la zona.
Pero desde que Provenza se convirtió en el sitio de rumba por excelencia en Medellín, estos árboles terminaron “esclavizados” y empezaron a padecer todo tipo de problemas y patologías que, con el paso de los años, han causado un profundo deterioro poniendo en riesgo su permanencia en la zona. La instalación de letreros, lámparas y cámaras en los árboles, utilizar clavos, alambres y otros elementos invasivos, estaban afectando su salud. Estas intervenciones inadecuadas crean heridas que facilitan el ingreso de bacterias, hongos y otros microorganismos, lo que pone en riesgo su supervivencia.
Ante tal amenaza, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, en articulación con el Distrito de Medellín y la corporación Provenza, han liderado una campaña para concientizar a los comerciantes sobre el impacto de estas prácticas. Alejandro Vásquez Campuzano, subdirector ambiental del Área, indicó que “gracias a este esfuerzo, hemos logrado el desmonte de muchos de estos elementos en el sector, desafortunadamente hay algunos árboles que siguen afectados. Pero vamos a continuar desde el Área Metropolitana trabajando de la mano con los comerciantes y el distrito hasta lograr el desmonte de todos los elementos”.
El Área ha intentado –por las buenas, como se dice, adelantar el desmonte de todos los elementos que atentan contra estos árboles, pues en los últimos meses desde la entidad han recordado a los comerciantes que atentar contra el patrimonio natural y cultural de la ciudad puede acarrear duras sanciones.
“Los comerciantes están profundamente comprometidos con el entorno porque saben que el principal valor del sector de Provenza es todo su activo ambiental y arbóreo”, aseguró Paul Carder, vicepresidente de la Corporación Provenza.
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Pero a pesar de los avances, las autoridades ambientales han detectado que en algunos locales continúan vulnerando las normas establecidas, poniendo en riesgo tanto los árboles como la fauna asociada. Por eso la autoridad ambiental lanzó nuevamente la advertencia a los comerciantes y comunidad en general de que la Ley 1333 de 2009 establece sanciones de hasta 5.000 salarios mínimos para quienes continúen afectando el medio ambiente.
En otras zonas de la ciudad, con liderazgo de los comerciantes que ya se han sumado a la causa de recuperar los árboles, se ha logrado revertir las amenazas contra el patrimonio natural y ecológico de la capital antioqueña, tal como ha ocurrido en el parque de El Poblado, la 70 y el barrio Carlos E. Restrepo, donde se han presentado situaciones similares.
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Un caso de éxito es el de las palmas patrimoniales del Centro. En año pasado, la Alcaldía lanzó un operativo para recuperar algunas palmas datileras de las canarias, esas que le dan el paisaje inconfundible a Plaza Botero por todo el sendero que conduce al Hotel Nutibara, y que las tenían convertidas en muladar, baño público y hasta en perchero de todo tipo de cachivaches. También actuaron para rescatar dos palmas reales de Cuba ubicadas en toda la esquina de Barrio Triste, que al momento del operativo fueron halladas con todo tipo de vallas, cables, perforaciones, colgandejos y sus bases convertidas en vertedero de aceite y cualquier tipo de desechos mecánicos.
