El ataque de Rusia a Odesa este martes, una de las centrales portuarias más importantes por las que Ucrania sacaba el trigo, la cebada y el maíz a Europa, África y algunos países de Occidente, ponen de manifiesto lo que el gobierno ruso y sus militares dejaron claro desde hace un año: o cumplen con sus exigencias, o su bloqueo militar sobre la vía marítima del Mar Negro continuaría, sin importar qué tanto se afecten los precios de los granos y cereales y se impacte la economía mundial.
Este último ataque se da a menos de ocho horas de terminado el pacto del Mar Negro, un pacto que permitía a Ucrania exportar al año 30 millones de toneladas de trigo y otros granos y cereales, y que sin su vigencia, ya se ha empezado a sentir el aumento de los precios, tal y como lo prevé la Junta de Comercio de Chicago (CBOT por sus siglas en inglés), que en su último informe reseñó un aumento de un 4.2% en los precios del trigo a nivel mundial.
Para evitar el desplome de las exportaciones y el efecto dominó que produciría sobre los precios que al fin de cuentas terminarían pagando los consumidores finales, el presidente ucraniano lanzó dos propuestas que no tuvieron mucho eco: la primera, seguir usando las rutas del Mar Negro “a las malas” y sin aceptar las condiciones de Rusia; y la segunda, usar las carreteras y rutas antiguas para llevar le grano y el aceite vegetal del cual es productor mundial.
El desafiante presidente de Ucrania, Volodomir Zelenski, hizo un llamado a que “incluso sin Rusia, se debe hacer todo lo posible para que podamos utilizar ese corredor (para las exportaciones) en el mar Negro. No tenemos miedo”, pero la respuesta de Rusia fue clara y no dudo en declarar objetivo militar todo lo que se mueva por esa ruta sin su permiso o consentimiento.
“A falta de garantías de seguridad adecuadas, se plantean algunos riesgos”, declaró el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, y enfatizó que si “se prepara algo sin Rusia, se deben tener en cuenta esos riesgos”. Al tiempo, el funcionario ruso señaló el cierre de la puerta a las exportaciones de granos y cereales ucranianos y lo justificó indicando “que es un hecho evidente que el régimen de Kiev utiliza esta zona con fines militares”.
En la segunda propuesta, Zelenski propuso que al igual que hace algunos años, se utilicen las rutas terrestres para sacar las cosechas de maíz y trigo, pero de inmediato escucho voces de rechazo debido a que este mecanismo solo aumentaría los costos que, como bien lo expresó el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, millones de personas tendrán “que pagar el precio” de la decisión rusa que “afectará a las personas más pobres del mundo”.
Hasta la Unión Africana, una asociación de 55 países que apela a los principios de humanidad e igualdad, rechazó los planes rusos y “lamentó el cierre” de la ruta comercial.
Lo que detonó la decisión
El ataque militar de Ucrania a un puente que une el territorio ruso con la península de Crimea, fue el detonante para que el gobierno de Vladimir Putin decidiera tomar represalias con el cierre de la ruta comercial y un contraataque ruso al puerto de Odesa que no dejó víctimas humanas.
La ofensiva militar fue denunciada por el comandante de las fuerzas terrestres ucranianas, Oleksandr Sirski, quien señaló que “desgraciadamente, los restos de los misiles abatidos y la onda expansiva del derribo dañaron la infraestructura portuaria y varias casas privadas”.
Otras de las voces que señaló los daños fue la del gobernador de Mikolaiv, Vitaliy Kim, quien informó que también una “instalación industrial” fue golpeada por este ataque en la capital homónima de esta región en el sur de Ucrania y un adulto mayor resultó lesionado, pero no fueron heridas de gravedad.
Como defensa, Ucrania informó que derribó “un total de 15 drones ‘kamikazes’ (explosivos) que participaron en el ataque. Once de ellos fueron destruidos en las zonas de responsabilidad de los comandos aéreos Centro y Este”.
Tras la ruptura del acuerdo, los países que ayudaron a sellar el pacto buscan una salida para que vuela a instaurarse y más porque ayuda a contener la inflación y la inseguridad alimentaria. En un año de vigencia se beneficiaron 45 países importadores, con China en primer lugar (7,75 millones de toneladas), España (5,6 Mt) y Turquía (3,1 Mt), según datos del centro de coordinación de Estambul.
30
millones de toneladas de granos y cereales pasaron en un año por los puertos del Mar Negro.
