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La vida de un sepulturero en Gaza: de pasar de enterrar 2 o 3 personas a 300 víctimas en un día en una región convertida en cementerio

Quienes se encargan de cavar tumbas para darle el último adiós a sus coterráneos no dan abasto. Las hectáreas de tierra para enterrar a las víctimas de la guerra se están agotando y ahora les toca acomodar como pueden a los muertos, a los que ya muy pocos van a despedir a su última morada.

  • La cifra de muertos en la Franja de Gaza por la guerra entre Israel y Hamás ya superó las 40.000 víctimas. FOTO: AFP
    La cifra de muertos en la Franja de Gaza por la guerra entre Israel y Hamás ya superó las 40.000 víctimas. FOTO: AFP
16 de agosto de 2024
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Bajo un sol abrasador, una media docena de hombres alinean bloques de hormigón sobre la arena creando espacios para las tumbas de los próximos muertos de la Franja de Gaza.

Son tantos los cadáveres que llegan al cementerio de Deir al Balah, en el centro del territorio palestino bombardeado por Israel desde hace más de diez meses, que los sepultureros apenas encuentran espacio para enterrarlos.

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“El cementerio está tan lleno que ahora cavamos unas tumbas sobre otras, hemos colocado a los muertos en niveles”, declaró Saadi Hassan Barakeh, que lidera el equipo de sepultureros.

Este palestino de 63 años, que ha pasado 28 enterrando muertos, contó que en “todas las guerras en Gaza [...] nunca vi algo así”.

“El cementerio de Ansar está ahora totalmente lleno. Había demasiados mártires”, explicó.

Una vez saturadas las tres hectáreas y media del cementerio de Ansar, Barakeh trabaja ahora en el camposanto de al Sueid, de cinco hectáreas y media.

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Barakeh trabaja sin descanso, incluso solo con un cementerio, frente a los dos de antes de la guerra desencadenada tras el letal ataque del movimiento islamista palestino Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre. “Desde las 06H00 de la mañana a las 18H00, todos los días”, indicó a la Agencia AFPTV.

Antes de la guerra, cada semana teníamos uno o dos entierros, cinco como máximo. Actualmente, hay semanas en las que entierro a 200 o 300 personas, es inimaginable”, confesó Barakeh, con la ropa manchada de tierra.

La cifra de muertos en la Franja de Gaza superó ya los 40.000 en más de diez meses de guerra, según el Ministerio de Salud del territorio gobernado por Hamás.

“No logro dormir”

Barakeh es testigo diario de las tragedias. Con la azada en la mano, alienta a sus doce trabajadores que le ayudan a cavar y cerrar decenas de tumbas al día. Pero por la noche, algunas imágenes son difícil de olvidar.

“No logro dormir tras haber visto tantos cuerpos de niños en pedazos y mujeres muertas”, explicó. “Enterré a 47 mujeres de una misma familia. De ellas, 16 estaban embarazadas”, añadió.

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En el ataque del 7 de octubre, comandos islamistas mataron a 1.198 personas en el sur de Israel, en su mayoría civiles, según un recuento de AFP basado en datos oficiales israelíes.

También secuestraron a 251 personas. El ejército israelí afirma que 111 siguen en Gaza, aunque 39 habrían muerto.

Israel lanzó una campaña militar de represalia en Gaza que ya ha dejado 40.005 muertos, según el Ministerio de Salud de Hamás.

“Enterré a muchas mujeres y niños, y solo a dos o tres tipos de Hamás”, que recientemente designó como su nuevo líder a Yahya Sinwar, considerado el cerebro del ataque del 7 de octubre, afirmó Barakeh.

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“¿Por qué los niños?”

Si los israelíes “tienen un problema con Sinwar, ¿por qué atacan a niños? Que maten a Sinwar y a todos los demás, pero ¿por qué las mujeres y los niños?”, dice con indignación este gazatí.

A su alrededor, se extienden lápidas blancas que ocupan casi todo el espacio disponible, mientras que en las pocas áreas que aún están vacías, los sepultureros siguen cavando nuevas fosas.

El equipo forma una cadena humana para transportar bloques de hormigón, cuyo precio se ha disparado desde que las fábricas de Gaza cerraron debido a la falta de combustible y materias primas.

“Un shekel antes de la guerra (unos 0,27 dólares), frente a 10 o 12 en la actualidad”, lamentó Barakeh.

Montones de tierra aún fresca dan cuenta de recientes entierros en los últimos días. Aparte de los sepultureros y otros trabajadores que cargan con los bloques de hormigón, casi nadie acude ya a los funerales, aseguró Barakeh.

“Antes de la guerra, podía haber mil personas que asistían al funeral de alguien; actualmente, hay días en los que enterramos a 100 personas y apenas hay 20 para darles sepultura”, comentó desolado.

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