Una investigación de la revista estadounidense Wired reveló una serie de operaciones encubiertas de la CIA durante la administración de Donald Trump (2017-2021) para debilitar y derrocar al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, de acuerdo con múltiples testimonios de exfuncionarios del gobierno y de la CIA.
Estas tácticas habrían incluido hackeos, sabotaje a infraestructura militar y campañas de influencia, todo en un intento por inclinar a las fuerzas armadas y la opinión pública contra el mandatario venezolano durante 2019, año en el que Juan Guaidó se proclamaba presidente interino del país.
Según las memorias del asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, John Bolton, entrevistado por la revista estadounidense, “el ascenso de Guaidó ayudó a cimentar la convicción de Bolton, de que “era hora de apretar las tuercas” a Maduro”, según resumió Wired.
Esto ocurrió en medio de una crisis política y económica en Venezuela, además de los cuestionamientos a nivel nacional e internacional sobre la legitimidad de la reelección de Maduro en 2018.
Fuentes del gobierno estadounidense y exfuncionarios de la CIA relataron a Wired que las acciones formaban parte de una estrategia secreta de la Casa Blanca, que también buscaba responder a la crisis humanitaria y política en el país.
Entre las operaciones destaca un ciberataque al sistema de nóminas militares venezolano, ejecutado por la CIA para interrumpir los pagos a soldados y sembrar el descontento entre las filas del ejército venezolano, con la esperanza de fomentar el respaldo al líder opositor Guaidó, según contaron cuatro funcionarios de la administración Trump y exfuncionarios de la CIA.
Según un exfuncionario, la acción “generó numerosas quejas entre los soldados por la falta de pago”, en un intento de resaltar las “ineptitudes del régimen” y debilitar la lealtad de los militares hacia Maduro.
La CIA, sin embargo, habría enfrentado serias tensiones internas y cuestionamientos sobre su efectividad de la campaña contra el jefe de Estado venezolano. Mientras la administración de Trump presionaba por tácticas agresivas, altos ejecutivos de la CIA habrían tenido dudas sobre la operación.
Para muchos en la administración, los esfuerzos de la CIA para “promover la democracia” y apoyar a organizaciones cívicas en Venezuela parecían insuficientes, y se consideraron poco efectivos.
En paralelo, y en colaboración con Estados Unidos, Colombia, durante el gobierno de Iván Duque, se unió a las acciones de sabotaje. Según describió Wired, “al menos una vez, Colombia intervino en la brecha. Los colombianos tienen una larga historia de colaboración con los paramilitares de la CIA y el Pentágono”, acordando a la inutilización de los aviones Sukhoi de la fuerza aérea venezolana, de fabricación rusa.
Aunque este esfuerzo buscaba golpear la capacidad militar de Maduro, resultó en una operación de poco éxito, pues solo un reducido número de aviones fueron dañados por parte de agentes colombianos, según el relato de un exfuncionario de alto rango.
El esfuerzo encubierto también incluía un plan respaldado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos para distribuir masivamente tarjetas de débito precargadas a ciudadanos venezolanos en caso de un cambio de régimen.
Estas tarjetas, financiadas en colaboración con el banco español Santander, pretendían ofrecer ayuda económica en un escenario post-Maduro. Sin embargo, el programa, conocido como “Venezuela Day One”, habría sido archivado y nunca se implementó.
También el cierre de la embajada de Estados Unidos en Caracas fue un punto crítico que debilitó los esfuerzos de la era Trump para derrocar a Maduro. Tras la decisión de desconocer el mandato de Maduro en 2019 y reconocer a Juan Guaidó como presidente interino, la Casa Blanca cerró la sede diplomática en Venezuela, eliminando un canal clave para la operación de inteligencia y limitando la capacidad de coordinación en el terreno.
Este cierre fue visto por algunos exfuncionarios de Trump como un grave error estratégico, ya que interrumpió los esfuerzos encubiertos y obstaculizó la recolección de inteligencia y el apoyo directo a los movimientos de oposición. Según un exfuncionario de seguridad nacional citado en la investigación de Wired, la salida de la embajada “arruinó todo de la manera más estúpida”.
Durante ese entonces, la administración Trump de forma pública había recurrido a una “estrategia de máxima presión” que incluyó sanciones y el embargo petrolero, que prohibió a las empresas estadounidenses importar petróleo venezolano, la principal fuente de ingresos para el país, en un esfuerzo para forzar la caída de Maduro.
Un Maduro “fuerte” habría impresionado a Trump
La oposición venezolana en ese entonces, aunque respaldó a Guaidó en un principio, comenzó a dividirse con el tiempo, lo que debilitó su credibilidad y capacidad de acción. Además, los esfuerzos de Guaidó por movilizar a la población en manifestaciones masivas y una serie de intentos de sublevación, como la “Operación Libertad” en abril de 2019, no lograron obtener el apoyo necesario en las calles ni desencadenar una insurrección militar.
Esta situación llevó a que Trump pensara que Guaidó era “débil”y “no tenía lo que se necesitaba”, según escribió el exasesor Bolton en sus memorias.
Además, según contó Olivia Troye, también exasesora de Seguridad Nacional de Trump, a Noticias Telemundo, coincide con la visión del republicano sobre Guaidó y su “admiración” por Maduro. “Creo que lo que le fascinaba (de Maduro) es que no lo podían sacar del poder”, recordó la exasesora.
“Para Donald Trump creo que él veía a Maduro y decía, ‘Oh, eso es lo que es ser un líder poderoso, que controla todo, qué bueno, mira, no lo pueden quitar’. Le fascinaba”, contó Troye. “Eventualmente, Trump se rindió con Guaidó”.