La nueva fase de tensión en Europa de cuenta de la crisis de los refugiados que huyen de la guerra en Siria tiene un capítulo con dos protagonistas: Grecia y Turquía. Desde 2016 este último, que no integra la Unión Europea, ha servido de barrera a la comunidad para evitar la llegada de personas de manera ilegal. Sin embargo, a finales de 2019 alcanzó 3,6 millones de refugiados y el Gobierno comenzó a amenazar al resto del continente con abrir su frontera.
Hay una cifra que evidencia la magnitud de lo que sucede en esa zona. Acnur considera que, desde 2011, más de 5,6 millones de sirios han huido de su país por la guerra. Es decir, el 64 % están varados en Turquía, la gran mayoría en la frontera que separa a un país en guerra (Siria) de otro que, si bien está en paz, tiene tropas en el conflicto (Turquía).
El paso que conecta a este último con la comunidad europea está en Grecia y el 28 de febrero la administración del presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, lo abrió. Desde entonces los refugiados intentan llegar a Grecia, pero ese país responde con la fuerza, al punto que el pasado 4 de marzo un sirio falleció por un disparo intentando cruzar.
Hasta se están dando pasos militares. Grecia aseguró que aviones de guerra del vecino país intentaron ayer sobrevolar sin permiso la región fronteriza de Evros. “En cinco años la paciencia se ha agotado y esto abre la puerta a la violencia y a los discursos hostiles”, explica la profesora de Política Social de la Universidad de Panteion, Maria Stratigaki, a la agencia AFP.