El ambiente en el Vaticano podría compararse con el de una guerra fría. El Papa Francisco está resistiendo a una ola de críticos que cuestionan su papel en las reflexiones que hace sobre la Iglesia Católica y su futuro.
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El obispo Georg Gänswein, uno de los hombres más cercanos al fallecido Benedicto XVI reveló que las relaciones con Francisco no eran tan idílicas y que –al haber limitado la celebración de la misa en latín, rehabilitada en 2007 por Benedicto XV– el pontífice argentino le había “partido el corazón” a su predecesor.
La anterior es solo una de las críticas que ha soportado el Papa argentino desde que falleció su antecesor. Incluso, Francisco respondió cuando regresó de su gira por África.
“La muerte de Benedicto XVI ha sido instrumentalizada por gente que quiere llevar el agua a su molino”, dijo mientras volaba en el avión que lo llevó a Roma desde Sudán del Sur.
“La gente que instrumentaliza a una persona así de buena, a un Santo Padre de Dios... Esa gente no tiene ética: es gente de partido, no de iglesia”, añadió Francisco al hablar por primera vez de los enfrentamientos internos y los ataques de los sectores más conservadores de la Iglesia católica.
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A mediados de enero, a raíz de la muerte del controvertido cardenal australiano George Pell, un periodista italiano reveló que el religioso había sido el autor de una nota anónima que atacaba duramente al jefe de la Iglesia católica.
Pell, uno de los colaboradores más cercanos de Francisco y quien contribuyó notablemente a poner orden las finanzas del Vaticano, sostenía que el pontificado “era un desastre en muchos aspectos” y que la reconocida capacidad diplomática de la Santa Sede registraba “graves fracasos”, además de haber salido debilitada por la guerra en Ucrania.
A los dardos de Gänswein y Pell se sumó el libro que publicó el cardenal alemán, Gerhard Müller. En el documento, el teólogo arremetió contra los proceso del jesuita y denunció que en el entorno de Francisco hay un “círculo mágico” que no tiene preparación
La publicación del cardenal estalló como una bomba. Incluso, un funcionario de la Secretaría de Estado, cuestionó que se hicieran públicas las críticas: “Cuando aceptas el título de cardenal, te comprometes a apoyar y ayudar al Papa”.
Para el vaticanista italiano Marco Politi, ese libro representa “un nuevo paso en la escalada imparable de los adversarios de Francisco. (...) Hay una guerra civil dentro de la iglesia”.