Corea del Sur lleva enfrentando un desafío de salud pública durante varios años, puesto que cuenta con la tasa más alta de suicidios entre los países desarrollados.
Con un promedio de 36 personas, los coreanos toman la decisión de quitarse la vida todos los días, convirtiéndose en la principal causa de muerte en el país.
Este alarmante fenómeno afecta principalmente a los jóvenes surcoreanos, con más del 43% de las muertes entre adolescentes atribuidas al suicidio. La cifra se eleva aún más entre los veinteañeros, llegando al 56,8%, y disminuye ligeramente entre los treintañeros, alcanzando el 40,6%.
Las raíces de esta epidemia de suicidios tienen un factor clave y es la intensa presión que ejerce la sociedad surcoreana en sus ciudadanos en términos de competitividad y éxito. Desde una edad temprana, los jóvenes surcoreanos se someten a competencias académicas y sociales.
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La búsqueda de la excelencia, las expectativas familiares y la presión laboral son factores que contribuyen a problemas psicológicos y emocionales en la población. Según la OCDE, Corea del Sur es una de las naciones con la jornada laboral más extensa.
Además, la estigmatización en torno a los problemas de salud mental ha sido un obstáculo importante para la búsqueda de ayuda y apoyo. En una sociedad que valora la imagen y la apariencia, muchos surcoreanos han luchado en silencio con sus problemas emocionales, sin buscar el apoyo necesario.