En su asamblea anual, la ONU volvió a plantear en su agenda un tema que parece ser ignorado a lo largo de los años: el embargo de Estados Unidos sobre Cuba, que, según las cifras cubanas, ha costado al país más de 164 mil millones de dólares desde su imposición en 1962. Pese al clamor de más de 187 países que votan cada año a favor de levantarlo, EE. UU. e Israel continúan en contra.
La intervención de Cuba estuvo liderada por el canciller Bruno Rodríguez, quien desde 1992 ha expuesto las trágicas consecuencias del embargo en la vida de los cubanos.
Hasta el día de hoy, más del 80% de la población de la isla ha vivido toda su vida bajo estas sanciones, impuestas en un principio por el entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, con el fin de asfixiar el gobierno de Fidel Castro durante la Guerra Fría.
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Actualmente, Cuba sigue sufriendo los efectos de esta decisión que limita su capacidad financiera y su acceso al comercio internacional. Situación que quedó en evidencia recientemente, luego de que el país se sumiera en la oscuridad absoluta por la precariedad de su sistema eléctrico. Rodríguez calificó el bloqueo como el principal obstáculo para el desarrollo de la isla y la causa de su actual crisis económica.
Durante la asamblea, varios países subieron al estrado para pedir el fin del embargo, señalando que este no solo afecta a Cuba, sino que tiene implicaciones a nivel global.
La resolución pide que Cuba tenga igualdad soberana entre los demás Estados, no intervención en asuntos internos y libre comercio, pidiendo la cancelación de la ley Helms-Burton, que castiga a empresas de terceros países que negocian con Cuba.
Vasili Nebenzia, embajador de Rusia ante la ONU, calificó el bloqueo como un ejemplo claro de “neocolonialismo”, asegurando que busca intimidar a otros países y su libre decisión de hacer negocios con Cuba. Por su parte, el embajador de México, Héctor Vasconcelos, lo llamó “injusto e inhumano”.