México, cumpliendo con lo pactado este lunes para revertir la imposición arancelaria a las exportaciones por parte de Estados Unidos, inició este martes el despliegue de 10.000 militares en su frontera con el vecino país.
“Ya se empezaron a enviar los militares. El plan lo hizo el general secretario de la Defensa con su equipo”, anunció la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en su conferencia matutina. La presidenta explicó que los efectivos movilizados provienen de regiones con menor actividad criminal para no afectar la seguridad interna del país.
La decisión responde a los acuerdos hechos con el Gobierno Trump, con los que se espera poner freno al tráfico de inmigrantes y al comercio ilegal de fentanilo a través de la frontera.
Como parte del pacto, México y EE. UU. acordaron una pausa de 30 días a la implementación de los aranceles, un jugada de la presidenta Sheinbaum para ganar tiempo y evitar una crisis en la economía mexicana, que tiene en Estados Unidos a su principal socio comercial.
Desde la madrugada del martes, medios locales reportaron la movilización de tropas y elementos de la Guardia Nacional hacia ciudades fronterizas clave como Tijuana y Matamoros, zonas que fueron previamente priorizadas por ser puntos claves del paso ilegal.
Sheinbaum aseguró que este despliegue no comprometerá la seguridad en otras partes del país: “Es un despliegue que no deja sin seguridad al resto del país (...). Otros que estaban en la parte sur de los estados de la frontera, pues van hacia la frontera norte”.
La decisión de la presidenta ha sido aplaudida por muchos, especialmente al dejar claro que su prioridad era mantener las relaciones entre países. Esto teniendo en cuenta que México depende en gran medida de su comercio con EE. UU.: en 2023 exportó bienes por un valor de 490.183 millones de dólares, lo que representa casi el 30 % del PIB del país y más del 80 % de sus exportaciones totales; por lo que la aplicación de aranceles habría significado un golpe severo para la economía mexicana.
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El movimiento de Trump de aumentar los aranceles contra México y Canadá era un movimiento ya anunciado. Desde su regreso a la Casa Blanca, el mandatario ha reforzado su discurso en contra del tráfico de drogas y la migración irregular, usando las sanciones comerciales como herramienta de presión, tal y como lo hizo con Colombia al negarse a recibir los vuelos con deportados.
En días anteriores, el secretario de Estado, Marco Rubio, afirmó que la Casa Blanca seguiría evaluando el cumplimiento de México en materia de seguridad fronteriza.
Sheinbaum, quien lleva menos de un año frente a la presidencia, ahora enfrenta el reto de equilibrar la presión de Washington con los intereses económicos del país. Sin embargo, la mandataria mantiene su postura de defender y hacer respetar a México: “Rechazamos categóricamente la calumnia que hace la Casa Blanca al Gobierno de México de tener alianzas con organizaciones criminales (...) No es con la imposición de aranceles como se resuelven los problemas, sino hablando y dialogando”, dijo.
Aunque el despliegue militar le ha permitido ganar tiempo, la amenaza de Trump sigue latente y su Gobierno deberá demostrar resultados concretos para evitar nuevas represalias comerciales. Mientras tanto, los 10.000 soldados en la frontera son el recordatorio de que la relación entre México y EE. UU. sigue marcada por una especie de cooperación bajo presión que abre la puerta a la creación de acuerdos estratégicos que eviten un daño mayor a ambas economías.
