En Israel, el 7 de octubre quedó marcado en los calendarios como “un día negro en la historia” y en el mundo también. Esa fecha de 2023, el grupo terrorista Hamás propinó la peor matanza de israelíes desde el Holocausto y el ataque más sangriento contra civiles desde la primera guerra árabe-israelí.
A un año de la incursión relámpago coordinada por tierra, aire y mar, todo es trágico: 1.139 israelíes muertos ese 7 de octubre, 42.000 palestinos fallecidos en Gaza a lo largo de este año según los datos proporcionados por el grupo radical Hamás y alrededor de 700 en Cisjordania. A este sombrío recuento se suman los 250 civiles israelíes y extranjeros secuestrados durante la fulminante operación del 7 de octubre, 101 de estos aún en cautiverio.
El ataque se convirtió en una especie de detonante para Israel, un antes y un después, desde entonces ha expresado que está en juego la existencia de ellos como Nación. Sin embargo, el contraataque se ha visto tan desproporcionado que se ha ganado el rechazo de diversos sectores en el mundo.
La incursión de Hamas reavivó los peores miedos de Israel y desencadenó un ciclo de violencia y represalias que ha cobrado vidas en ambos lados, agravando la crisis humanitaria en esa región de muchas guerras.
Doce meses después, Hamás está casi desmantelada, con su principal líder, Ismail Haniya, muerto. Mantienen a flote una débil estructura militar, mientras Yahya Sinwar, único referente de mando, se esconde en los túneles en Gaza, con los cautivos como escudo.
Medio Oriente: más cerca de una guerra a gran escala
Solo 24 horas después de la incursión terrorista de Hamás, Israel respondió con una declaración de guerra. Ese mismo día, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció su apoyo irrestricto a ese país. “La organización terrorista Hamás desencadenó el mal puro y absoluto en el mundo”, dijo Biden para rechazar los hechos.
Desde entonces, la región se mantiene perpleja ante el ciclo imparable de violencia y las violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario en ambas vías. Según cifras del Ministerio de Salud de Gaza, que no distingue entre civiles y combatientes, más de 41.802 personas han muerto en el enclave en el último año. Otras 96.000 personas han resultado heridas y por lo menos 10.000 están desaparecidas.
El gobierno de Israel ha sido implacable. Su líder, Benjamín Netanyahu, primer ministro de ese país, ordenó un “asedio total” sobre la Franja, bloqueando el acceso a agua, alimentos, combustible y electricidad para los 2 millones de habitantes, la mayoría civiles. Esto provocó hambruna y cientos de muertes por inanición. Gaza quedó reducida a escombros y muy pocos pudieron huir. Solo unos cuantos con doble nacionalidad salieron en las semanas posteriores al ataque. El resto de los gazatíes se quedaron sin escapatoria, a merced de las ayudas de organizaciones benéficas.
Precipitación del conflicto
El 8 de octubre de 2023, mientras Gaza —casa de los yihadistas de Hamás— era bombardeada, desde el sur del Líbano, Hezbolá, otro grupo terrorista que opera como guerrilla desde hace décadas, disparó cientos de cohetes sobre Israel. Este acto viró la dinámica del conflicto y sembró la sospecha de la participación de Irán en la ofensiva contra Israel. El historiador Dexter Filkins detalla que Hezbolá, considerado el padre de la resistencia a Israel, empezó a entrenar a militantes en atentados y ataques contra el país con el apoyo de Irán por debajo de la mesa. Sumado a esto, la muerte del líder de Hamás en territorio iraní removió aún más las tensiones.
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Cae Hezbolá y llega Irán
En los últimos meses, Hezbolá ha sufrido duros golpes con los múltiples ataques sobre sus posiciones en territorio libanés.Varios de sus comandantes han sido asesinados por Israel pese a ocultarse en búnkeres, varios metros bajo tierra.
En uno de los ataques modernos más sorprendentes y disruptivos de la estrategia militar, Israel dejó ver su poder y contundencia. Más de tres mil dispositivos buscapersonas —beepers— explotaron de manera simultánea en Líbano y Siria. Los comandantes de Hezbolá fueron dados de baja mientras sostenían los dispositivos, que previamente habían sido interceptados por inteligencia militar israelí. Este evento desencadenó una seguidilla de ataques aéreos de Hezbolá sobre el norte de Israel, incluido un misil balístico que llegó a las cercanías de Tel Aviv, siendo interceptado por el sistema de defensa.
Luego vino la noticia de la muerte de Hassan Nasrallah, máxima autoridad del grupo terrorista, en un bombardeo en Beirut, capital del Líbano.
Hasta antes de ese evento, Irán mantenía una postura discreta, argumentando que no era “el momento adecuado para intervenir”. Sin embargo, la muerte de Nasrallah provocó que el enfrentamiento pasara de indirecto a una confrontación directa. Irán respondió con una enorme andanada de misiles balísticos lanzados sobre los cielos de Jerusalén y Tel Aviv. Aunque no hubo graves pérdidas de vidas ni de infraestructura, el ataque, según expertos, arrastró el conflicto a un punto definitivo: el inicio de la guerra total.
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“Los israelíes tienen que decidir qué va a pasar a continuación. Israel cree que tiene las de ganar y quiere aprovechar esa ventaja”, dijo Jeremy Bowen, editor internacional de la BBC.
Un papel clave lo tendrán ahora los aliados de Israel, que deberán fijar posturas sobre su participación a futuro.“Israel tiene sus objetivos muy marcados, Irán y el Eje de Resistencia. Por lo tanto, veo que la guerra se expandirá solo hasta donde estén los aliados de Irán: Yemen, Siria, Líbano, Cisjordania e Irak”, analizó Manuel Camilo González, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana.
Para los países en la región que apoyan a Irán, la decisión de ir a la guerra no es menor. La mayoría tienen activos sus propios conflictos, lo que reduciría su capacidad militar. “Yemen, Siria e Irak tienen una debilidad endógena: son países con conflictos armados activos que hacen que las capacidades tanto de actores estatales como no estatales estén limitadas para proyectar su poderío hacia el exterior de sus fronteras. Líbano, por su parte, tiene una estructura faccional que debilita la cohesión de su propio ejército nacional”, añadió el profesor.
La decisión del fin o perpetuación de la guerra sigue estando en manos de religiosos y políticos radicales, herederos de conflictos de siglos atrás, que no atienden llamados de la comunidad internacional ni de sus pueblos, que aportan sus muertos y manchan con la sangre de sus hijos las tierras en ruinas, cada vez más despobladas.
“Irán cometió un gran error y pagará por ello”, fue la advertencia de Netanyahu, tras el ataque de los 200 misiles.
Mientras el mundo clama el cese del conflicto, Israel, según la lectura de otro experto, no estaría dispuesto a parar, sobre todo ahora que Hezbolá perdió a su máximo líder. “La ventaja militar que Israel ha obtenido con el reciente ataque con beepers y walkie-talkies y la muerte del líder de la organización está proporcionando una apertura que Netanyahu no puede dejar pasar. La estrategia de guerra dicta que una pausa en los combates sólo favorecería al enemigo, que tendría la oportunidad de reagruparse. Israel está librando una guerra con múltiples frentes, es cierto, pero las respuestas de Irán han sido limitadas”, explicó Dorian Balazs Kantor, profesor y experto.
7 de octubre de 2023
Eran las 6:30 de la mañana del sábado 7 de octubre de 2023 cuando más de 3.000 terroristas del grupo Hamás cruzaron la frontera de Gaza, asesinaron a miles de personas, la mayoría israelíes, y sembraron el caos y terror en decenas de localidades.
Israel, conocida por su avanzada tecnología de defensa y por tener uno de los sistemas de seguridad más sofisticados del planeta, esta vez no pudo anticipar la ofensiva. Los milicianos de Hamás irrumpieron en una base militar israelí, asesinaron a los soldados y hurtaron vehículos blindados.
A esa hora, cuando apenas salía el sol y las familias dormían, un inmenso grupo de jóvenes bailaban al aire libre en una zona abierta cerca de la Franja de Gaza. Los sanguinarios hombres irrumpieron en el festival de música electrónica Supernova y masacraron a 364 participantes, la mayoría menores de 25 años. Otra cantidad de ellos fueron secuestrados.
Paralelamente, los terroristas acribillaron a familias enteras en sus kibutz o comunas agrícolas. Grabaciones conocidas horas después, que permitieron al mundo entero conocer la barbarie padecida, mostraron los momentos de tortura a los que familias inocentes, incluidos niños y ancianos, fueron sometidas. No hubo piedad.
Este sangriento episodio detonó la ira de Israel, que hoy por hoy sigue ejecutando su venganza.