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La era de Angela Merkel termina hoy en Alemania

Poco más de 60 millones de alemanes votan por el reemplazo de su canciller. Nunca antes había tantas opciones de gobierno en ese país.

  • La canciller abandona el poder en Alemania tras 16 años. Su candidato, Armin Laschet, marcha segundo en las encuestas, detrás del socialdemócrata Olaf Scholz. FOTO: EFE
    La canciller abandona el poder en Alemania tras 16 años. Su candidato, Armin Laschet, marcha segundo en las encuestas, detrás del socialdemócrata Olaf Scholz. FOTO: EFE
26 de septiembre de 2021
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Durante los 16 años de poder que acumuló, Angela Merkel intentó a toda costa crear un país asentado en la certeza: cero ambivalencia respecto al pasado y plena seguridad en el futuro. Resulta por lo menos curioso que a punto de que termine su liderazgo, los alemanes solo tengan a la vista nubarrones y una incertidumbre que los carcome como nunca antes.

Si unas elecciones son por naturaleza un balotaje y –por supuesto– una sorpresa, las de este domingo en Alemania han llevado al extremo el concepto. Nunca antes había al frente tantas y tan variadas opciones de gobierno. Para entenderlo, primero hay que comprender el complejo sistema político alemán, en el que hoy poco más de 60 millones de ciudadanos se juegan el futuro de su país y también el de la Unión Europea.

El alemán es un sistema parlamentario. Es decir, los ciudadanos eligen los diputados del Bundestag y son ellos los que eligen al canciller. Este domingo cada alemán deberá depositar dos votos. El primero elige diputados en cada una de las 299 circunscripciones electorales en las que se divide el país. Con estos resultados se define a la mitad del Parlamento, que tiene 598 escaños fijos. El segundo voto es mucho más complejo.

Con la segunda papeleta los alemanes no eligen a un candidato, sino a un partido. Este voto no elige diputados de forma directa, pero sí la fuerza que va a tener cada partido en el Parlamento. Por ejemplo, si los democristianos de Merkel (la CDU y su aliado más pequeño, la CSU) ganan en el primer voto el 25 % de los diputados, pero en la segunda papeleta tienen el 30 % de los votos, el sistema establece que –sin importar los primeros resultados– la CDU/CSU tendrá el 30 % de los diputados del Bundestag. Esto no significa que los otros partidos pierdan escaños.

En ese caso, el Bundestag crece inmediatamente en el número de diputados y no solo, en el ejemplo, para la CDU/CSU. El Tribunal Constitucional Alemán reequilibra el Parlamento y también distribuye escaños adicionales a los partidos más pequeños, con el fin de conservar la dimensión proporcional. Esto ya ha ocurrido. En 2002, el legislativo alemán contó con 603 representantes y en la legislatura de 2017 fueron 709 diputados.

El sistema proporcional se pensó para que fuera muy difícil que democráticamente el país retornara al totalitarismo del pasado. Pero tan es así que, desde el regreso a la democracia, en Alemania nunca ha gobernado un solo partido. Se ha necesitado que mínimo dos partidos en el Bundestag conformen una alianza que les dé una mayoría (y como no se sabe de cuántos diputados va quedar finalmente conformado el legislativo, esa mayoría solo se conocerá con los resultados a la mano).

Que haya incertidumbre es normal. El punto es que nunca antes había tantas coaliciones o combinaciones (ver recuadros) con posibilidades para formar una coalición, según sondeos. El último, publicado el domingo de la semana pasada, le daba a los socialdemócratas (SPD) un 25 % de intención de voto; a los conservadores de Merkel, un 23 %; a los Verdes, un 15 %; y a los Liberales, un 12 %.

La campaña que termina este domingo tuvo como protagonistas a los líderes de las tres colectividades, todos con posibilidades de convertirse en el sucesor de Merkel, pues si su partido lidera la coalición de gobierno, es decir, es el más votado, obtiene el puesto más importante, la cancillería del país.

Armin Laschet, por el partido CDU/CSU de Merkel; Olaf Scholz, por los socialdemócratas (SPD);y Annalena Baerbock, por los Verdes. Cualquiera de los tres podría gobernar a Alemania si configura a otros dos partidos a su alrededor. Scholz despunta un poco a la delantera, sin que sea suficiente. Si Merkel fue siempre sinónimo de confianza y seguridad, su último día al frente de Alemania dejará un ánimo contrario, cimentado en la plena incertidumbre

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