Dos años, 2.280 muertos y 3.463 contagios. Ese es el balance que deja la más reciente epidemia de ébola en la República Democrática del Congo, que ha sido catalogada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “el segundo peor brote en la historia” y que, según las autoridades sanitarias, llegó a su fin este jueves.
“Hoy es un día de alegría. Con placer anuncio el fin de esta epidemia en el noreste del Congo”, subrayó el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Ghebreyesus, en una rueda de prensa virtual junto al ministro de Salud congoleño, Eteni Longondo, y el virólogo Jean-Jacques Muyembe.
Según las autoridades, ayer se cumplieron 42 días (dos veces el tiempo de incubación de ese virus) sin que se haya detectado un nuevo contagio en las provincias nororientales de Kivu del Norte, Kivu del Sur e Ituri, el requisito que permitió dar por finalizado el décimo brote de ébola que sufre el país.
Esta epidemia constituye la peor de la historia del Congo y la segunda más grave en todo el mundo, después de la que arrasó África occidental de 2014 a 2016, en la que murieron 11.300 personas y hubo más de 28.500 casos.
Sin embargo, el anuncio de este jueves no deja al país libre de ébola, ya que el pasado 1 de junio las autoridades congoleñas informaron de la existencia de un undécimo brote en la ciudad portuaria de Mbandaka, la capital de la provincia de Ecuador (noroeste) y donde en 2018 fallecieron de ébola 33 personas.
Hasta la fecha, la actual epidemia en Mbandaka, una urbe de un millón de habitantes, ha causado 13 fallecimientos y 21 contagios.
Pero el ébola es solo uno menos de los desafíos que enfrenta el Congo y que lo ponen bajo la mirada atenta del mundo. El pasado 7 de junio, Naciones Unidas hizo un aporte de 40 millones de dólares para mitigar la “peligrosa mezcla de crisis sanitarias y humanitarias” como el mayor brote de sarampión a nivel mundial, un desplazamiento interno de personas a gran escala, la inseguridad y la pandemia de coronavirus.
Mark Lowcock, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU, manifestó al respecto que “si perdemos de vista la situación en lugares como la República Democrática del Congo, las personas vulnerables que están atrapadas en círculos viciosos de sufrimiento no tendrán la oportunidad de luchar contra la covid-19”.
