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El drama de morir en Colombia y ser sepultado en Venezuela

Luis Lorenzo falleció en Cúcuta porque en su país no recibió atención médica. Su historia.

  • Por trochas y riachuelos, y con unos amigos que estuvieron hasta el final de sus días, Luis Lorenzo pudo llegar a Venezuela, como lo deseó antes de morir. FOTO Rosalinda Hernández
    Por trochas y riachuelos, y con unos amigos que estuvieron hasta el final de sus días, Luis Lorenzo pudo llegar a Venezuela, como lo deseó antes de morir. FOTO Rosalinda Hernández
02 de marzo de 2019
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Recostado sobre las vallas de Migración Colombia, que marcan la línea limítrofe entre Venezuela y Colombia, en el puente Simón Bolívar, estaba el pasado miércoles José Duarte. Llevaba media mañana ahí. Sin moverse.

José es santandereano. Hace 40 años cruzó la frontera y allí vivió hasta ahora, junto a su familia, su esposa y dos hijos. Quince días atrás acompañó a Luis Lorenzo, su hijo venezolano, de 37 años de edad, a Urgencias del Hospital Universitario de Cúcuta. La razón de su viaje: una afección en el hígado y la falta de asistencia de salud de ese país.

“Padecía cirrosis. Nos tocó llevarlo a Cúcuta porque en Venezuela no hay insumos, no hay nada... lamentablemente mi hijo murió”, comentó destruido, mientras caminaba de un lado a otro del puente, sin ninguna compañía, y solo aferrado a un termo de agua.

Más de 24 horas transcurrieron desde la muerte de Luis y su padre no había logrado el permiso de Venezuela para transportar el ataúd sobre el puente internacional Simón Bolívar, cerrado por Maduro desde el 22 de febrero, pocas horas antes del intento de ingresar la ayuda humanitaria a territorio venezolano.

Durante dos días, sin poderse cambiar de ropa, José acudió al puesto de la Guardia Nacional, ubicado en la aduana de San Antonio. Intentó conciliar con los militares el traslado del cadáver de su hijo a la población de San Antonio del Táchira, donde lo esperaba la familia para darle sepultura, pero sin resultados.

“Hablé con un Capitán de la Guardia, le expliqué la situación y la necesidad de llevar a mi hijo; me dijo que no dependía de él. Que apenas le dieran orden por Caracas lo dejaban pasar”.

La esperada instrucción llevó a Duarte a aguardar durante dos días, en la línea limítrofe, bajo los 40 grados celsius que lo hacían sudar, y casi sin ganas de sentarse, pero la respuesta no llegó. La sentencia dictada por José estaba a punto de cumplirse: “Si no logro el objetivo, me lanzo con mi hijo por la trocha”.

Con el dolor acuestas

José contactó un servicio funerario, sacó el cadáver de Luis Lorenzo del hospital envuelto entre sábanas; compró un ataúd y allí comenzó su segundo viacrucis.

Entonces inició el viaje por un camino ilegal ubicado en Villa del Rosario, a unos dos kilómetros del puente Simón Bolívar, por un escarpado camino de arena, piedras y charcos, que le permitiría llegar a la localidad venezolana de El Palotal.

Luego de 10 minutos de camino, la carroza fúnebre se detuvo. No podía avanzar más. E inició el camino a pie, por una trocha de arena desolada. Luego de 40 minutos llegó a una carretera y justo ahí apareció un grupo de familiares quienes ayudaron a cargar la caja y continuar el viaje, el viacrucis de vuelta.

“Con los pies hacia Venezuela, para que regrese de frente y como quería volver”, comentó uno de los hombres que levantaba cajón.

El primer obstáculo de arena y piedras fue superado. El siguiente reto fue cruzar un pequeño riachuelo. Aquí, al menos seis hombres se unieron a la tarea y, con el agua casi a las rodillas, sacaron el ataúd al otro lado del camino.

Cargado por amigos que quisieron cumplir con su última voluntad, le decían: “Vamos regresando a Venezuela como usted quería. A portarse bien para llegar pronto”. Ese fue el último mensaje que se escuchó cuando emprendieron la travesía de unos tres kilómetros hasta San Antonio. Un viaje silencioso. De vez en vez, alguien oraba. Otras veces, alguien le hablaba a Luis, como si hiciera el viaje de vuelta, vivo.

El padre del infortunado paciente que llegó al Erasmo Meoz con la esperanza de ser curado, no quiso hablar sobre temas políticos ni responsabilizó a nadie de la situación que mantiene cerrada la frontera colombo venezolana desde hace una semana.

“No quiero opinar nada sobre el gobierno venezolano. Si la bronca es con Maduro pues búsquenlo y métanse con él. El pueblo no tiene nada que ver con esta crisis”, dijo, volteó la espalda y se marchó .

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