Con las características cortinas doradas de la Sala Oval de fondo, Donald Trump regaló al mundo el pasado 7 de febrero la última gran imagen de su política exterior. A su derecha, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, exultante; a su izquierda, el vacío de la contraparte árabe y su diciente rechazo. La fotografía del prometido plan de paz entre Israel y Palestina, tan importante como incompleta, parece haber nacido destinada a deslucirse pronto.
“Sin Palestina, no hay oportunidad de que el llamado acuerdo del siglo prospere”, analiza Paula Ruiz, directora de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. Pocos meses después de que los diarios abrieran con la que pretendía ser una histórica imagen, llegó el anuncio de la normalización de las relaciones entre Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahréin con Israel. El acuerdo resquebrajó el aislamiento en el que se encuentra el estado judío en la región.
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¿Fue un efecto del plan de paz? “Es poco probable que lo sea”, señala David Castrillón, docente-investigador del Observatorio de Análisis de Sistemas Internacionales (OASIS) de la misma universidad. Los analistas apuntan en otra dirección. El debilitamiento del acuerdo nuclear con Irán tras la decisión de Donald Trump de retirar a EE.UU. del pacto, y el posterior endurecimiento de la posición de la potencia islámica avivó los temores de la región. “La amenaza iraní empujó a países hacia Estados Unidos, quien impone, como requisito, acercarse a Israel”.
Aún si así fue, la normalización de las relaciones entre los tres estados en Oriente Medio representa uno de los legados más importante de la administración (¿primera?) de Trump en la Casa Blanca, concuerdan ambos analistas. “Debemos esperar que un futuro gobierno Joe Biden, en caso de que gane, continúe alentando esta política de normalización. El sueño de los dos estados como solución para el conflicto árabe-israelí va cambiando y va cambiando más a favor a de lo que sueña Israel”, sentencia Castrillón.
El balance de las acciones de Estados Unidos en Oriente Medio ha sido históricamente clave en cualquier presidencia y tiene efectos en la política interna de ese país. Tanto republicanos como demócratas concuerdan en señalar a Israel como un aliado clave y la historia ubica en esa región algunas de las mayores acciones internacionales de EE.UU. Aguarda por ver cuál será el papel de la comunidad internacional en el escenario que deja Trump, un actor que el presidente ignoró en su administración.
“Debilitó el multilateralismo de la ONU y desprestigió a la OMS, una muestra más de que no cree en la cooperación y que ve a las organizaciones internacionales como innecesarias para sus intereses”, señala Ruiz. Durante su mandato, además, retiró a la potencia norteamericana de acuerdos como el de París (cambio climático); la Unesco y tensionó las relaciones en organizaciones en otrora tiempo fundamentales para el poder de EE..UU. como la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte).
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No ha sido una particularidad de Trump. “Ya algunos gobiernos norteamericanos tenían roces con la ONU, por ejemplo, George Bush presionaba mucho a la organización para que fuera más ágil y contundente frente a la lucha contra el terrorismo. Como no consiguió ese apoyo, actuó por su cuenta y retiró parte de su financiación”, rememora Ruiz. Dichas decisiones no resultaron en su momento mediáticas debido a que se anunciaron por los debidos canales diplomáticos
En “Guerras que cambiaron el mundo”, Carlos Alberto Patiño, doctor en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana, analiza el comportamiento de la política internacional de Estados Unidos en las últimas dos décadas. “(...) Ha sido de un extremo a otro: primero, del neoaislacionismo al intervencionismo internacional duro, y luego, de éste a la búsqueda de una posición de competidor primus inter pares (primero entre iguales)”.
Las tres posiciones, analiza el experto, corresponden a los gobiernos de tres presidentes; Clinton, Bush hijo y Obama. A pesar de que la primera campaña de Trump giró alrededor de un proteccionismo económico y de un vuelco a la mirada de la política interna, no renunció a impactar con sus decisiones el mundo. Si bien muchas de ellas aún no se llevan a cabo (el retiro de las organizaciones multilaterales solo se hace efectivo meses después), las acciones del hoy candidato revelaron la debilidad de un sistema internacional que, según Ruiz, necesita reformas para afrontar el futuro.
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El pasado 24 de octubre la ONU cumplió 75 años de existencia en ese escenario. En un análisis escrito para la Universidad Externado, la profesora Ruiz señala que algunos cambios pasan por “hacer más eficaces los mandatos de la ONU en el terreno, simplificar los procesos y mejorar la toma de decisión”, además de ser un organismos con una “ mayor representatividad a nivel geográfico y, por ende, un asiento dentro del Consejo de Seguridad como miembros permanentes” de países como Alemania, India, Brasil o Japón.
Sea cual sea el próximo presidente de EE.UU. necesita una ONU, finaliza Ruiz, “que recobre en el futuro próximo el papel protagónico que tiene en la gobernanza internacional”.