De hoy en tres semanas, el 5 de noviembre, más de 200 millones de estadounidenses están llamados a las urnas para decidir el futuro de su país. Se enfrenta Kamala Harris, que podría convertirse en la primera mujer presidenta de esa potencia mundial, y Donald Trump, que sería la repetición de un gobierno que se caracterizó por la polémica y el maltrato a los migrantes.
Ambos candidatos centran sus esfuerzos en siete estados que son conocidos como bisagra, o swing states, porque, por la manera como está organizado el sistema electoral de Estados Unidos, suelen ser indescifrables con antelación sus resultados. Se trata de Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin. Estos territorios son clave, ya que su voto puede inclinar la balanza a favor de uno u otro en el Colegio Electoral, que es el sistema indirecto por el cual se elige al presidente de Estados Unidos.
Las encuestas
La más reciente encuesta del portal especializado FiveThirtyEight le da una ventaja a Kamala Harris de 2,4 puntos porcentuales. En ella, la demócrata tiene una intención de voto de 48,4%, mientras que el republicano alcanza 46%. Y en otra publicada antes por el New York Times, Harris aventaja a Trump con 3 puntos, con un 50% frente a un 47%.
Sin embargo, esas encuestas no necesariamente aciertan. Cabe recordar que cuando Trump se enfrentó a Hillary Clinton, las encuestas la daban como ganadora. En cuanto a las encuestas en los swing states, los últimos resultados son los siguientes:
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De acuerdo con un sondeo del Wall Street Journal, Harris y Trump están prácticamente empatados en estos estados. Harris tiene una ventaja marginal de dos puntos en Arizona, Georgia y Michigan, mientras que Trump lidera con seis puntos en Nevada y uno en Pensilvania. Ambos están empatados en Carolina del Norte y Wisconsin.
Para entender mejor, vale recordar que, el sistema de votación en Estados Unidos es indirecto. Es decir, quien gana la presidencia no es el que más votos saque en todo el país, sino el que logre elegir más electores de los 538 que integran el Colegio Electoral. Cada uno de los 50 estados tiene derecho a un número diferente de electores, hay estados que tienen 29 electores y otros que tienen apenas 3 electores. Entonces, el triunfo depende más del número de estados que gane cada candidato que del número de votos totales que logre.
“Sabemos lo que está en juego. No podemos permitir que Donald Trump vuelva a la Casa Blanca. Lo que está en juego no es solo la presidencia, sino los derechos fundamentales de todos los estadounidenses”, dijo recientemente Harris durante un evento en Michigan. Trump, quien no se queda atrás, intensificó su campaña en Nevada y Pensilvania, los dos estados que le dieron la victoria en 2016. “Estos estados son nuestros. No vamos a dejar que Kamala Harris los arrebate con sus políticas radicales”, dijo.
El regreso del magnate
Donald Trump, quien dejó la Casa Blanca en 2021 tras una controvertida gestión que culminó con el asalto al Capitolio promovido por el mismo mandatario (hecho que se considera como una negativa del empresario a dejar el poder) viene marchando en una campaña explosiva, marcada por los dos intentos de asesinato que sufrió: uno durante un mitin en Pensilvania que dejó dos heridos y varios muertos y otro mientras jugaba golf en Florida, cuando un hombre se preparaba para atentar contra él.
El exmandatario ha centrado gran parte de su retórica en la inmigración, una de sus banderas desde la primera campaña en 2016. Sin pelos en la lengua, Trump describe un panorama sombrío del país, en el que, según él, está siendo asolado por migrantes “terroristas y violadores”. Muchos de ellos, asegura, provenientes de “cárceles y manicomios” de otros países.
“No podemos seguir permitiendo que esta invasión continúe. Biden y Harris han fallado, y si no tomamos cartas en el asunto, perderemos nuestro país”, ha dicho Trump en uno de sus últimos mítines en Arizona. Esta retórica ha calado profundamente en sus bases más fieles, especialmente en los estados del sur del país, donde las preocupaciones sobre la inmigración ilegal y la seguridad fronteriza causan bastante controversia.
El magnate, provisto de una oratoria agresiva, que conecta con parte significativa del pueblo estadounidense, también aprovecha las preocupaciones económicas que vive Estados Unidos apelando al sentimiento de frustración entre las clases trabajadoras blancas, un sector en donde se encuentra la mayoría de sus votantes. En repetidas ocasiones, prometió mano dura contra la inmigración ilegal, una reducción significativa de impuestos y políticas proteccionistas para reactivar la industria nacional.
“Kamala Harris no tiene ni idea de lo que está haciendo. ¡Este país necesita un líder fuerte, no una marioneta!”, exclamó Trump en otro de sus discursos. Tal vez, tratando de acentuar la diferencia con su estilo de hombre fuerte y mano dura. Trump sabe que gran parte de su electorado lo ve como el líder que puede restaurar la “ley y el orden” en esa nación y parece no dudar en utilizar esta imagen para proyectarse como la solución ante lo que él llama el “caos demócrata”.
Promesa de un nuevo amanecer
En el otro lado de la contienda se encuentra Kamala Harris, actual vicepresidenta (Partido Demócrata), quien espera hacer historia y convertirse en la primera mujer en ser presidenta de ese país. Hija de madre india y padre jamaicano, Harris ha construido una campaña que busca atraer a las minorías, las mujeres y a la clase media, apelando a un sentimiento de nación en el que los menos favorecidos también tengan lugar.
“La historia nos enseña que cuando derrumbamos barreras, creamos oportunidades para todos”, repite Harris constantemente en sus discursos. La candidata, que aspira a mantener a los demócratas en el poder, insiste en el llamado a la unidad y la equidad y ha planteado la necesidad de hacer nuevas reformas sociales y migratorias e impulsar la protección de los derechos civiles. Esto lo ha dejado muy claro en su postura frente a temas como la interrupción voluntaria del embarazo y la regulación de la marihuana. Temas que han causado mella entre los sectores conservadores y generan intensos debates.
Además de estas posiciones controversiales, Harris también planteó la posibilidad de aumentar los salarios, expandir el acceso a la educación superior y mejorar los servicios de salud. “Sé lo que es luchar por un futuro mejor. Lo he hecho toda mi vida y eso es lo que ofrezco al pueblo estadounidense”, afirmó la candidata, recordando que el sueño americano se cumple con un “gobierno consciente”.
Su candidatura, que llegó de forma inesperada tras el retiro de Joe Biden de la carrera por seguir en la Casa Blanca —tras serios cuestionamientos a su estado de salud y agilidad cognitiva— ha sido respaldada por figuras clave del Partido Demócrata como el expresidente Barack Obama, quien dejó muy claro su apoyo en un su discurso durante la Convención Nacional Demócrata, donde no solo destacó las cualidades de Harris, sino que advirtió de los peligros de un posible segundo mandato de Trump.
“Con estas elecciones, nuestra nación tiene una oportunidad preciosa y fugaz de dejar atrás la amargura, el cinismo y las batallas divisorias del pasado”, dijo Obama, y agregó que “Estados Unidos está listo para un nuevo capítulo, Kamala Harris está lista para el trabajo”.
Una campaña en el ring de boxeo
Uno de los episodios más oscuros en la historia reciente de Estados Unidos persigue al candidato Donald Trump. El asalto al Capitolio en 2021, protagonizado por sus seguidores más radicales, es una sombra de la polarización que su mandato dejó, cuando al perder la reelección, se mostró reacio a aceptar los resultados e hizo llamados incendiarios que desembocaron en la toma violenta.
Trump, sin embargo, trata de desviar la atención de este episodio con ataques a la gestión de los demócratas. En varias ocasiones, incluso, insinuó que Biden no estaba capacitado para seguir gobernando, sugiriendo que el presidente debería someterse a un test cognitivo. “Biden debería hacerse un test cognitivo inmediatamente. Y yo me haría otro también”, afirmó Trump luego del debate con el actual mandatario, el cual levantó serias dudas frente a su capacidad de respuesta, que desembocaron en su salida de la contienda.
Ante los ataques, Harris no se queda callada: “Nos dejó el peor desempleo desde la Gran Depresión, la peor epidemia de salud pública en un siglo y el peor ataque a nuestra democracia desde la Guerra Civil. Lo que hemos hecho es limpiar el desastre de Donald Trump”.
Los demás candidatos
Si bien la atención está centrada en Trump y Harris, estos no son los únicos que buscan la presidencia. Entre los otros candidatos destacan Robert F. Kennedy Jr., activista medioambiental, conocido por su postura antivacunas; el Cornel West, un académico y activista; Chase Oliver, empresario defensor de los derechos LGBTIQ+ y Jill Stein, médica miembro del Partido Verde.
Si bien ninguno tiene probabilidades de ganar, podrían captar suficientes votos para influir en el resultado final. En una competencia tan cerrada, un pequeño porcentaje de votos podría cambiar el curso de las elecciones.
La batalla final
Tanto Trump como Harris están invirtiendo todo su esfuerzo en publicidad y eventos de campaña. El tono de la contienda se vuelve más agresivo, con Trump centrando sus ataques en la inmigración, la economía y el liderazgo de Harris, mientras que Harris apela a un discurso más conciliador, llamando a la unidad, la justicia y la protección de los derechos y las libertades.
Estados Unidos se debate entre la posibilidad de una primera mujer presidenta, idea que mueve a muchos votantes, especialmente mujeres, jóvenes y minorías. Mientras que la figura de Trump sigue siendo poderosa entre quienes lo ven como el líder fuerte que, según ellos, necesita Estados Unidos.
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En el marco de las elecciones en Estados Unidos, EL COLOMBIANO entrevistó al experto internacionalista Alejandro Rayran, docente investigador de la Universidad Externado de Colombia. Rayran ofreció luces para entender mejor el panorama electoral y los factores que están influyendo en esta contienda decisiva.
¿Cuál es su lectura general del panorama electoral?
“Creo que esta elección ratifica un fenómeno que se está dando desde el año 2000: una contienda muy reñida a raíz de la polarización creciente. Tal vez volvamos a ver el fenómeno donde un candidato gana el voto popular, pero pierde las elecciones, algo que ya hemos visto con Bush y recientemente con Trump y Biden. Otro aspecto que creo es interesante en esta elección es el cambio demográfico, pues cada vez más, la población afroamericana y los inmigrantes latinos juegan un papel clave, especialmente en algunos estados, lo que podría ser determinante en ciertos resultados”.
¿A cuál candidato se refiere cuando habla de perder las elecciones?
“Es posible que suceda nuevamente con Trump, aunque también es difícil predecirlo debido al margen de error en las encuestas. Por ejemplo, las encuestas recientes del New York Times muestran una diferencia del 3% o 4% a favor de su oponente, pero con un margen de error del 1% o 2%, lo que hace que sea difícil asegurar un resultado”.
¿Qué rol juegan las encuestas hoy?
“La fiabilidad de las encuestas se ha visto comprometida, en parte, por el llamado voto vergonzante. Este fenómeno ocurre cuando los votantes no revelan por quién votarán realmente o incluso mienten debido a la percepción negativa sobre su candidato. En 2016, esto jugó un papel importante para Trump, y creo que podría ser un factor en esta elección también. Las encuestas pueden estar equivocadas por este tipo de comportamiento. El voto vergonzante sucede cuando las personas no admiten que votarán por un candidato que es percibido negativamente, como en el caso de Trump, a quien muchos consideran misógino o anti inmigrante. Aunque no lo dicen abiertamente, terminan votando por él”.
¿Cómo ve la polarización actual en Estados Unidos?
“La polarización se ha intensificado, en parte, por la falta de ideologías claras y el vacío político. Lo que ha dado lugar a teorías de conspiración que se vuelven atractivas cuando las personas no comprenden completamente lo que está en juego. Vemos, por ejemplo, cómo Trump usa su retórica en redes sociales para acusar a sus oponentes de comunistas o crear narrativas que polarizan aún más a la sociedad.
Otro factor clave es la tendencia a ver al oponente como un enemigo, no como alguien con quien se puede debatir. Esto lleva a que la política se convierta en una lucha por eliminar al otro, en lugar de una discusión de ideas.
El miedo a los inmigrantes o la nostalgia por un pasado económico mejor son respuestas que resuenan en una sociedad que no entiende cómo llegó a su situación actual”.
¿Por qué los discursos populistas siguen creciendo?
“Creo que hay un factor económico importante. Muchas personas que confiaron en el “sueño americano” y se endeudaron para educarse no han visto un retorno a su esfuerzo. Esto genera frustración y hace que la gente busque respuestas en discursos que simplifican problemas complejos. El populismo ofrece soluciones rápidas, aunque no necesariamente efectivas.
Estados como Pensilvania y Arizona tienen una creciente población latina, que puede inclinar la balanza a favor de los demócratas, como muestran algunas encuestas. Sin embargo, también hay una división entre los inmigrantes que han estado más tiempo en el país y aquellos recién llegados. Algunos inmigrantes antiguos, por ejemplo, apoyan a Trump porque no simpatizan con la nueva inmigración”.
¿Cuan importantes son los apoyos a los candidatos?
“Figuras como Musk y su influencia tecnológica representan un desafío no solo para la democracia, sino también para el Estado en general. Con plataformas como X, Musk tiene la capacidad de movilizar y crear narrativas que favorecen a Trump. Mientras que los apoyos de figuras como Obama y Bill Clinton a Harris son significativos porque representan seguridad y respaldo en la campaña de Harris que ha sido cuestionada por su fugacidad”.
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