A hurtadillas, como pudo después de zafarse de los amarres que sus padres le habían provocado, una niña de 17 años, cuya apariencia era de una de 10, escapó de su residencia ubicada en el bloque 100 de Muir Woods Road, Perris, en California (Estados Unidos), con un celular que encontró dentro. Llamó al 911 y denunció que sus otros 12 hermanos estaban cautivos en su propia vivienda.
Solo cinco días después, a sus progenitores David (57 años) y Louise Turpin (de 49), se les presentaron 38 cargos que incluyen: 12 por tortura, 12 por detención ilegal, siete por abusos a un adulto dependiente, seis por abuso de menores y uno por acto lascivo sobre un menor, delitos por los que se les podría condenar a 94 años.
Cuando los investigadores atendieron el llamado y fueron a la casa, les pareció haber encontrado 12 niños en muy malas condiciones de nutrición y malolientes, tres de ellos amarrados a distintos muebles, pero, de acuerdo con la información proporcionada por el Departamento del Sheriff del Condado de Riverside - Estación Perris, se sorprendieron al saber que siete de ellos eran en realidad adultos que tenían entre 18 y 29 años. “Las víctimas parecían estar desnutridas y muy sucias”, dijeron.
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En total, las víctimas encontradas en la casa de los Turpin tenían entre dos y 29 años. Todos fueron llevadas a la estación de Perris y luego entregados a los servicios de protección infantil y para adultos. Decían que estaban “muriendo de hambre”. Los padres fueron detenidos y su fianza se fijó en nueve millones de dólares por cada uno (unos 27.000 millones de pesos).
Así los castigaban
La depravación de los Turpin con sus hijos era constante. “Estos castigos se alargaban por espacio de semanas e incluso meses, en ocasiones”, indicó en conferencia de prensa Michael Hestrin, el fiscal de distrito de Riverside, quien habló de constantes “palizas, estrangulaciones, violencia y encadenamientos” por parte de la pareja.
De acuerdo con el diario español El País, la pareja se instaló en Perris en 2014 tras conseguir una licencia que acreditaba que su domicilio servía, además, como la escuela Sandcastle Day School, que tenía seis alumnos, y de la cual David figura como director. Ninguno de los dos tenían antecedentes penales en el condado.
Más allá de educar a sus hijos en casa, los Turpin parecían ser una familia extensa pero normal. De hecho, en la cuenta de Facebook del padre pueden verse numerosas imágenes de toda la familia publicadas entre 2011 y 2016, en las que los hijos posan sonrientes en lugares como Disneyland, en algunas todas las niñas están vestidas y peinadas igual, los chicos también.