La gira más larga de un presidente estadounidense por Asia en los últimos 25 años promete dejar resultados históricos.
Hasta el próximo 15 de noviembre, Donald Trump es recibido por sus homólogos de Japón, China, Corea del Sur, Vietnam y Filipinas, con los que busca nuevos acercamientos para contrarrestar el liderazgo económico y armamentístico de Pekín en ese lado del mundo y para resolver un asunto de máxima prioridad: el riesgo que significa Corea del Norte para la seguridad mundial.
Por lo pronto, luego de pasar por donde su aliado Tokio, ayer el magnate sentó precedentes en la capital china. La firma de acuerdos por valor de 253.500 millones de dólares (un valor equivalente al PIB de Colombia) y la decisión de colaborar en “asuntos globales”, aún cuando los dos países llevaban décadas acusándose de prácticas comerciales desleales, fue crucial.
De acuerdo con Saúl Pineda, director del Centro de Pensamiento en Estrategias Competitivas de la Universidad del Rosario, sin duda la relación de EE. UU. y China entró en una fase de mayor cooperación global, pero hay razones detrás.
La primera, que el gigante asiático se prepara para ser la primera potencia mundial, y para eso requiere un entendimiento tranquilo con Washington, que de todas formas no dejará ser un líder económico y militar,
Con este antecedente, lo que viene, afirma Pineda, es que después de este acercamiento a Estados Unidos, China continúe queriendo vincularse más con América Latina, Europa y el resto de Asia, donde no ha dejado de ocupar el máximo liderazgo.
La pérdida de influencia de Estados Unidos sirve además para bajar las tensiones con Norcorea por el crecimiento de su arsenal nuclear y por las constantes amenazas con este tipo de armas.
Daryl Kimball, director de la Asociación para el Control de Armas, con base en EE. UU., dice que la incapacidad de su país para frenar y revertir las actividades nucleares y de misiles de Corea del Norte es el resultado de errores de cálculo de muchos actores, entre ellos los gobiernos anteriores de George W. Bush y Barack Obama.
A eso se suma que desde que Trump asumió el cargo, ni él ni su administración han llevado a cabo de manera competente una política de “máxima presión y compromiso” con Corea del Norte. “Trump ha exacerbado enormemente los riesgos a través de burlas irresponsables y amenazas de la fuerza militar estadounidense que solo dan credibilidad a la línea de propaganda norcoreana de que las armas nucleares son necesarias para disuadir a la agresión estadounidense y han estimulado a Kim Jong-un (presidente de esa República) a acelerar su programa nuclear”, asegura.
Que China pueda liderar las relaciones diplomáticas con Corea del Norte ayudaría a reducir las tensiones nucleares, que han escalado a niveles tan elevados que cualquier error de cálculo o un mal entendido podrían salir excesivamente costosos para la humanidad.