Hoy Ecuador va a las urnas y lo hace en medio de un panorama que se ha repetido en otros países del continente: los narcos imponiendo el poder, un país dividido políticamente, la violencia y el asesinato de candidatos presidenciales y de otros cargos de elección popular.
En medio de la conmoción por el asesinato de Fernando Villavicencio, Ecuador votará en unos comicios anticipados para elegir presidente y poner fin a una crisis institucional.
El presidente Guillermo Lasso, acorralado por un juicio político, disolvió el Congreso y adelantó las elecciones generales. Pero a once días, el asesinato de Villavicencio ensombreció los comicios. “Son unas elecciones completamente atípicas, en una situación básicamente de horror que Ecuador está atravesando por la violencia instalada, pero que se manifiesta de forma más aguda y atroz con el asesinato”, expresó a la AFP la politóloga Anamaría Correa Crespo, coordinadora de Relaciones Internacionales de la Universidad San Francisco de Quito.
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El crimen alteró el espectro electoral. Luisa González, delfín del expresidente Rafael Correa, es favorita en las encuestas, pero sin el porcentaje suficiente en la intención de voto para ganar en primera vuelta. Para proclamarse vencedor en primera vuelta, se debe obtener el 40 % de los sufragios válidos con una ventaja de 10 puntos sobre el segundo.
Detrás de González, están el periodista Christian Zurita, amigo y reemplazo de Villavicencio; el exfrancotirador y exparacaidista Jan Topic, el líder indígena Yaku Pérez y el exvicepresidente Otto Sonnenholzner.
También se elegirán los 137 miembros de la Asamblea Nacional para completar el actual período de cuatro años, hasta mayo de 2025. Unos 13,4 de los 18,3 millones de ecuatorianos deberán votar.
Voto emotivo
El rostro del fallecido Villavicencio aparecerá en las papeletas de votación junto a otros siete candidatos, pues estaban impresas cuando fue tiroteado por un sicario colombiano. Poco antes de ser asesinado, el exlegislador había acusado al detenido líder de la banda criminal los Choneros, aliada del cartel Sinaloa, de amenazarlo.
También había denunciado ante la Fiscalía a parlamentarios, algunos de ellos correístas, por presuntamente estar involucrados en un plan para acabar con su vida.
Tras el magnicidio, la popularidad de la correísta Luisa González quedó lastimada. Su mentor Correa y el asesinado Villavicencio eran enconados rivales, desde que una de las investigaciones periodísticas de Villavicencio y Zurita derivó en la condena a ocho años de prisión por corrupción contra el expresidente.
“Íbamos a ganar en una sola vuelta” pero el asesinato de Villavicencio “movió el tablero electoral”, admitió Correa, quien vive en Bélgica.
Desde el exilio, sostuvo que se trata de un “complot político” para acusar al correísmo del crimen y beneficiar a la derecha “para lograr una segunda vuelta, que todos se unan y vencernos”.
La politóloga Correa Crespo desestima que “el impacto sea tan fuerte como para alterar el hecho de que va a estar en la segunda vuelta”, prevista para el 15 de octubre.
Luisa González encabeza dos recientes sondeos (con 24 % y 24,9 %). Uno de ellos, de la firma Cedatos, ubicaba a Villavicencio segundo (12,5 %) y a Jan Topic tercero (12,2 %).
Para el analista Blasco Peñaherrera Solah, el correísmo podría recibir un “castigo” en las urnas. “Vamos a tener un voto emotivo” como sucedió en 1990 en Colombia, cuando el liberal César Gaviria fue elegido tras ocupar el puesto de Luis Carlos Galán, un experiodista que enfrentaba al narcotráfico y fue asesinado por sicarios.
Tiempos difíciles
Topic, un exmiembro de la Legión Extranjera Francesa, promete mano dura contra las pandillas emulando la labor del presidente salvadoreño Nayib Bukele.
Correa Crespo anota que “hay un ascenso” en su popularidad. Ahora figura entre los punteros en algunos sondeos.
En el sótano están el derechista Daniel Noboa y los centroderechistas Xavier Hervas y Bolívar Armijos.
En plena campaña de estos comicios fueron asesinados también un alcalde, un candidato a diputado y un dirigente local del correísmo.
“Estamos viviendo momentos muy duros para nuestra democracia”, expresa la politóloga, para quien “la penetración del narcotráfico en Ecuador (...) lleva varios años. Ha sido un fenómeno quizás silencioso, pero que está demostrando su poder”.
Ecuador afronta un embate del narcotráfico y del crimen organizado.
Bandas vinculadas con carteles mexicanos y colombianos en guerra por el control dejan matanzas carcelarias con más de 430 presos muertos desde 2021 y un récord de homicidios en las calles de 26 por cada 100.000 habitantes en 2022, casi el doble que el año anterior.
Una violencia desbordada
Este país andino de 18,3 millones de habitantes está experimentando la peor escalada de violencia de su historia moderna. Los delitos relacionados con las drogas han llevado a casi duplicar entre 2021 y 2022 la tasa de homicidios, a 26 por cada 100.000 habitantes. Los tiroteos con saldo mortal se han vuelto frecuentes, principalmente en Guayaquil (provincia de Guayas), importante ciudad portuaria del suroeste. Los enfrentamientos entre bandas criminales también han dado lugar a repetidas masacres en las cárceles, con al menos 430 reclusos asesinados desde febrero de 2021.
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