En Cuba, antes de oficializar la Reforma a la Constitución, el proyecto debe pasar por un proceso de escrutinio popular. Entre el 13 de agosto y el 15 de noviembre el gobierno calcula que se realizarán 135 mil reuniones en centros de trabajo, comunitarios y estudio, en los que los ciudadanos cubanos realizarán propuestas al texto del proyecto que pueden ser de modificación, adición o eliminación de artículos.
Según ha informado el gobierno a través del diario oficial Granma, “todas las propuestas que la población haga se tendrán en cuenta y se asentarán en el acta” de cada uno de los encuentros, para su posterior estudio. Es tal el nivel de participación que ha anunciado la administración de Miguel Díaz-Canel, que los cubanos que viven en el extranjero fueron invitados a participar de este proceso. Los comentarios, tanto de quienes viven en la isla como de aquellos que están en el extranjero, harían parte de un informe que será entregado a la comisión encargada de la reforma.
EL COLOMBIANO habló con dos cubanos para conocer qué piensan del proceso.
Participar desde afuera
Laritza Diversent es una abogada cubana, pero vive en Pensilvania, Estados Unidos, desde mayo de 2017, días después de que el estado allanara su ONG, Cubalex, por considerar que ejercía “una actividad económica ilegal”.
Para Diversent, la reforma “no trae ningún cambio significativo ya que la estructura política se mantiene intacta y la propuesta fue generada por el Partido Comunista, que presentó el proyecto a la Asamblea Nacional”. Explica que esta no resuelve la falta de independencia de los tribunales en Cuba y carece de aplicación directa, ya que necesita que la Asamblea dicte leyes complementarias para que se pueda ajustar y el poder judicial continuaría en manos de esta, que es controlada por el Partido Comunista.
Uno de los aspectos que más ha llamado la atención del proyecto es que el gobierno invitó a participar a los cubanos en el exterior. Al respecto, comenta que es novedoso y constituye una buena iniciativa, pero cuestiona cómo procesarán la información que den los ciudadanos participantes ya que “no todos los pueden presentar una argumentación legal”. Por fuera de la isla podrían estar 1,4 millones de cubanos en 120 países habilitados para participar, si así lo desean. Pero, aunque todos tienen voz, no pueden decidir porque “al que está por fuera le permiten opinar, más no votar el referendo”. Sin embargo, la reforma es un logro para los LGTBI.
“Sí” al matrimonio igualitario
Isbel Díaz Torres es biólogo y activista por los derechos de la comunidad LGTBI. Cuenta que el proyecto incluye cuestiones como la propiedad privada, el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, la apertura a la inversión extranjera directa, el retiro de ciertas garantías a la población, la renuncia a la construcción del comunismo, la supremacía y perpetuación de una élite política en el poder y “consolida el proceso de restauración capitalista en la isla, aunque los voceros del gobierno insistan en decir lo contrario. Las cosas no seguirán igual, pero no a causa de la Constitución, sino porque hace unos años han venido cambiando”.
Este permitiría el matrimonio entre personas del mismo sexo, que está consagrado en el Artículo 68 del proyecto de la reforma y que para representantes del gobierno como la diputada Mariela Castro Espín, “es resultado de la madurez alcanzada por el proceso revolucionario que legitima y ampara relaciones sociales que se materializan en varios tipos de familias, de lo cual se desprende el deber del Estado de protegerlas y no discriminarlas”.
Pero Isbel Díaz explica que este cambio es el resultado “de estrategias gubernamentales para ofrecer una imagen actualizada y ‘revolucionaria’ sobre un Estado que es, en realidad, retrógrado y anquilosado en estructuras disfuncionales”.
Luis Felipe Jaramillo, jefe del programa de Negocios Internacionales de la U de M, explicó a EL COLOMBIANO que la reforma no tiene muchos cambios de fondo. Y es que, a pesar de que hay transformaciones que se plantean en el papel, el poder del Partido Comunista, el carácter socialista del sistema político, económico y social y la influencia de Raúl Castro permanecen. Entonces, Cuba está en un momento de cambios, pero lejos de una renovación.
280
representantes participaron en la preparación para la consulta del proyecto.
