El rey Carlos III y su esposa Camila ya fueron coronados este sábado en la Abadía de Westminster de Londres. A la ceremonia asisten cerca de 2.300 invitados.
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, colocó la corona de San Eduardo sobre la cabeza del rey ante los invitados, entre ellos un centenar de jefes de Estado extranjeros.
Su esposa Camila fue coronada inmediatamente después de un modo más sencillo.
Lea más: Minuto a minuto | La coronación de Carlos III: ceremonia, símbolos y todos los detalles
La fastuosa ceremonia de coronación de Carlos III y su esposa Camila es un evento inédito en el Reino Unido desde hace 70 años, comenzó el sábado en Londres, manchado antes de su inicio por la detención de varias personas que pretendían manifestarse.
El rey, de 74 años, y su esposa de 75 llegaron a la Abadía de Westminster tras una breve procesión en carroza desde el Palacio de Buckingham.
Sentados en primera fila en la imponente Abadía de Westminster, los herederos de la corona Guillermo y Catalina siguieron la ceremonia religiosa, puntuada de cánticos y lecturas del evangelio, concebida según un pomposo rito prácticamente inmutable desde hace mil años.
El príncipe Harry, hijo menor de Carlos que mantiene tensas relaciones con la familia real, se sentó junto a sus primos en la tercera fila, sin su esposa Meghan Markle, que se quedó en California con sus dos hijos.
Entérese: ¿Por qué el rey Carlos III lucirá dos coronas en su ceremonia de coronación?
“¡Que Dios salve al rey Carlos!”, gritaron los asistentes dando inicio a la ceremonia con este reconocimiento, acompañado de una fanfarria de trompetas, después de que Carlos III y Camila, de 75 años, entraran vestidos con capas ceremoniales tras una breve procesión en carroza desde el Palacio de Buckingham.
Sustituyendo el tradicional homenaje de los aristócratas, el religioso invitó entonces a todas las personas, desde donde estuviesen viendo o escuchando la coronación, a jurar lealtad al nuevo rey, una primicia histórica que busca la democratización de la ceremonia, pero que provocó fuertes críticas de los antimonárquicos.
“Su Majestad jura gobernar al pueblo con justicia y misericordia, y defender la Iglesia Anglicana de Inglaterra y la Iglesia Presbiteriana de Escocia. Su Majestad también reza para que la gracia sea ‘una bendición para todos”, detalló la familia real en su cuenta de Twitter.