La desigualdad, el populismo y la corrupción son la trilogía que menoscaba el progreso de América Latina, según Alejandro Salas, director para la región de la ONG Transparencia Internacional (TI), que publicó su informe 2016.
“En América Latina la corrupción no es un problema genético. No es algo propio, la encuentras en todas partes. Que haya o no depende de la fortaleza de las instituciones democráticas”, aseveró en entrevista con la AFP.
De 19 países latinoamericanos, la mayoría ha perdido puntuación: 11 cayeron en su calificación, 4 se mantuvieron estables y solamente otros 4 mejoraron, subrayó Salas.
El ránking, que a nivel mundial pone a Nueva Zelanda y Dinamarca como los países menos corruptos y a Somalia como el que más, evidencia que sólo dos de los 19 países latinoamericanos aprobaron -al obtener más de 50 puntos de un máximo de cien- y que once empeoraron sus datos con respecto al año pasado.
Tras Uruguay, que sumó 71 puntos y quedó en la posición 21ª de la clasificación general, se colocó Chile (24ª posición, 66 puntos), seguido de Costa Rica (41ª, 58 puntos), Cuba (60ª, 47 puntos), Brasil (79ª, 40 puntos) y Panamá (87ª, 38 puntos).
En el extremo contrario, cierran la tabla latinoamericana Venezuela (166ª posición, 17 puntos), Haití (159ª, 20 puntos), Guatemala (136ª, 28 puntos) y Paraguay, México y Honduras, compartiendo la 123ª posición, 30 puntos.
En medio quedan Colombia (90ª posición, 37 puntos), Argentina (95ª, 36 puntos), El Salvador (95ª, con 36 puntos), Perú (101ª, 35 puntos), Bolivia (113ª, 33 puntos), República Dominicana (120ª, 31 puntos) y Ecuador (120ª, 31 puntos).
“En el caso de este último país hubo un ‘efecto sorpresa’. Pero hubo cuestionamientos por casos de corrupción en el entorno de la presidenta (Bachelet), o de empresas que participaron financiando campañas políticas”.
“Pero Chile sigue entre los mejores calificados de América Latina. Cuenta con una policía limpia, una justicia profesional, acceso a la información. Tiene una tradición digna de destacar pero, precisamente, estos problemas son percibidos”.
En cambio, el caso de México no sorprende, dice, puesto que tiene explicaciones más fáciles y directas, destacando tres factores. Se incumplió con un plan de lucha contra la corrupción; hay mucha corrupción en la administración; y la poca efectividad de la justicia para castigar los casos de corrupción.
“Hay mucha impunidad. Esto afecta al periodismo: México cuenta con la mayor cantidad de periodistas asesinados (...) Es una combinación de factores”, argumenta.