La vida en la prisión Bang Kwang, una de las temidas en Tailandia, y donde cumpliría su condena de cadena perpetua el español Daniel Sancho por el crimen en 2023 del colombiano Edwin Arrieta, es una lucha constante por la supervivencia.
La violencia es endémica, con peleas diarias y abusos tanto de otros presos como de los guardias. La corrupción es rampante, y muchos internos se ven obligados a pagar por su propia seguridad y necesidades básicas.
Un juez condenó hoy al español Daniel Sancho de asesinato premeditado, ocultación del cadáver y destrucción de la documentación de la víctima. El Tribunal ha considerado como atenuante la colaboración de Sancho durante todo el proceso, motivo por el que se ha descartado la pena de muerte.
Ahora Sancho será trasladado a otra prisión menos “amable” que la de Samui, donde lleva ingresado provisionalmente desde el 7 de agosto de 2023.
Situada a siete kilómetros de Bangkok, en la ribera del río Chao Phraya, tiene capacidad para 3.000 presos, pero en la actualidad hay más de 7.000, todos condenados a largas penas por delitos de sangre.
Se trata de una de las prisiones más notorias y temidas de Tailandia. Esta prisión es famosa debido a su brutalidad y las duras condiciones que enfrentan los reclusos.
En una celda de cuatro metros conviven 10 internos
Una sobrecapacidad que hace que los internos estén hacinados y que las condiciones sean durísimas, ya que en celdas de cuatro metros cuadrados conviven hasta 10 personas.
A este hacinamiento, más complejo si cabe porque por la cárcel campan a sus anchas ratas y cucarachas, se unen graves problemas de salud provocados por la falta de agua potable y la desnutrición, ya que los presos pasan hasta 17 horas al día sin nada de comida.
La falta de higiene es un problema grave en Bang Kwang. Los baños son extremadamente rudimentarios, consistiendo en agujeros en el suelo que los reclusos deben utilizar como letrinas.
Las condiciones en Bang Kwang, descritas por muchos como inhumanas, son un reflejo de las políticas penales severas de Tailandia y de la difícil realidad que enfrentan aquellos que caen en su sistema penitenciario.
Cárcel donde iría Sancho es “una amenaza de muerte indirecta”
Además, la falta de agua potable y la escasez de productos básicos de higiene contribuyen a la propagación de enfermedades. Y como si fuera poco, es frecuente que los reos lleven un punzón para defenderse en el interio del penal.
Según alertó el analista Fernando Cocho, la prisión de Bang Kwang “es una amenaza de muerte indirecta”. “La tasa de mortalidad en el centro se sitúa sobre un 25 % cuando se cumplen los dos años encerrado, debido a la desnutrición, enfermedades y violencia. Es frecuente que los presos lleven un punzón para defenderse. También es alta la tasa de suicidios y las muertes por “causas sospechosas”, anotó.
Muchos prisioneros extranjeros que han sido encarcelados en Bang Kwang reportan una sensación extrema de aislamiento, especialmente debido a las barreras del idioma y la cultura.
