Los abusos perpetrados sobre los prisioneros de guerra y civiles detenidos por Rusia constituyen crímenes de guerra y contra la humanidad, según un informe de la ONG Amnistía Internacional que denuncia casos de tortura, detención prolongada en régimen de incomunicación, desaparición forzada y otras situaciones de malos tratos.
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Abusos sistemáticos y falta de transparencia
La organización entrevistó el año pasado a 104 personas, entre las que hay prisioneros y familiares para elaborar el estudio Un silencio ensordecedor: ucranianos en cautiverio ruso, recluidos en régimen de incomunicación, víctimas de desaparición forzada y sometidos a tortura, en el que se constata una tónica general de falta de transparencia e impunidad.
La secretaria general de Amnistía, Agnès Callamard, advirtió de lo que considera "una política deliberada" por parte de Rusia para “deshumanizar a estas personas y silenciarlas”, a lo que se sumaría la “angustia” de los familiares que esperan noticias.
“La tortura se inflige en una situación de aislamiento total del mundo exterior, y las víctimas están totalmente a merced de sus captores para sobrevivir”, lamentó Callamard, al hablar de "una política sistemática que vulnera todos los principios del Derecho Internacional".
"No sé dónde buscar a mi esposo ni dónde enviarle cartas. Esta oscuridad de no saber me está matando", relata Olena Kolesnyk, cuyo marido fue capturado en julio de 2024. Una incertidumbre compartida con Jristina Makarchuk, que vio en una televisión rusa cómo su marido explicaba su detención, pese a que Rusia no la ha hecho oficial.
De hecho, ni siquiera se sabe cuántos ciudadanos están retenidos, sea en Rusia o en los territorios ocupados dentro de Ucrania, y las autoridades ucranianas consideran "desaparecidas en circunstancias especiales" a decenas de miles de personas, sin saber si están detenidas o han fallecido. Las organizaciones internacionales tampoco tienen acceso a estas personas, que quedan, por tanto, fuera del alcance de cualquier mínima protección.
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Testimonios de torturas a los presos ucranianos en Rusia
Volodimir Shevchenko pasó dos años cautivo y cuenta ahora a Amnistía Internacional que comenzó a sufrir torturas al ser detenido, "inmediatamente". "Me propinaron golpes con armas paralizantes, esas porras especiales. Fue muy doloroso. Vi cómo los muchachos comenzaban a morir después de eso", recuerda.
También Sergei Koroma, herido de gravedad tras su detención, explica que solo recibió una crema antiséptica en una ocasión y que sus captores se limitaron a esperar que se curara o se muriera.
La máxima responsable de Amnistía Internacional ha exhortado a la comunidad internacional a utilizar "toda su influencia y las herramientas de las que dispone", incluida la jurisdicción universal, para que Rusia ponga fin a estos crímenes "horrendos" y rinda cuentas. "Sin justicia", ha agregado, "el sufrimiento de los prisioneros de guerra ucranianos, de la población civil y de sus familias no hará sino agravarse".
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