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Hay que hablar sin tapujo sobre
el suicidio en las universidades

Aunque las universidades han incrementado sus esfuerzos aún hay tareas pendientes dentro y fuera de las instituciones para atender la salud mental.

  • La U. de A. señala que ha mejorado oferta de salud mental a estudiantes. FOTO carlos velásquez
    La U. de A. señala que ha mejorado oferta de salud mental a estudiantes. FOTO carlos
    velásquez
20 de agosto de 2022
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Los suicidios recientes de un estudiante y un docente de la Universidad de Antioquia generaron una necesaria reflexión entre la comunidad académica en torno a las problemáticas de salud mental.

No es un tema fácil. Según la psicóloga y doctora en lingüística, Claudia Vásquez, quien lleva años trabajando en estrategias de atención y promoción en el departamento, en los entornos educativos y laborales prevalece una profunda incapacidad para hacerle frente a situaciones como las conductas suicidas y, en consecuencia, en lugar de que docentes, compañeros y colegas sean facilitadores en la ruta de atención oportuna, la estigmatización por parte de estos termina por aumentar el riesgo entre las personas que urgen por ayuda.

Como parte de la reflexión, el docente Miguel Vásquez, profesor del pregrado de Astronomía al cual pertenecía la joven que se quitó la vida hace unos días, llamó la atención sobre las fallas que tiene el programa de salud mental en la Universidad.

Falta de capacitación entre el cuerpo docente para saber cómo abordar el tema con los estudiantes y cómo obrar ante señales de alerta; déficit en la oferta de espacios para estudiantes y falta de seguimiento a estudiantes que urgen de acompañamiento.

Puntualmente, según Vásquez, hay estudiantes que afirman que las citas de psicorientación se dilatan varias semanas o se cancelan frecuentemente. Y que, además, no existe seguimiento por parte de Bienestar Universitario a los casos que así lo exigen.

No obstante, la directora de Bienestar Universitario de la U. de A., Marcela Ochoa, resaltó que ante la creciente demanda de servicios de salud mental han fortalecido su capacidad para psicoorientación inicial y seguimiento. También destacó que la universidad tiene dos líneas que funcionan 24 horas durante los siete días semanales para teleorientación de psicología y psiquiatría.

No solo eso, apuntó, sino que a través del Plan de salud estudiantil los estudiantes que no integran el sistema de salud, o no son efectivamente atendidos, pueden resolver sus problemas de salud física y mental. Y en casos de urgencia, la institución tiene dispuesto el hospital Alma Mater y un contrato con Sportí para atención en salud mental y adicciones.

Pero además de resaltar la oferta de la universidad, la profesora Ochoa señaló que la institución no puede asumir la tarea que le compete al sistema general de salud.

Esta posición abre dos frentes de debate. Por un lado, es claro que las universidades han incrementado sus esfuerzos para dar respuesta a la desbordada problemática.

En casos como el de Eafit, según la coordinadora de Apoyo Académico y Psicosocial, Sara Moreno Osorio, aumentaron ostensiblemente su capacidad de atención. Al programa de psicología para estudiantes que tiene más de 20 años de existencia le sumaron el de atención a empleados y un directorio de salud integral. La universidad pasó de tener en 2019 una capacidad de 3.000 citas para cerca de 500 estudiantes en el semestre a 5.000 citas para 800 estudiantes. Un estudiante en Eafit puede tener en promedio 7 citas de psicología en el semestre.

En UPB, por su parte, María del Tránsito Giraldo, psicóloga y coordinadora preventiva del Centro de Familia, ponderó la existencia de la Mesa de Salud Mental, que les entrega a los estudiantes la voz y el poder para incidir en el abordaje de las problemáticas emocionales que los afectan.

Pero pese a estos esfuerzos, testimonios recogidos de docentes y estudiantes de varias universidades dejan claro que todavía hay un largo trecho por delante.

Infográfico
Hay que hablar sin tapujo sobre <br />el suicidio en las universidades

Varios universitarios consultados manifestaron que tras retirarse o ausentarse por largo tiempo debido a cuadros depresivos severos o complejos problemas personales nunca recibieron una llamada de sus instituciones.

Algunos docentes hicieron mea culpa por la falta de habilidades para generar espacios de confianza hacia sus alumnos o comprender cuándo una situación de aula, como la exigencia o la carga académica, puede desencadenar conflictos emocionales.

Pero, por otro lado, es cierto que las universidades no pueden asumir la carga principal de atender las problemáticas de salud mental.

Según Sivigila, el año pasado hubo 2.079 casos de intentos de suicidios en Medellín. Cada día seis personas intentan quitarse la vida. Según reconoce la Secretaría de Salud, entre 2016-2019 se registraron 673 suicidios y entre 2020 y 2022 van 479, es decir, la cantidad de casos ya llegó al 70% de los ocurridos en el cuatrenio anterior.

Este año van 90 suicidios y 648 intentos de suicidio en niños, niñas y adolescentes.

La ciudad tiene ocho estrategias de salud mental públicas, pero claramente no dan abasto.

Y mientras esto ocurre, el sistema de salud brilla por su ausencia. Entre los testimonios recogidos ninguno de los jóvenes que solicitó atención psicológica y psiquiátrica en su EPS la recibió hasta ahora.

Hay casos de citas de psicología programadas para el próximo año tras recibir valoración general hace varios meses, y otros más críticos en los que el mismo médico general manifestó que esperar remisión a psicología era perder el tiempo y que mejor lo hicieran particularmente, tal como le ocurrió a una joven con cuadros de ansiedad, ataques de pánico e insomnio.

Sin una política pública de salud mental y un cambio en el paradigma del sistema de salud no parece posible darle un vuelco a esta crisis.

No obstante, mientras los cambios de fondo llegan, cada persona, sea estudiante, docente o compañero, sí puede hacer una gran diferencia escuchando, tendiendo una mano, advirtiendo señales y pidiendo ayuda por otro cuando este no parezca poder hacerlo.

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