La recuperación del Galeón San José, que reposa 600 metros bajo el Caribe colombiano, es un hecho sin precedentes en términos de capacidades de vigilancia, desarrollo científico y tecnológico al servicio del patrimonio cultural sumergido de la Nación. Además, es ejemplo de la nueva Política de Ciencia Tecnología (CTeI) e Innovación del Ministerio de Defensa Nacional, que se lanzó el pasado lunes 22 de julio.
Con un equipo interdisciplinario, mediante el uso y la transformación de herramientas, se creó una capacidad diferencial e innovadora que se materializó en la planeación y el desarrollo de la I Campaña de verificación no intrusiva del Bien de Interés Cultural Galeón San José, que, por supuesto, sumó la integración de medios humanos, técnicos y tecnológicos para la exploración científica marina de aguas profundas, mediante capacidades de la Armada de Colombia y la Dirección General Marítima (Dimar).
“Bajar un robot 600 metros de profundidad implica desarrollar tecnologías que no conocíamos, pero las adaptamos porque venían creadas para el frío del mar del Norte. Transformamos esas herramientas y creamos una capacidad diferencial e innovadora en algo que necesitábamos”, dice el contraalmirante Hermann Aicardo León Rincón, jefe de la Jefatura de Intereses Marítimos y Fluviales de la Armada Nacional.
Los desarrollos que se dieron en el proceso del Galeón San José son un ejemplo del tipo de iniciativas que apalancará Fuerza e Innovación, el hub del sector Defensa y Seguridad que, a través de espacios de cocreación e innovación abierta, buscará potenciar soluciones tecnológicas para la convivencia ciudadana, el desarrollo sostenible y la paz.
¿Por qué es importante?
La importancia histórica de la embarcación radica en lo que significó su hundimiento, la pérdida de vidas y sus efectos políticos y económicos en la geopolítica europea y americana durante el conflicto bélico en el que se produjo.
Las especulaciones sobre su carga motivaron su búsqueda desde el mismo 8 de junio de 1708, día del naufragio en aguas cercanas a Cartagena, producto de la Batalla Naval de Barú.
Su hundimiento no solo invita a reflexionar sobre la fragilidad humana frente la vastedad del mar, sino también sobre el valor testimonial e histórico de la experiencia naval en el sistema defensivo y militar de Cartagena y su paisaje cultural, declarado Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad en 1984 por la Unesco.
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