Me fui donde el padre Nicanor, mi tío, a preguntarle, qué era eso del juicio salomónico de que se ha hablado tanto estos días, a raíz del tan sonado y lamentado juicio de la Corte de La Haya, que fue favorable a las pretensiones de Nicaragua y de efectos nefastos para Colombia. Al fin y al cabo eso de juicio, sentencia o decisión salomónica es un término de origen bíblico.
-Pues, hijo, fue la propia canciller Holguín la que se anticipó a calificar así una decisión sobre la que la funcionaria, ex post, habla y habla pero, muy al estilo Santos, no concluye nada.
-Bueno, tío, ya por lo menos se ha denunciado el Pacto de Bogotá para salirnos de la competencia de la Corte. Pero lo que me interesa, así sea una curiosidad tonta frente a la gravedad de lo ocurrido, es saber si se ajusta o no la sentencia de la Corte de La Haya a lo ocurrido con el Rey Salomón y las dos mujeres que se disputaban la maternidad del bebé que cada una alegaba era hijo suyo.
-Veo, muchacho, que todavía te acuerdas de la historia sagrada. Supongo que a vos no te tocó, pero muchos nos criamos como cristianos con el Catecismo del padre Astete y la Historia Sagrada de Bruño. Pero, "¡tate, tate, folloncicos", como decía el Quijote, no quiero perderme en vejeces y nostalgias.
-Hace bien, tío. Usted, para usar uno de sus dichos clásicos, tiene la tendencia de irse por los cerros de Úbeda. Aterricemos, pues, en lo del juicio de Salomón.
-Tráeme esa Biblia. Abre: Primer libro de los Reyes, cap. 3, 16-28. Lee:
-"Por entonces, se presentaron al rey dos prostitutas…" Es conocida la historia, padre Nicanor. Ambas mujeres tenían hijos recién nacidos. Una noche murió ahogado uno de ellos y su madre, al escondido, cambió su niño muerto por el vivo. Ante el rey, cada una alegaba la maternidad del sobreviviente. Salomón entonces ordenó partir en dos al niño, pero su verdadera madre prefirió que se lo entregaran a la mentirosa con tal de no hacerle daño al recién nacido, mientras la otra decía que no sea para mí ni para ti, que lo partan. Así descubrió el rey quién era la verdadera madre y a ella lo entregó íntegro, sin particiones.
-Así es la historia. Como puedes ver, la Corte de La Haya se atrevió a lo que no hizo Salomón: partió en dos la criatura. Y mal partida, por supuesto. Nicaragua está feliz. Hace bien en rechazar el fallo Colombia, la verdadera madre de San Andrés y todo el archipiélago, y de la extensión marina cercenada que la corte internacional entregó a la madre mentirosa.
-En conclusión, padre…
-En conclusión, hijo, que el de la Corte de La Haya es el juicio menos salomónico que pueda darse y se aparta de la justicia, la sabiduría y la equidad del Rey Salomón. -¿Y habría que acatarlo?
-Esperamos que no. Lo que se hace en derecho, se deshace en derecho. Ojalá no acabemos en una guerrita insulsa manipulada por intereses foráneos. Que Salomón, en su sabiduría, nos ayude.
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