Un viaje entre el sueño y la vigilia, entre la vida y el sueño es el que propone Elizabeth Mejía Vélez con su exposición Parteras de vida / Lechos del sueño.
El arte de Elizabeth está basado en la fotografía. Ella, que es comunicadora, a veces no entiende por qué incluyen sus obras en las muestras de arte, puesto que considera sus fotografías, muchas de ellas secuenciales, crónicas y, como tales, ancladas en la realidad.
Sucede que ella cabalga en una nebulosa zona límite entre el periodismo y el arte. O, más bien, practica un arte de no ficción, como la crónica.
"En Parteras de vida seguimos tendiendo los lechos, entramos en sus familias. De esta manera persistimos en el acecho de las poéticas de lo doméstico y en las memorias del habitar. Seguimos haciéndonos preguntas sobre la vida onírica y el universo femenino. Casa y cama como espacios simbólicos significantes, dramaturgia cotidiana plena de revelaciones. Con estas radiografías, se busca componer una nueva geografía desde la intimidad, un atlas del sueño", dice ella en el texto que habla de la muestra en su página (www.flickr.com/people/elizabethmejiavelez_portafolio/) y lo confirma en su conversación.
La artista, en esas búsquedas de lo cotidiano, le da trascendencia a objetos que acompañan a los seres humanos en su paso por la vida. En este caso, la cama. Esa nave "que flota en un cielo de día y otro de noche, que genera puentes entre dos mundos", entre la vida y la muerte, entre el consciente y el inconsciente.
En la práctica, la cama sirve para nacer, para amar, para dormir, para morir.
En el arte de Elizabeth, la cama sirve para unir varias ideas: la de la navegación entre la nada y la vida, y entre la vida y el sueño. En la cama se nace, se sueña, se ama y se muere. Por eso, la palabra lecho del título, en vez de cama, sirve para que al tiempo que aluda a este elemento "en el que nos entregamos ingenuamente a una pequeña muerte", también lo haga al del río, en el que se navega. La cama es la barca y el afluente en que se navega. El parto es sacar "al bebé de las aguas prenatales", sigue diciendo la artista.
Traen a la luz
Elizabeth Mejía Vélez hace un homenaje a cinco parteras de Moravia. Aceneth Restrepo, Gilma Rosa Hernández, Luz Marina Aguilar, Consuelo Arteaga y Lucelly Arteaga.
Esas mujeres, con decenas de partos en sus contabilidades de vida, son quienes traen a la luz a los seres humanos, como si además de parteras fueran las porteras que atienden la entrada a la existencia.
Atendiendo a esa expresión, traer la luz, emparentada con esa otra de dar a luz, Elizabeth presenta, junto al conjunto de fotografías, un libro tridimensional, en cuyo interior están los textos de su obra. Para leer, ese interior es preciso iluminarlo con una linterna o con una vela. A este elemento, ella lo bautizó Lámpara onírica.
En esos textos están escritas brevemente las historias de vida de las cinco mujeres.
Con las parteras "aprendí, entre muchas cosas, que se da a luz al bebé y se alumbra la placenta", comenta la artista, quien también halló sus prácticas, mucho de saberes ancestrales.
"Para mí la cama es lo más sagrado que uno puede tener, porque ahí está toda la vida: la entrega al hombre de uno, y donde nacieron mis hijos. En ella traje al mundo ochenta muchachos, y niñas más de cincuenta u otro tanto, atendí un parto gemelar y el de un niño especial. La cama para mí es un santuario", dice en su relato la partera Ana Aceneth Restrepo.
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