Me llamó la atención un estudio que acaba de publicar Psychological Science, hoy cuando hasta para anunciar una tiza tienen que usar una mujer en cucos.
El estudio de Philippe Bernard , de la Universidad Libre de Bruselas, encontró que la gente ve las fotos de mujeres sexis como objetos y no como personas, lo que no sucede cuando miran la imagen de un hombre.
Recordé entonces un estudio de marzo pasado en el Sex Roles en el que Sarah Murnen , psicóloga social del Kenyon College, encontró que las niñas preadolescentes que se visten sexis son juzgadas por los demás como menos competentes y menos morales que las que se visten de manera más formal.
O sea: por lado y lado, desde la niñez se está invitando a las mujeres a ser y vestir sexis y eso es más que evidente. Y tiene consecuencias. El año pasado, otro estudio de Murnen y colegas encontró que 30 por ciento de la ropa infantil que venden las grandes cadenas en Estados Unidos tiene características sexualizantes. ¿Y acá?
No es mentira: ve uno niñas con unas minis que no se las pondría ni la modelo más osada.
Por todos lados nos meten la mujer como objeto y por eso muchas no pueden escapar a esta situación común pero que no puede ser normal. Termina aceptándose.
La teoría de la objetificación de Fredrickson y Roberts, citada por Bernard, dice que los cuerpos de las mujeres son más escrutados y evaluados que los de los hombres. Eso, como demostraron diversos autores, se relaciona con una menor atribución de capacidad mental y deshumanización. Tanto, que Heflick y Goldenberg mostraron que enfocarse en la apariencia antes que en la personalidad, disminuiría el grado de naturaleza humana atribuido a las mujeres, pero no en los hombres.
En el estudio de Bernard, hombres y mujeres miraron fotos de hombres y mujeres en prendas interiores pasadas al derecho y al revés. Los análisis mostraron que ellas como ellos apreciaban a las mujeres sexis como objetos, no así a los hombres. No las ven como seres humanos.
El rompecabezas parece armado: hasta explica en buena parte por qué tanto comentario, chiste y acción fuera de tono sobre las mujeres, que se dan en todos los entornos. Y de ahí a otras situaciones más indignantes hay un paso.
Ah, y los papás felices como se viste la niña.
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