Todavía estaba en noveno de bachillerato y tenía ese bozo que parecía musgo crecido sobre los labios, cuando Edison Flores entró a la casa de la abuela y la encontró acostada en medio de un charco de sangre.
Años más tarde, ya convertido en el comandante paramilitar del Bloque Metro que imponía su ley en el barrio La Sierra, Edison les contaría a sus subalternos que las huellas sanguinolentas que doña Belén Uribe Pareja dejó estampilladas sobre la pared, luego de haber forcejeado seguramente con su victimario, eran como remolinos de imágenes que nunca se habían ido de su memoria.
Don Jairo Flores no sabe si ahí comenzaron los malos pasos de su hijo, aquellos que registró el documental que salió a la luz en 2003. Lo cierto es que el asesinato de doña Belén coincide con el retiro de Edison del colegio y con su incursión definitiva, y sin regreso, en la guerra.
El resto ya se vio en las pantallas de cine a lo largo y ancho del mundo: Que 'La Muñeca' (como llamaban a Edison por "caribonito") fue dado de baja por el Ejército, que los paramilitares del Bloque Metro se alinearon con el 'Cacique Nutibara', que todos en masa se desmovilizaron, que Edison dejó siete viudas y siete hijos, eso, todo eso, es historia.
Sin embargo, luego de más de siete años de cierta fama desencantada, don Jairo y sus vecinos parecen personajes atascados en la misma película. Estamos sentados en el taller de herrajes donde este hombre intenta engordar los 140 mil pesos mensuales que se gana como sacristán de la Parroquia.
Doce nietos que se quedan a dormir en su casa de cuando en cuando (entre ellos los siete hijos de 'La Muñeca') necesitan para libros, uniformes, zapatos, fotos de carné 3 x 4 y Jairo nada que despega.
En diciembre, con la muerte de una marrana de 130 kilos de peso, en momentos en los que iba a dar a luz, se fueron de tajo no solo algunas cuantas ilusiones, sino un plante de 2 millones de pesos que aún Jairo debe en el Banco de las Oportunidades.
"Me confié de personas que supuestamente tenían conocimiento y me decían que el animal venía sin cría. Pero se pasaron las tres horas que la marranita tenía para el parto y terminó reventándose, sufrió mucho", dice haciendo un gesto de desengaño. Luego, cuando rajaron la barriga, Jairo vio como salían del vientre 10 cerditos muertos. Era la plata del diciembre.
Se rompió el pacto
No muy lejos de esta puerta en la que años atrás penetraron los tiros de fusil que acechaban a 'La Muñeca', se sigue librando un conflicto que, en sus distintas fases, ha dejado decenas de muertos. 'Pirulo', el inefable niño que en el documental llora sobre el ataúd de Edison, fue asesinado poco tiempo después.
El 29 de julio del año pasado, la Policía Metropolitana capturó a cuatro miembros de una presunta banda de La Sierra, quienes, con un revólver, jugaban con sus víctimas a la ruleta rusa. Entre los verdugos estaba 'El Mocho', "famoso por aparecer en un documental", reseñó la prensa local.
Se trataba de Jesús, un desmovilizado que ante cámaras había dicho estar arrepentido y con deseos de dejar esa vida. "Podemos sobrevivir a esta guerra, pero luego vendrá otra y otra y así hasta que caigamos", decía. Ahora, con menos cara de pelao, 'El Mocho' pernocta en Bellavista, junto con su hermano Pedro.
Pero la dinámica de los enfrentamientos ha cambiado. A finales de octubre, las autoridades dieron cuenta de un pacto de no agresión que firmaron Yeison Velásquez, conocido como "El Rolo", y Edwin Tapias, otro desmovilizado con influencia en los jóvenes del barrio Caicedo, colindante con La Sierra.
No obstante, no pasó un mes para que dos de los que se habían sentado en la mesa fueran asesinados. A Gabriel Ángel Estrada Campuzano, "Lelo", y Andrés Felipe Gutiérrez, "Orlandito", los abalearon al cabo de una reunión de seguimiento al proceso de paz.
De ahí en adelante, la comunidad quedó inmersa en una suerte de guerra fría que se quiebra, en pequeños intervalos, con crímenes selectivos. Según cifras del CTI de la Fiscalía, entre el 1° diciembre de 2009 y el 16 de enero de este año, en La Sierra y Villa Turbay se cometieron siete homicidios. En enero la Comuna 8 registra 14 asesinatos.
"Ya no hay un enemigo interno. El enemigo está afuera. Si usted me pregunta, en Villa Turbay, El Morro, Villa Lilian, Las Mirlas y La Sierra, volvimos a ser los de antes, estamos unidos", asegura el jefe de un combo que aglutina de 70 a 80 muchachos.
Las posibilidades de que se sienten a negociar no parecen estar a la vuelta de la esquina. "Yo lo veo muy lejano. Aquí hay muchos proyectos, en la escuela, en las Juntas de Acción Comunal. Allá quieren el monopolio, robarse las platas, entonces como nosotros no hacemos eso...", dice el líder de uno de los bandos.
"Ese pacto de paz que venían manejando en La Sierra fue una acción para poder quitarle la vida a 'Orlandito y a 'Lelo'. Eso no fue serio", dicen del otro lado.
La pobreza, el otro azote
A don Jairo antes le daba vergüenza mostrar las manos que, por el peso del martillo, ahora relucen como un par de piedras. "Parece mugre, pero es puro callo, ¡toque y verá!", dice y suelta la primera sonrisa del día.
Jairo, algo trajinado por tanta obligación, es la viva estampa de las pocas oportunidades que tiene el barrio. Dos de sus hijas que ya terminaron el bachillerato (hermanas de 'La Muñeca) han querido estudiar o colocarse, sin éxito. Pese a eso y con todo el pelotón de niños que ahora revolotean por la sala, en la casa del abuelo nunca faltan la panelita ni la arepa, así sea partida en dos.
El sociólogo León Felipe Alzate, un voluntario que hace un mes dejó de ir a La Sierra por el aparente estado de guerra, dice que el sector necesita de cooperación internacional porque son enormes las necesidades. El padre Cruz Elías Bravo Vásquez calcula que para esta temporada escolar, La Sierra necesitaría de 4.000 cuadernos, a razón de cuatro por estudiante.
Alzate ha sido testigo de los esfuerzos estériles de un muchacho de 23 años que con infinidad de ideas empresariales, ha tratado de mantenerse inmune al conflicto. Pero no lo dejan. El último negocio que se le desmoronó fue el de un gimnasio que ante los vientos tensos que se respiran debió cerrar las puertas definitivamente.
"Era un proyecto muy bonito, porque no recibió apoyo ni de la Alcaldía ni de ninguna ONG. Eso fue a punta de colectas y rifas", recuerda León Felipe.
Heidy Alejandra Guarín, la primera de siete mujeres que tuvo Edison, ya no es una niña. Tiene 23 años, una hija de 6 y también busca empleo. Y, aunque no cruza palabra con las otras seis amantes que tuvo 'La Muñeca', reconoce y respeta que don Jairo quiera a todos los nietos por igual.
"Yo no me arrepiento de haber tenido a mi hija -dice-. Pero uno sí tiene que tener claro que en el mundo en el que ellos se meten, o terminan en una cárcel o terminan muertos".
Por mucho que no estuviera de acuerdo, Jairo nunca negó ser el padre de un paramilitar. Ni siquiera en momentos en los que eso era exponer el pellejo. "De pronto encontrarme de frente con los enemigos de Edison y ellos gritar: '!ve, ahí está el viejo!'. Pero luego ellos recapacitar y volver a decir: 'ahh, pero es que el viejo es tan buena gente'...".
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