Un diario calificó de "carambola macabra" la caída de una mujer española sobre un peatón, desde un octavo piso. La verdad, hay veces que nos levantamos con el pie izquierdo. Aunque en estos días escuché a un personaje mafioso de telenovela decir que la mala suerte no existe, yo creo lo contrario.
El transeúnte caminaba con su pareja por una calle de Barcelona cuando recibió el totazo. La señora, a quien algunas versiones dan por suicida y otras por infortunada, al resbalar desde un taburete en su balcón, cayó justo en el único segundo en que "su víctima" pasaba debajo de ella. Ni uno antes ni uno después. Yo me pregunto: ¿sería casualidad? No.
Hace poco un compañero de esta redacción circuló una lista de siete personas con las que, a juzgar por los hechos, uno no debería juntarse ni un minuto. Hay verdaderas perlas de la mala suerte:
"Jason y Janie son una pareja de estadounidenses que ha sobrevivido a los peores ataques terroristas del mundo: al 11 de septiembre del 2001, en Nueva York; al 7 de julio del 2005, en Londres, y al 26 de noviembre del 2008, en Mumbai, en India. Estaban haciendo turismo, así que es mejor no viajar con ellos ni a la esquina", advertía el despacho de prensa.
No sabemos (o no sé yo hasta ahora) si la señora que cayó del balcón en España fue "empujada por la mala suerte" o por un instinto suicida originado en trastornos sicológicos, pero sí me parece que al peatón al que aplastó el pasado lunes no lo acompañaba ni un kilovatio de buenas energías.
Pero entre "los de malas" del mundo clasifican otros casos de infortunio, en verdad extravagantes: al señor Roy Sullivan "lo alcanzó un rayo no una ni dos ni tres veces, sino hasta en siete ocasiones. Eso es tener mucha mala suerte en la vida, aunque, bueno, el señor Sullivan trabajaba como guardabosques en un parque de Virginia. Ningún rayo le hizo nada. Él decidió acabar con su vida, de un disparo".
Cuando estaba niño tuve un amigo, Gabriel (q.e.p.d.), al que le cayó un arrume de puertas encima mientras viajaba en un camión. Le pegaron piedras en la frente que no supimos de dónde venían y se la pasaba arrastrando el cuerpo contra el pavimento cada que montaba en motocicleta. Era extraño, pero todos los percances inimaginables iban rumbo a Gabriel, o él a ellos.
Hay gente que parece imantada para atraer la mala suerte y por más que trata de escapar a esa extraña fuerza de gravedad que la aplasta contra los accidentes y la ruina, no puede. Soy testigo de varios casos.
Pero volvamos al trágico listado, al indeseable rankin de los más de malas del planeta: "el primer lugar se lo lleva el señor Tsutomu Yamaguchi, quien estuvo en Hiroshima el día que fue lanzada la bomba atómica, el 6 de agosto de 1945, y quizás pensó que esa ciudad no era segura. Por eso se regresó a su lugar de residencia, Nagasaki, donde tres días después fue lanzada la segunda bomba atómica. Yamaguchi está vivo, por cierto, si alguien se lo pregunta".
Este listado reseña también el caso de una señora a la que le cayó un fragmento de meteorito mientras veía televisión en la sala de su casa. Según el despacho que habla de "los más salados del planeta", se trata del único episodio conocido de alguien alcanzado por una roca estelar.
Hay una canción de salsa del vocalista Henry Fiol que registra la mala suerte de un personaje callejero al que no le sale ni una. En el colmo de la mala suerte se gana la lotería y cuando va a cobrar resulta que "el banquero se murió". Si llega a sentirse así, recomienda sinceramente el cantante de Nueva York, busque algún remedio "pa' tan pobre situación". Y crea, sí existe la mala suerte.
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