Eran las 11:50 de la noche del viernes primero de mayo de 1992, cuando el entonces ministro de Comercio, Juan Manuel Santos , entró al Laboratorio del Tiempo en el Icontec, un cuarto pequeño con dos relojes, que marcaban la hora oficial del país.
Una multitud de periodistas se aglutinaba alrededor del cuarto con paredes de vidrio. El Ministro levantó el dedo, esgrimió su particular sonrisa y hundió dos teclas, con las que borró de un tajo, las 12 de la noche del primero de mayo y puso a marcar la una de la mañana, del dos de mayo, en ambos relojes.
Así fue como a los colombianos se nos esfumó una hora de nuestras vidas, como consecuencia de la crisis energética que azotó al país y que obligó a decretar, en marzo de ese mismo año, un racionamiento nunca antes visto en la historia nacional.
Se fue una hora
La idea de pasar del huso horario que para el momento tenía Colombia, al que para la época tenía Venezuela, surgió durante un consejo de ministros del entonces presidente César Gaviria.
En plena reunión, el mincomercio, Juan Manuel Santos, levantó la mano y sugirió la idea de acoger la tradición europea de adelantar una hora los relojes, para aprovechar más la luz solar.
Para Colombia tomar esa decisión implicaba trabajar menos en la noche, usar menos electricidad, con el fin de obtener un menor uso y desgaste de las hidroeléctricas, cuyos embalses estaban en sus mínimos posibles.
El proceso de aprobación de esta idea en la Casa de Nariño no fue fácil. El ministro Santos tuvo que hacer lobby por todos los despachos de sus colegas para explicar la medida y así presentarla de forma más concisa al presidente Gaviria.
Pero quedaba un detalle pendiente, ¿cómo se cambiaba la hora de un país?, ¿a quién se le pedía adelantar el reloj?
Entre las múltiples averiguaciones para resolver las dudas, apareció el "guardián" del tiempo en Colombia, que recaía en el superintendente de Industria y Comercio, Jorge Orlando Montealegre . A su despacho le correspondió emitir la resolución para cambiar la hora y, de paso, transformar las costumbres de los colombianos.
El racionamiento
A principios de los noventa, el país vivía un cruento fenómeno del Niño, marcado por temperaturas muy altas y sequías muy extensas.
Los cauces de los ríos no aguantaron la falta de lluvias y disminuyeron ostensiblemente los niveles de los embalses. El de El Peñol llegó al histórico de 20,66 por ciento de su capacidad y el consolidado nacional marcaba entonces un difícil 28 por ciento de ocupación.
La generación de energía dependía de las termoeléctricas, que para el momento representaban apenas el 22 por ciento de generación eléctrica en el país.
A la penosa situación que ya vivía el país se sumó una huelga de trabajadores de Corelca (Corporación Eléctrica de la Costa Atlántica) que controlaba las termoeléctricas, haciendo la mezcla perfecta para que Colombia estuviera al borde de un colapso energético.
La energía, al igual que hoy, venía en su mayoría de las hidroeléctricas del centro del país, de las represas y embalses, que con un bajo nivel de aguas no dejaban otra salida que apagar el país por horas, para permitir que operara la industria y afectar lo menos posible la economía.
El Gobierno Nacional decretó entonces el llamado racionamiento el 2 de marzo de 1992, que consistía en dejar sin luz de manera intermitente, partes del territorio y garantizar así una disminución de la demanda total de energía de hasta un tres por ciento.
El racionamiento fue impulsado por Juan Camilo Restrepo , que para el momento, se desempeñaba como ministro de Minas y Energía, y había logrado negociar con los trabajadores de Corelca para que volvieran a sus labores y apoyaran la red nacional de energía.
El apagón se superó en febrero de 1993, cuando se vio un aumento en el nivel de los embalses y pudo ponerse fin a la denominada "hora Gaviria".
Apagón hoy
Las probabilidades de que se repita lo que pasó en 1992, son muy pocas. Sin embargo, el Gobierno Nacional, en cabeza de su ministro de Minas y Energía, Mauricio Cárdenas , no baja la guardia frente a otro posible fenómeno del Niño que pudiera poner en riesgo la capacidad energética.
"El país ha hecho grandes avances desde ese momento (1992) hasta hoy. Aunque es imposible, sería demasiado arriesgado hacer una afirmación categórica de que el país no tiene ningún riesgo de racionamiento. Lo cierto es que las posibilidades de un apagón hoy en Colombia son sumamente bajas", indicó el ministro de Minas y Energía.
Cárdenas reconoce que en caso de que se diera la misma situación y los embalses llegaran a esos mínimos históricos, habría que implementar el mismo plan de acción de la época, poner en funcionamiento el parque termoeléctrico, pero esta vez con gas, lo que implicaría mayores costos para la población.
Pico y Placa Medellín
viernes
no
no