Como lo documenta la literatura internacional, los casos recientes de éxito de desarrollo agrícola en diversos países del mundo no sólo se caracterizan por las altas tasas de crecimiento alcanzadas, sino porque, además, en los territorios rurales se observan mejoras sustanciales en los principales indicadores sociales.
En el reciente estudio de Fedesarrollo, Políticas para el desarrollo de la agricultura en Colombia, se hace referencia a las experiencias exitosas de países como Nueva Zelanda, Chile, Perú, Brasil, Argentina y China.
En dicho estudio se explica que detrás de estos logros se encuentran unas políticas públicas que: promueven la apertura y la inserción internacional de las respectivas agriculturas; impulsan el crecimiento y el desarrollo dinámico del sector y favorecen, de manera activa, las condiciones de vida de los pobladores del campo.
En igual sentido, la SAC, en su revista de enero-marzo de 2013, analiza y pondera los casos exitosos de las agriculturas de Brasil y Perú.
En ambas publicaciones se muestra cómo es posible hacer compatible un crecimiento alto de la agricultura con sensibles mejoras en los indicadores sociales de los hogares rurales. Esto se da en un ambiente que promueve e impulsa la competencia en los mercados y la competitividad a través de mayores niveles de productividad, y el cual se aparta, claramente, de las posiciones que todavía claman por la vía del proteccionismo y la implementación de altos subsidios sectoriales.
En el libro que acaba de publicar el IFPRI, "Food and Agriculture in Ethiopia: Progress and Policy Challenges ", se explica cómo el desarrollo reciente que ha alcanzado la agricultura de Etiopía se ha convertido en un nuevo e inesperado caso de éxito sectorial.
Lo interesante de este caso es que el mismo se presenta en un país que históricamente ha padecido grandes tragedias alimentarias, como la acontecida en 1984 cuando por cuenta de una crisis sin precedentes murieron más de 400.000 personas. Además, no debe olvidarse que este país hace parte de la región del sur del desierto del Sahara.
Según el IFPRI, la agricultura de Etiopía creció, en la década de los años noventa, a una tasa promedia del 3 por ciento. En la pasada década lo hizo al 6.2 por ciento.
Para que los lectores tengan una idea de la magnitud de este logro basta señalar que la agricultura colombiana, que se caracteriza por su alto potencial productivo, ha crecido, durante los últimos años, a tasas inferiores a la que Etiopía alcanzó en los noventa. No en vano el Banco Mundial muestra, en distintos estudios, cómo el desempeño agrícola de Colombia durante la pasada década, período de excepcionales condiciones para el desarrollo del sector, estuvo por debajo de la media latinoamericana.
Al tiempo que la agricultura de Etiopía crece, se registran mejoras en el ingreso per cápita, la pobreza se reduce y la situación alimentaria de la población cada vez es mejor.
Sin duda, este nuevo caso de éxito agrícola se convierte en un serio cuestionamiento a la eficacia y la pertinencia del modelo y las políticas agrícolas implementadas en Colombia.
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