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En invernadero: tomate seguro y rentable

21 de octubre de 2008
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Es uno de esos campesinos que no se "vara", todo lo pregunta, aprende muy fácil y se arriesga si cree que hay un buen negocio, tal como ocurrió cuando decidió cultivar tomate bajo invernadero.

El riesgo les ha dado buenos frutos a José Manuel Castaño y a sus tres colegas con quienes se asoció para hacer un préstamo, asesorarse con programas gubernamentales y montar un cultivo de cuatro mil metros cuadrados.

El crédito para el grupo fue de 60 millones de pesos, y con eso armaron dos invernaderos en Marinilla, con un precio individual de 25.000.000 de pesos.

Ambos están fraccionados en espacios de mil metros que son trabajados por los dueños.

Entre los cuatro ya sacaron las primeras cosechas y la semana pasada empezaron de nuevo con la siembra. Eligieron el tomate chonto variedad torrano porque tiene mejor mercado.

Las semillas las reparten, en hileras, cada 30 centímetros. Aunque a José Manuel en las capacitaciones le explicaron que lo hiciera cada 40 centímetros, los experimentos, dijo, le han permitido reducir el rango y aumentar la productividad.

En mil metros cuadrados siembran unas tres mil plantas, en un proceso que les cuesta en promedio 1.200.000 pesos dispuestos principalmente para abono y riego.

En adelante, cada día el cultivo recibe agua y cuando pasan dos semanas comienzan a amarrar las plantas a la parte de arriba del invernadero para mantenerlas rectas.

Un mes después deben hacer el trabajo que cumple por estos días en una de las fracciones la socia Ligia Soto Giraldo: desyerbar con la mano para luego abonar.

La experiencia que tiene Ligia en este trabajo es el tiempo del proyecto: un año. Sin embargo, contó que lo aprendió fácil y aunque lo más duro fue el calor del invernadero, ya se acostumbró: al principio perdió cinco kilos de peso.

A los dos meses abonan el lote de nuevo y dos semanas después, más o menos, empiezan a recoger tomates.

La planta dura unos cinco meses en producción y luego es reemplazada para iniciar otra vez el ciclo. Para un espacio de mil metros cuadrados todo el proceso puede costar alrededor de 4.000.000 de pesos.

En la cosecha pasada cada mata dio alrededor de 8.5 kilos del producto, pero José Manuel espera que la mayor experiencia de los socios haga que la cifra aumente.

Estiman vender cada kilo a un promedio de 850 pesos. Haciendo cuentas, en un kilo deben invertir 450 pesos y por eso si lo venden a 500 ya le están ganando.

Si todo sale como lo planeado, podría sacar de un lote de 3.000 plantas alrededor de 25.000 kilos de tomates que dejarían entre 12.000.000 y 14.000.000 de pesos.

Mejor que al aire libre
No es la primera vez que José Manuel Castaño se mete en este negocio. Antes lo cultivaba al aire libre pero ahora, opinó, ya no se puede.

El labriego contó que con la cantidad de lluvia que cae los riegos que reciben las matas se lavan sin hacer efecto y se pierda plata.

La inversión cree, está más segura en el invernadero y por eso experimenta sembrando matas de tomate cada 25 centímetros y reservó dos hileras del cultivo para probar cómo le va con el pepino. No descarta, tampoco, seguir la "caña" de alguien que le comentó que las tierras de Marinilla son buenas para el durazno.

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