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El fútbol derriba fronteras en El Pedregal

CANSADOS DE LA violencia y de tantas muertes de inocentes, los líderes de este barrio, apoyados por la Corporación Cultural, la Mesa de Derechos Humanos, empresas privadas y la Policía pusieron a los jóvenes en riesgo a jugar fútbol.

  • El fútbol derriba fronteras en El Pedregal | Róbinson Sáenz | En el barrio El Pedregal la comunidad pide que cesen los disparos y que en torno al deporte y la cultura se derriben las fronteras que están dejando muertos inocentes y hasta niños y jóvenes desescolarizados por el temor a cruzar las cuadras. Es un paso por la paz.
    El fútbol derriba fronteras en El Pedregal | Róbinson Sáenz | En el barrio El Pedregal la comunidad pide que cesen los disparos y que en torno al deporte y la cultura se derriben las fronteras que están dejando muertos inocentes y hasta niños y jóvenes desescolarizados por el temor a cruzar las cuadras. Es un paso por la paz.
05 de julio de 2010
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En el barrio El Pedregal los únicos disparos que quiere la comunidad son los que se hacen al arco y los únicos muertos que deben quedar no son los que caen por las balas sino los equipos que salen eliminados de los torneos.

Así lo probaron este fin de semana cuando, en la calle 103C con la carrera 71, se vivieron las finales del torneo de microfútbol "Borrando las fronteras invisibles", que se juega bajo el lema "pisando territorio de paz".

El evento lo organizaron la Corporación Casa de la Cultura y la Mesa de Derechos Humanos de la Comuna 6, en la que está incrustado el barrio y que el último año ha sido uno de los más violentos de Medellín.

Motivados por el anhelo de paz, de que cesen los enfrentamientos inútiles y de que dejen de caer víctimas inocentes, estas entidades, apoyadas por la Secretaría de Gobierno, la Policía Comunitaria y varias empresas privadas, pusieron a los mismos muchachos que entre sí se disparan, a jugar fútbol.

Adelantar el proceso no fue fácil, admite Juan Gallego Mejía, líder de la Corporación, "sobre todo por la falta de confianza de ellos, pero se les garantizó que todo iba a ser tranquilo y lo logramos".

Y es que no es sencillo reunir en una simple calle -la carrera 72- a más de 200 jóvenes, algunos de ellos en riesgo e inmersos en un conflicto urbano que parece no tener salidas, y ponerlos a luchar no por imponer el dominio sobre un territorio sino por quedar campeones y ganar un marrano y el derecho a hacer la mejor sancochada de la tarde, como ocurrió en las finales del domingo, donde 8 equipos, incluidos varios de mujeres y de niños, y los de los mismos muchachos, se pasaron la jornada chutando la bola.

La tarde se remató con música, marranada y hasta abrazos entre ganadores y "derrotados", porque no hubo perdedores, "todos ganamos: la comunidad, los niños que son el futuro y la paz", dijo Óliver Castrillón, otro jalonador de este proceso barrial.

Muertes sin sentido
El mejor testimonio de las cosas duras que ha pasado este sector del noroccidente de Medellín lo dio un joven integrante del equipo Bad Boys, a quien la semana anterior le mataron a un tío de forma insólita, "él fue a comprar una empanada y como no era de esa cuadra le dispararon, era un señor de 44 años, no queremos que esas cosas se sigan repitiendo, la violencia no lleva a nada", dijo el joven.

Michelle Moreno y Lina Schroeder, dos jovencitas que jugaron su partido como rivales, expresaron que este tipo de eventos le aportan a la paz del barrio, "porque a veces uno no pude ni ir a estudiar por no pasar de una cuadra a otra".

Para Carlos Arcila, de la Mesa de Derechos Humanos, en este sector tan conflictivo, "a través del deporte se pueden derribar fronteras, la gente por acá está cansada de la violencia", expresó.

El domingo, en este sector de El Pedregal, no sonaron tiros. Mejor se oyeron hurras, olés, cantos, aplausos y gritos de gol bajo un lema escrito en una cartelera que llevó el equipo Chelsea: "la tolerancia nos abre las puertas para la paz".

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