Gloria Estela Zapata Quiceno tiene 54 años y en 2011 vivió unos días fugaces de fama luego de que una de sus hijas publicara en internet un video en el que quedó registrado su pánico en un recorrido en metrocable.
Durante algunos días trabajó en una emisora radial y fue contratada en bares y fiestas con un único propósito: que repitiera en vivo los insultos que la convirtieron en un fenómeno mediático.
Pasó el tiempo y la fama. Tras varios meses, según la misma doña Gloria, su vida volvió a la normalidad y continuaron sus problemas, los mismos que comparte con miles de personas que, en muchos casos, se diferencian de ella solo porque no tienen un video viral que circula con su imagen.
No ofrece detalles pero habla de las dificultades de seguridad de uno de sus hijos, de sus otras hijas que se encuentran desempleadas, en general, habla de problemas económicos y reconoce que su vocabulario se convitió en una forma de sobrevivir.
Hace dos meses desapareció y su nombre volvió a tener un lugar en los medios. La historia de doña Gloria la del metrocable, como si ese fuera su apellido, le dio impulso a lo que según sus palabras, fue una decisión que tomó por sí sola para escapar de sus problemas en Medellín.
Cuenta que estuvo en Bogotá, que empeñó un reproductor de DVD por el que recibió 25 mil pesos, que llegó al Cauca, sufrió un preinfarto y estuvo hospitalizada, no recuerda dónde. Dice que trabajó haciendo comida para unos 'paracos', que pasó muchas dificultades y luego, también por su propia voluntad, decidió regresar.
Niega que sea una estrategia para volver a figurar, que su desaparición fuera el medio para regresar a la televisión y a las emisoras. Pero pide, pide que le donen salarios completos o una libra de arroz, aclara que en este último caso, prefiere que se lo entreguen cocinado porque ya no quiere hacer nada.
No responde con mucha claridad si por su fama se sintió querida o ridiculizada. Insiste en que ahora, tras su regresó, lo único que espera es que le ayuden.
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