A todos se nos perdió la cucharita, y no en cualquier parte, en el centro de Bogotá. Lo peor: nunca la encontramos. Llevamos 30 años buscándola.
Es canto, pregón y sueño; pensamiento, palabra y obra; es un amor cotidiano con la vida y sus querencias y un compromiso con el arte popular. Es un cruce entre el merengue campesino del altiplano cundiboyacense y Santander y la rumba criolla; y otros géneros como el paseo vallenato, el bambuco y el torbellino. Mejor dicho, toda una picada.
Jorge Velosa nunca ha sido de celebraciones desde chiquito, y menos de festejar cumpleaños. Pero en esta oportunidad es distinto. Se acordó de que hace más de 30 años anda en estas cosas de la 'guacharaca' y el bailecito.
Primero tuvo coplitas de su crianza a las que le puso sonsonete. Juraba que lo que escribía era poesía. "Lo que yo escribo es, seguramente, poema popular". A los 10 años ya escribía recitaciones y luego, por cosas de la vida, frotó un 'chorote' (elemento de la cocina tradicional) y empezó a surgir la música.
La entrada a la Universidad Nacional, donde estudió veterinaria, marcó su vida. Allí tomó el camino de la música y la literatura popular. "De ahí pa'lante empieza a aparecer la 'carranga'".
"Lo 'carranguero' o la 'carranga', es la compañía de quienes hemos encontrado en ella con qué arroparnos, mostrarnos y expresarnos, para ganar un espacio de identidad y regocijo a partir de lo tradicional, amasado con lo cotidiano y la creación colectiva y personal", dice con ese tono que cualquier colombiano reconocería.
Sin embargo, Velosa no quiere caer en el 'carranguerismo, por eso hay una canción que se llama La carranga es libertad, que publicó hace unos cinco años: "La carranga tiene su cuento, es chispazo y también lamento". Con el que uno se sonríe y al mismo tiempo tiene un profundo pesar.
Una 'guacharaca', guitarra, tiple, requinto y, sobre todo, humor, ternura, refrán, sátira, cuento, anécdota, coplerío y danza, dan origen a ese sabor musical.
Durante estos 30 años la carranga ha hecho distintos aportes: "Ha recuperado nuestro baile, ese bailoteo 'escobilladito', el andino que no tiene rituales o pasos a seguir. Tan solo ritmo campesino".
También ha recuperado la palabra y la copla, el dicho y el cuento. "La 'carranga', como ciertos alimentos o sabores, también ha contribuido a tener un referente más de identidad de una región".
No ha sido una carrera fácil. Va dejando secuelas, pero, según Velosa, más que la carrera, lo hace el paso del tiempo. Le dicen que se cuide a la hora de subirse a los escenarios, y que no vaya a hacer el ridículo. "Curiosamente nos queda poco tiempo en los escenarios, pero mucho tiempo en la música. Todo lo mejor para la carranga está por venir, pues está en manos de los jóvenes".
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6