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Alberto Casas Santamaría

  • Yohir Akerman | Yohir Akerman
    Yohir Akerman | Yohir Akerman
03 de mayo de 2010
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Lo que más se recuerda y comenta de los recientes debates presidenciales son los errores, las salidas en falso y los desaciertos de los candidatos. Pero en el cara a cara organizado por Citytv, El Tiempoy La W , lo más desafortunado, lastimosamente, fue el papel de Alberto Casas Santamaría.

El ex ministro y ex embajador fue torpe en la moderación del debate, débil a la hora de preguntar, e irrespetuoso durante el tiempo de respuesta de los candidatos, a quienes interrumpió constantemente con acotaciones que poco o nada aportaron.

Casas desconcentró a los candidatos y generó un problema de forma en el debate, que se tradujo en una falta de fondo en las respuestas. No se comportó como un periodista político y analítico, sino como un comentarista poco afortunado.

Produjo vergüenza ajena ver a Roberto Pombo, sorprendido repetidas veces por la cámara, tratando de callar a su coequipero poniéndole la mano en su antebrazo.

Pero nada funcionó.

Por momentos parecía uno de esos abuelos imprudentes que uno se encuentra en la reunión familiar de un amigo, y que les hace pasar penas ajenas a todos los asistentes por decir las cosas sin pensar, no tener filtro, e interrumpir a la gente hablando duro ya que no oye y supone que los demás tampoco escuchan.

Las personas no llegan tan lejos como permite pronosticar su talento o inteligencia, sino como permiten sus limitaciones. Y Casas Santamaría es un hombre talentoso -culto y con un excelente criterio para el arte-, e inteligente -como lo ha demostrado en sus cargos públicos- pero sus limitaciones en el periodismo actual son ya evidentes.

No fue el primer debate presidencial de este tradicional cachaco, pero ojalá sea el último en el que cumpla el rol de moderador. La W debería dar la importancia suficiente a estos temas y enviar la próxima vez a un periodista de la talla de Félix De Bedout, quien es agudo e incisivo a la hora de preguntar, o su director Julio Sánchez Cristo, quien siempre sabe sacar lo mejor y lo peor de sus entrevistados.

Lo más presidencial que hizo la candidata Noemí Sanín en el debate fue regañar a Casas. Ahí se le vio una claridad y contundencia que no ha tenido, desafortunadamente, para manejar otros temas en estos eventos. Pero si los debates importaran realmente, Rafael Pardo, Gustavo Petro y Germán Vargas Lleras irían ganando en las encuestas. Ahora bien, más que conducir a una decisión de los votantes, estos espacios han servido para mostrar qué tipo de persona es cada uno de los candidatos, ya que exponen más su personalidad que sus iniciativas -que quedan relegadas a un nivel secundario-. No puede suceder lo mismo con los medios que organizan estos eventos, ni con los periodistas que los conducen. Éstos tienen que dedicarse a investigar sobre los temas y no exponerse como personas.

Si Alberto Casas tenía tantas ganas de comentar -y no de contrapreguntar realmente-, lo debió haber hecho en su programa radial y no en medio del debate presidencial.

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