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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • En agosto nos vemos es la novela que dejó inédita el premio Nobel colombiano, Gabriel García Márquez. Foto Getty.
    En agosto nos vemos es la novela que dejó inédita el premio Nobel colombiano, Gabriel García Márquez. Foto Getty.
  • Los dos libros más recientes de Gustavo, Perspectives on the life and works of Gabriel García Márquez y La vida es una novela, de G. K. Chesterton, del que hizo la selección, la traducción y el prólogo.
    Los dos libros más recientes de Gustavo, Perspectives on the life and works of Gabriel García Márquez y La vida es una novela, de G. K. Chesterton, del que hizo la selección, la traducción y el prólogo.
  • El profesor Gustavo Arango con su libro sobre García Márquez en inglés. Foto: Esneyder Gutiérrez.
    El profesor Gustavo Arango con su libro sobre García Márquez en inglés. Foto: Esneyder Gutiérrez.

Volverse a ver con Gabriel García Márquez: a propósito de la publicación de En agosto nos vemos

El próximo año publicarán la última novela que escribió el Nobel colombiano. El profesor Gustavo Arango tuvo mucho que ver en esa decisión. Esta es la historia.

Mónica Quintero Restrepo | Publicado

En agosto nos vemos es la última novela que escribió Gabriel García Márquez: está guardada en el Archivo Gabriel García Márquez de la Universidad de Texas, inédita, acompañada por unos pocos lectores que pasan por ahí, y por manuscritos, documentos personales, fotografías y cartas comprados en 2014 a la familia de García Márquez. Su familia había decidido no publicarla: más de diez años con un no encima. Entonces el año pasado se publicó el artículo del profesor Gustavo Arango, La soledad de las palabras: en defensa de la novela póstuma de Gabriel García Márquez, y En agosto nos vemos será un libro público en 2024. Leer otra vez a García Márquez, aunque ya no esté.

–Realmente se sabía que existía la novela, él ya había publicado dos capítulos, y él siguió trabajando en la novela hasta 2004. En esa época salió un informe de lectura de la agencia literaria de Carmen Balcells, que está en el mismo folder, que prácticamente la enterró. Decía que era un cuento alargado, muy repetitivo: la historia es la de esta mujer que cada año va a llevarle flores a la mamá a una islita que está cerca de donde viven, y empieza cuando ella decide acostarse con un desconocido. Ella solo había estado con su esposo, tiene dos hijos, una familia muy estable, es decir, no es que esté mal con su marido, pero sale y decide sentir esa libertad en ese viaje. Lo curioso es que en ese primer encuentro hay un desencuentro porque el hombre en la mañana le deja un billete encima del libro de Drácula. El hombre pensó que ella era una prostituta. La historia del billete es muy simpática porque ella carga ese billete y se siente culpable. Hay un momento en el que quiere gastárselo, pero no es capaz, y uno de los hilos del relato es la historia de los 20 dólares que le dejó este hombre. Ella sigue volviendo cada año, una vez se va con un tipo medio mafioso en una camioneta supermoderna y se acuestan y después ella viendo las noticias descubre que ese tipo era un criminal muy buscado y que sospechan que había matado a varias mujeres.

–Se escucha como una buena historia

–Es impresionante el punto que yo veo ahí y que he insistido mucho y es que Memoria de mis putas tristes no es un buen cierre para la obra de García Márquez, y él hizo el esfuerzo de escribir más. En 2007 le dijo a un amigo que seguía trabajando en esta novela de amor, tres años después de la publicación de Memoria de mis putas tristes. Y ya no era capaz, a la novela le faltan detallitos para pulir, incluso uno ve en el manuscrito que cambia palabras y elige otra y es muy bonito ese proceso de ver cómo García Márquez iba mejorando. Desde que él escribió en Cien años de soledad, a él lo elogiaron mucho por su capacidad para crear personajes femeninos, y él decía que eso lo jodió porque a partir de ese momento ya él era muy consciente y las mujeres o los personajes femeninos no le salían tan natural. En esta novela se siente más natural, es el personaje central. Es la primera vez que una mujer es el personaje principal de su novela. Entonces, entre una novela que lo ha puesto como objeto de tantas críticas, Memoria de mis putas tristes –además de ser un tema muy peligroso y muy escabroso, se trata de un hombre de 90 años comprando una niña–, en esta novela García Márquez reivindica a la mujer, su libertad, su dignidad. Es un cierre mucho más digno para la obra de García Márquez.

Para Gustavo todo empezó cuando estaba terminando un libro en inglés sobre el Nobel Colombiano. Tenía esa idea que de él han escrito en inglés los americanos o los europeos, y quería que un colombiano les presentara al escritor de El coronel no tiene quien le escriba. Empezó a escribir Perspectives on the life and works of Gabriel García Márquez, en el que hace un mapa general de su vida y obra, un repaso sobre por qué es significativo y cómo rompió con los paradigmas en un país donde generalmente los escritores eran bogotanos, de familias tradicionales y de poder, y él nace en un pueblito perdido; hace también un capítulo sobre los temas de sus obras y un estudio sobre Cien años de soledad, tiene la correspondencia con Fuentes, su incursión en la no ficción e incluye un recuento de las enseñanzas de un taller del escritor de Aracataca en el que Gustavo estuvo y tomó tantos apuntes como pudo. Hay además un encuentro curioso con una actriz brasileña y que inspiró El avión de la Bella Durmiente, y que ella cuando se dio cuenta de que la historia que le había contado en un avión había terminado en un cuento, buscó a Gustavo para contársela.

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Tenía un libro armado, solo que cuando estaba terminando sintió que le faltaba algo, una historia más reciente, así que como ya había pasado la curiosidad de ir al Archivo de Texas, se fue para allá, se leyó En Agosto nos vemos en una sola tarde, y supo que había que hacer algo.

–Cuando murió García Márquez hablaron de la novela y se pensó que se iba a publicar,

pero al tiempo la familia dijo que no, que esa novela no estaba completa. Realmente la opinión la tomaron de esa lectura que está ahí mismo en el archivo, y fueron ocho años, desde 2014 hasta 2022, que iban los críticos y algunas personas la leían o se asomaban, pero no le prestaban mucha atención. Lo primero que hice al llegar a Texas fue pedir la novela y me la leí en un día. No es larga, es como Memoria de mis putas tristes, unas 150 páginas, y yo leía y decía, pero por qué esta novela está aquí encerrada, tan sabrosa esta historia, tan bonito el personaje de esta mujer. Además es una novela que tiene mucho de música, García Márquez era melómano y en las otras novelas no exploró ese territorio. Ella se llama Ana Magdalena Bach, como el compositor que es el favorito de García Márquez. Él decía que a la isla desierta se iba a llevar los libros de la música de Bach. Y los encuentros son muy interesantes, por ejemplo hay uno con un muchacho que se lo lleva al cuarto, y cuando ya termina todo, el pelado le cobra. Otro equívoco. También hay ocasiones en que pierde el viaje y ella se angustia mucho y dice que perder un día es como perder un año. La última vez se va con un tipo y al final este le dice que él es obispo. Al día siguiente va y desentierra los huesos de la mamá y se los lleva para la casa, que es la misma imagen de Rebeca, en Cien años de soledad, cargando los huesos de sus padres en una bolsa de lona.. En ese artículo de México yo decía que lo único que dijo ese lector que la enterró es que era un cuento alargado, repetitivo, y aquí hay una cantidad de conexiones con la obra completa de García Márquez que es casi una obligación publicarla.

Escribió Gustavo en el artículo:

Con una arrogancia que delata su inexperiencia, el autor del reporte ofrece una síntesis empobrecida de la historia. Consciente de que no puede ser completamente desdeñoso, se permite elogiar como una afortunada sutileza de la trama el hecho de que Ana Magdalena se arroje a su infidelidad periódica a pesar de tener una relación feliz con su esposo. Hace un elogio tibio y protocolario del estilo. Menciona ecos de “El corazón delator”, el cuento de Edgar Allan Poe, en el pasaje donde la culpa parece conducir a la protagonista a revelar su secreto. Pero fulmina cualquier posibilidad de publicación al describir la novela como un cuento repetitivo y alargado. Su estrechez es más notoria cuando opina que En agosto nos vemos es una novela inferior a Memoria de mis putas tristes. En su reporte no menciona ninguna otra novela de García Márquez y, por la manera como ignora las resonancias que hay en ella, es posible poner en duda que las conociera.

El artículo se publica en México porque Gustavo pensó en cada cosa: ese es el país en donde está la familia de García Márquez, era más fácil tener eco. Luego se enteró por Dasso Saldívar, uno de los biógrafos de García Márquez, que la familia iba a reconsiderar la publicación, que iban a consultar con expertos, a buscar otra opinión. Gustavo dio otra entrevista en agosto del año pasado en El Club de Lectura de Caracol, y habló otra hora de la novela, insistiendo en esos temas que tanto lo encantaron, como la aceptación de la muerte. Para él, las primeras obras del Nobel de Literatura están muy marcadas por la muerte o por el miedo a la muerte, y después viene la soledad y después se dedica al amor como demonio o como enfermedad, y el tema al que finalmente siempre llega, dice él, es el amor. Incluso recuerda que en el taller de Barranquilla en el que lo escuchó, García Márquez decía que tenía tres novelas de amor precocidas, Memoria de mis putas tristes, En agosto nos vemos y otra que no se sabe.

El artículo terminó de sacudir las cosas, y Gustavo incluso sabe que tal vez hubo algo que pudo incomodar a la familia. Les decía que si se trata de hablar de traiciones, era más traición llevar Cien años de soledad al cine, y no tanto que un editor que respete el texto le corrija los detalles que faltan.

Escribió en el artículo:

Permitirle a García Márquez que cierre su obra con una perspectiva femenina es un acto de justicia. La decisión de no publicar la novela fue presentada a la opinión pública como una prueba del poco interés de su familia en obtener ganancias fáciles con su legado. La novela fue descrita como un trabajo inacabado que no estaba a la altura del resto de la obra de su autor. Pero esa falta de interés en obtener ganancias con su legado se contradice con la cantidad de refritos y raspados de olla que se han publicado desde la muerte del Nobel colombiano y, de manera más dramática, con la manera tan deportiva con que se ha ignorado su determinación de que Cien años de soledad no fuera llevada al cine o la televisión.

–Gustavo, ¿y es una novela terminada?

–Sí. Él no llegó a esa versión final de corregir los detalles, ya no era capaz. Incluso yo empiezo el artículo hablando del rechazo, pues es una persona de 80 años con las capacidades ya disminuidas y que le digan ‘no, esta novela no’, y él la quería seguir, de hecho estuvo tres años más tratando de terminarla. Esos intentos también están en el Archivo. Hay capítulos que tienen versiones distintas, y ahí por ejemplo el editor va a tener que cotejar. Esta novela tiene un cierre y el capítulo final está claro, es una historia redonda. A mí me impresionó mucho el paso del primer borrador a la versión que hay ahí del capítulo final: el primer borrador es como de una persona con una nube, decía ‘fulanita debe ir a tal parte’, ‘fulanita debe hacer esto’, pero una cosa básica que no se explica uno cómo de esas noticas salió ese capítulo final, y ahí es donde uno nota el esfuerzo que este hombre hizo tratando de terminar esa novela, y la terminó. Hay una imagen muy bonita que es el momento en el que están desenterrando a la mamá y Magdalena se ve reflejada como en un espejo y se siente vista desde el más allá.

–No es claro que García Márquez no quisiera publicarla

–Yo no me imagino y no encuentro evidencia en ningún lado de que él dijera no la quiero publicar. Él trató y trató hasta que ya no pudo más. Es muy distinto a los testamentos traicionados en donde alguien dice no me publiquen esta novela. Él no, él siguió y hay testimonio de que en 2007 todavía les hablaba a los amigos de esa novela. Él la quería terminar y no encontró el apoyo.

–A vos no te pareció lo que dijo ese lector de la agencia

–Primero, lo del cuento alargado... A mí me ofrecen un cuento alargado de García Márquez y lo tomo sin preguntar. Ese lector está desconociendo quién es el que te está ofreciendo un cuento alargado, si fuera un cuento alargado, porque no. Y sobre lo de las repeticiones, si fuera así, García Márquez no hubiera publicado Cien años de soledad, donde pasa lo mismo generación tras generación. Además, la única referencia que hace a otras novelas es a Memoria de mis putas tristes, no hace referencia a Cien años de soledad ni a El amor en los tiempos del cólera. No creo que ese lector tuviera el panorama completo de la obra de García Márquez.

–Hay quienes la han leído y dicen que no le da la talla a lo que estamos acostumbrados de García Márquez, pero vos decís que no hay que compararla con Cien años de soledad, ni esperar que sea un Cien años de soledad, sino verla como una novela de sus últimos años, de cierre.

–Pienso que muchos lectores de García Márquez quedamos sintiendo que nos apagaron el switch y la última novela quedó siendo Memoria de mis putas tristes que es tan problemática y que ha dado pie un poco a que se descalifique el conjunto cuando realmente García Márquez tiene una cantidad de méritos. Por ejemplo, en cuanto al tema particular de la mujer es un autor muy sensible a la perspectiva femenina, fue un hombre criado entre mujeres y tiene una sensibilidad muy particular.

–Y aunque no se pueda juzgar como un Cien años de soledad, ¿sí se siente que es una novela de García Márquez?

–Uno siente un García Márquez ya maduro, y también podríamos preguntar qué García Márquez es. No es el de Cien años ni es el El del Otoño del patriarca, pero seguía siendo un autor de imágenes visuales muy bonitas, de un lenguaje con mucha plasticidad. Eso está ahí. También el giro, la elección de la palabra.. Ese tipo de cosas que son como marca del autor.

Escribió García Márquez en En Agosto nos vemos:

Al cabo de una hora larga de susurros banales empezó a explorarlo con los dedos, muy despacio, desde el pecho hasta el bajo vientre. Siguió con el tacto de sus pies a lo largo de las piernas y comprobó que todo él estaba cubierto por un vello espeso (García Márquez remplazó el adjetivo y escribió con lápiz: “liso”) y tierno como el musgo de abril. Luego volvió a buscar con los dedos el animal en reposo y lo encontró desalentado pero vivo. Él se lo hizo más fácil con un cambio de posición. Ella lo reconoció con las yemas de los dedos: el tamaño, la forma, el frenillo acezante, el glande de seda, rematado por un dobladillo que parecía cosido con agujas de enfardelar. Contó al tacto las puntadas, y él se apresuró a aclararle lo que ella se había imaginado.

Los dos libros más recientes de Gustavo, Perspectives on the life and works of Gabriel García Márquez y La vida es una novela, de G. K. Chesterton, del que hizo la selección, la traducción y el prólogo.
Los dos libros más recientes de Gustavo, Perspectives on the life and works of Gabriel García Márquez y La vida es una novela, de G. K. Chesterton, del que hizo la selección, la traducción y el prólogo.

–¿Qué se encontró en la lectura que te haya llamado mucho la atención?

–García Márquez decía que él incorporaba mucho de lo que estaba pasando en su vida en las novelas que estaba escribiendo. Ana Magdalena, a pesar de que su familia es de músicos –el esposo es director del conservatorio de la ciudad, los dos hijos son músicos, aunque la hija quiere irse de monja–, hay una cantidad de detallitos que enriquecen el texto: la protagonista es una gran lectora. García Márquez siempre menciona qué está leyendo la protagonista. Hay dos cosas que me parecen muy bonitas, una, la incorporación de libros amados. Por ejemplo, hace referencia a Drácula y a Las crónicas marcianas. En esa época como que Ana Magdalena está leyendo mucha literatura fantástica y hay menciones específicas. Está la antología de Borges y Bioy Casares que la lleva en uno de sus viajes, también un libro de Graham Greene que no recuerdo el título, pero cada viaje hace mención del libro que ella está leyendo. Dos, y es lo que a mí más me me impactó de esta novela, es la relación de Ana Magdalena con la madre muerta. Ella es su confidente, y le cuenta ‘me acosté con este hombre’, y después descubre que la mamá tenía un amante y que por eso se hizo enterrar allá, porque descubre que también hay otra persona que le lleva flores. En el Archivo encontré una carta que está en el artículo y es de la mamá de García Márquez para él. Ellos tenían una relación muy estrecha y yo siento ahí que la conversación de Ana Magdalena hablando con su madre es como García Márquez hablando con la suya. Es como un homenaje a su mamá. Esa carta de la mamá es por el cumpleaños, porque él la llamaba todos los domingos y ese domingo no la llamó porque estaba de viaje y el artículo de esa semana –en ese momento García Márquez publicaba artículos semanales en El País de España– era sobre la visita del Papa

a Nicaragua. García Márquez recordó un momento en que se quedó encerrado con el Papa en el Vaticano cuando tuvieron el encuentro y fue una anécdota simpática.

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Escribió la mamá de Gabo.

Te cuento que leí la columna de ayer, me gustó tanto que sin mentirte me siento tan feliz y orgullosa, más que con el premio Nobel que recibiste. Recuerdo un día hace muchos años hablando contigo me quejaba de que tú no eras lo católico que yo deseaba que fueras. Entonces me dijiste, en la otra vida te darás cuenta al verme en el puesto o el lugar en que me quiso Dios.

Escribió Gustavo en el artículo:

García Márquez quiso que su última novela fuera un diálogo secreto con su madre. Eligió una mujer para hacerlo porque quería celebrar todo lo de ella que había en él. Quiso también expresar su aceptación tranquila de la muerte y su disposición a dar el salto hacia el más allá.

–No sé si García Márquez fue consciente, pero cuando estuve escribiendo Santa María del Diablo, una de las historias que encontré en los cronistas es que había una tribu que cada año permitía que las mujeres casadas se acostaran con otros hombres y solo pasaba ese día, y al día siguiente nadie decía nada. Nadie reprochaba nada, pero ese día las mujeres eran libres para acostarse con otro hombre. Sabemos pues de la doble moral de nuestra sociedad, que el hombre sí puede, pero la mujer no.

Cuando Gustavo terminó de leer En agosto nos vemos, ahí en el Archivo de Texas, con los manuscritos, con las palabras cambiadas, con ese borrador tan simple transformado en ese capítulo final, lo supo ahí mismo: Me va a tocar hacerle campaña. Salió, se fue a un parquecito de Austin, pensó que tenía que ser como los abogados que tienen argumentos precisos, se sentó y en un cuaderno hizo el borrador del artículo. Por lo menos la lista del personaje femenino, lo de la música, la conexión con Rebeca Buendía. Sintió como cuando tiene un cuento que lo ronda y no lo puede dejar ir. Tenía un caso que defender: la novela inédita de García Márquez que parece haberle puesto un título premonitorio: En agosto nos vemos. Aunque quizá sea antes, porque dicen será en la primavera de España, que va de marzo a junio. Y en todo caso, nos veremos con García Márquez en 2024, diez años después de su muerte, un jueves Santo –como Úrsula Iguarán–, de 2014.

Escribió García Márquez en algún lugar de En agosto nos vemos:

Dos horas después, Ana Magdalena le dio una última mirada de compasión a su propio pasado, y un adiós para siempre a sus desconocidos de una noche y a las tantas horas de incertidumbre que quedaban de ella misma dispersas en la isla. El mar era un remanso de oro bajo el sol de la tarde. A las seis, cuando el marido la vio entrar a la casa arrastrando sin misterios el saco de huesos, no pudo resistir su sorpresa.

¿Quién es Gustavo Arango?

Varios de sus libros y sus investigaciones han sido alrededor del Nobel de Literatura colombiano. Cuando estaba en la universidad les decía a sus compañeros que quería irse a trabajar a El Heraldo de Cartagena, quería empezar a ser escritor donde García Márquez había empezado. Las profecías se cumplen y allá terminó y escribió uno de sus libros más conocidos, y que le dieron el título de gabólogo: Un ramo de nomeolvides. Se trata de un libro sobre los dos años que el escritor de Aracataca estuvo de periodista allí, con textos inéditos y rescatados, y que ha sido referenciado por los biógrafos del Nobel. García Márquez alcanzó a decir: “Este hombre tiene una versión mejor que la mía”. Para él es un libro fundamental: lo leyó Tomás Eloy Martínez y su esposa Susana Rotker, hicieron una recomendación y se ganó una beca para estudiar en Estados Unidos, donde ahora es profesor. Entre sus libros están Un tal Cortázar, Recuerde el alma dormida y Santa María del Diablo. Y bueno, las historias de Gabo a veces lo buscan, y a veces él las busca, las escribe y ayuda a que publiquen su última novela. “Por ejemplo esto de la novela, yo pensaría que en estos ocho años alguien más pudo haber publicado un artículo, claro, porque el libro estaba ahí, cualquier investigador pudo leerlo y decir esto vale la pena publicarlo, pero yo esperé incluso a que pasara la avalancha porque mucha gente fue a ese Archivo cuando llevaron los manuscritos, y yo dije ‘no, yo voy a esperar, después voy’, y mira, pasó ya cuando a la gente le había pasado la curiosidad”.

El profesor Gustavo Arango con su libro sobre García Márquez en inglés. Foto: Esneyder Gutiérrez.
El profesor Gustavo Arango con su libro sobre García Márquez en inglés. Foto: Esneyder Gutiérrez.

Lea el artículo de Gustavo: La soledad de las palabras

Mónica Quintero Restrepo

Es periodista porque le gusta la cultura y escribir. A veces intenta con la ficción, y con los poemas, y es Camila Avril. Editora de la revista Generación. Estudió Hermenéutica Literaria.

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