La Fiesta del Libro empezó a las 10:00 de la mañana del viernes. Recorrido por distintas actividades culturales.
Un ser del bosque se levantaba cada mañana a barrer, a trapear —porque el bosque hay que trapearlo—, a quitarles las hojas malas a los árboles. Y en una de esas oyó unos pasos. Se escondió detrás del tronco de un árbol y vio aparecer a una niña de un metro de altura, vestida de falda corta y ataviada con una capucha roja en su cabeza, como para evitar que quienes la vieran, la reconocieran.
Fue uno de los primeros cuentos que escucharon los visitantes a la Fiesta del Libro en la apertura, de labios de una cuentera vestida con ceñido traje negro y elástico, ante un auditorio conformado, en su mayor parte, por niñas de escuela que soportaron sobre sus hombros el húmedo sol de invierno que, como tenía quien lo cargara, se hacía más pesado.
El escenario...
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